lunes, 27 de septiembre de 2010

Sobre autónomos y empresarios

Cuando conocí a la que hoy es mi mujer se presentaba como empresaria. No sabía realmente a qué se dedicaba pero aquella palabra ya dejaba marca de algo, y de ese algo es sobre lo que quiero hoy escribir en el blog.

Es ya conocido por los que siguen este blog mi obsesión por la implicación de los ciudadanos en la vida pública, y eso por concreción desde el concepto más general de implicación en la VIDA. A propósito y para que conozcan lo que entiendo por implicación, recordaré un pequeño chiste que nos contaba nuestro consultor de calidad Txomin Basaguren, superviviente de mil batallas y con enorme experiencia en general. Nos decía cuál era la diferencia entre implicarse y colaborar, algo que a veces nos cuesta entender, incluso acudiendo al diccionario del RAE, llevándolo al terreno del día a día. Y ponía el ejemplo de un plato exquisito para muchos de nosotros: los huevos con chorizo. Un manjar de dioses cuando tienes hambre, estás en ambiente familiar y la sombra del colesterol no está persiguiéndote día tras día. Para preparar ese plato, además de la mano del cocinero o cocinera más o menos experto se encontraba el cerdo y la gallina. Pues bien, uno de ellos colaboraba y el otro se implicaba. Adivinen quién es quién...lo dejo a la perspicacia y sabiduría del lector o lectora.

Bien, una vez dejado bien clarito qué entiendo por implicarse, seguiré con el asunto que me ocupa hoy: empresarios versus autónomos.

Vengo escuchando desde hace muchísimo tiempo dos cosas: que la palabra empresario está menospreciada, vapuleada y que acumula ya una carga semántica peyorativa que no puede llevar consigo nadie que está empezando en el mundo de los negocios. A esos valientes les hemos comenzado a llamar "emprendedores". La palabra empresa, por el contrario, no tiene ese carga negativa, salvo que la cualifiquemos con adjetivos como Gran Empresa o incluso peor aún con Multinacional. Entonces ya todo el mundo tuerce el gesto mostrando una actitud reprobatoria, de claro desagrado. Incluso algunos se atreven a soltar alguna lindeza o exabrupto de los que hacen temblar los cimientos del planeta Tierra. Mejor nos va el ánimo cuando hablamos de PYMEs, miniPYMES ( suena a minipimer, verdad, el utensilio eléctrico imprescindible de la cocina ) o incluso más reciente es la aparición en escena de la microPYME. Alguien me dijo que estas últimas son las que no llegan a 5 trabajadores, pero realmente no puedo confirmárselo a los lectore/as porque no lo he visto reflejado como categoría de ninguna estadística oficial. Será cosa de nuestro microdepartamento...

Y he aquí que incluso el término micropyme tampoco sirve para otro gran colectivo de empresarios. Me refiero a aquellos que ni siquiera se reconocen empresarios como tales. Efectivamente, lo han adivinado...son los...AUTÓNOMOS!!! Hace ya unos pocos años, Telefónica, ahora Movistar, nos regalaba con unos anuncios publicitarios relacionados con el tema "plan autónomos", "territorio autónomos"...se habían convertido en objetivo comercial, de tantos que eran, y de tanto consumo telefónico como tenían, y tienen. Lo cierto es que el concepto que utilizan no puede ser más erróneo, porque están confundiendo su relación con la Seguridad Social, es decir, que cotizan por el Régimen de Autónomos, en lugar de cotizar por el Régimen General, con su forma de trabajo, es decir, que son trabajadores por cuenta propia, y vuelvo a explicarme, es decir, que nadie les paga su sueldo a fin de mes, se lo pagan ellos mismos, y eso si se molestan en tener nómina.

A mí me llama mucho la atención lo generalizado del término, y sobre todo lo interiorizado que lo tienen muchos de estos empresarios individuales. Nunca se llaman a sí mismo empresarios, que lo son, lo son pese a quien pese, haciéndolo mejor o peor, sabiendo más o menos de su negocio, de su estrategia, objetivos a largo o corto, casi nada ingeniería financiera, apoyándose siempre en su asesor ( la Gestoría, como lo siguen llamando algunos de ellos ), pero haciendo realidad aquello de que ofrezco un servicio y me pagas por él, la Ley del Mercado, oferta y demanda. Nada nuevo bajo el sol. De modo que confirmado, son empresarios.

Podríamos elucubrar sobre la razón de esta preponderancia del un término sobre el otro, y yo me voy a atrever a lanzar una hipótesis razonada que además espero que sea razonable para el resto de lectores. Me retrotraigo unos años atrás y me sitúo en un momento en que las grandes empresas e incluso las medianas tienen grandes plantillas y baja productividad, mezclados buenos y malos trabajadores, injusticias salariales por la ley del rodillo del convenio sindical de turno ( "todos iguales o no conseguimos la unidad para poder presionar"), a lo que se unirá después la competencia internacional despiadada. Una solución fue la externalización de diversas áreas de las empresas, ofreciendo relaciones "empresariales" en lugar de "laborales" a algunos de ellos. Te haces "autónomo" y yo te contrato para hacer lo mismo, te pago más porque no cargo con tus cotizaciones sociales, y además no tengo ya las limitaciones del convenio, y tú te encargas de facturarnos pudiéndote compensar el IVA. Parece un negocio redondo, y muchos entraron por el aro, más o menos forzados, sin una clara mentalidad de empresarios, pero con la palabra "autónomo" metida a sangre y fuego en su cerebro. ¿Qué hubiera pasado si esta oferta se hubiera descrito como "te ayudamos a montar tu propia empresa"? No negaré que habrá habido casos que se describirán así, pero sin estadísticas oficiales en la mano, ni encuestas o estudios sociolaborales o socioecómicos conocidos, mi intuición me dice que la primera opción fue la más utilizada.

Y es una pena que tantos autónomos no se reivindiquen como empresarios, individuales la mayoría de ellos, pero empresarios al cabo, porque la propia palabra no debe llevar ningún signo peyorativo, sino que es el adjetivo que añadamos el que calificará al empresario de bueno o malo, sinvergüenza o cumplidor, exigente o canalla, explotador o responsable. Así que como no podía ser terminar este post de otra manera, sin una propuesta clara, propongo que los autónomos utilicen la palabra empresario/a para definirse y que los demás al oirlo respondamos, si así lo queremos preguntar: "¿de los buenos o de los malos?", porque de todo hay en la viña del Señor.

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