viernes, 1 de agosto de 2014

Despilfarrando conocimiento: la falta de liderazgo organizativo en las Administraciones Públicas

La lectura del artículo de Juli Ponce "Ciencias sociales, Derecho Administrativo y buena gestión
pública. De la lucha contra las inmunidades del poder a la batalla por un buen gobierno y una buena administración mediante un diálogo fructífero" recientemente publicada en la revista GAPP, editada por el MAP (o como se llame ahora porque ya no me dan las neuronas para tantos cambios de adscripción orgánica), me ha servido de inspiración a un viejo asunto que considero que está en la raíz de muchos de los problemas que tienen la mayoría de las Administraciones Públicas españolas (no me atrevo a extenderlo a otros países): la falta de liderazgo organizativo, y que podría acumularse a la falta de liderazgo tecnológico, además de dudar cada vez más intensamente de la existencia de un liderazgo político y social de altura.

El autor nos introduce en un debate apasionante para los que creemos en la necesidad de modernizar absolutamente la gestión administrativa en las oficinas del gobierno, cualquiera que sea su nivel: local, autonómico, estatal...Y todo ello lo aborda desde una reinvención, renovación y ampliación del campo del Derecho Administrativo, saliendo de su clasicismo actual. En sus propias palabras "...la lucha jurídica contra las inmunidades del poder debe evolucionar hasta convertirse en la lucha por la buena administración.que incluso van más allá en la siguiente frase "... debería conducir a un replanteamiento epistemológico del Derecho Administrativo, cuando éste entra ya en el 'siglo de la buena administración' (las comillas son del autor) o incluso esta otra mucho más clarificadora: "no nos debiera bastar ya con que la actuación pública no sea arbitraria; es posible exigir además que respete el derecho a una buena administración que posibilite la calidad de la gestión". Las negritas son mías porque quiero remarcar el cambio genético y revolucionario que pretende incorporar al Derecho Administrativo español.

Pero sin avanzar más en esta parte del debate, núcleo del artículo de Juli Ponce, quiero presentar algunos conceptos que se mencionan relativos a esa Nueva Administración, acompañada de ese Nuevo Derecho Administrativo: gobernanza, MAC, calidad...y a los que podríamos añadir incluso otros que está incluso más "de moda" como el de innovación pública. Porque de esto va esta entrada del blog, de cómo dilapidamos, de cómo despilfarramos continuamente conceptos, sin lugar a dudas, necesarios, útiles, implementables y generadores de conocimiento, de buenas prácticas. En resumen, de una Buena Administración.

Y es que los años van minando progresivamente mi moral alcoyana respecto a la posibilidad de que algún día consigamos reformar y modernizar estas Administraciones Públicas españolas. De tanta ola de va y viene, creo haberme convertido en un marinero de primera con derecho a una buena jubilación, a ser posible bien alejado de la costa, porque siento que necesito tener los pies firmes sobre la tierra.

Lamentablemente la terrible moda practicada por casi todo el mundo político que conozco de:

- primero: "presentar a bombo y platillo el anteproyecto del futuro proyecto X" que de respuesta al nuevo concepto X (donde X puede ser sustituido por  NGP, calidad, cartas de servicio, externalización y más recientemente innovación pública permanente, MAC, gobernanza, etc), porque cada 4 años aproximadamente "sale" algo nuevo.
- Segundo: "subcontratar a una consultora conocidísima la elaboración de unos pliegos de contratación".
- Tercero: "contratar a precios de mareo permanente la puesta en marcha del proyecto  a cuatro años vista" ya que es algo "muy, muy complejo de abordar".
- Cuarto: "intentar recepcionar el contrato sin conseguirlo ya que el político que lo contrató ya no está al frente de ese organismo. Y por supuesto, ningún funcionario fue incluido en el proyecto para hacer el seguimiento.
- Quinto: "guardar bien guardado todo en uno de los múltiples cajones y archivos de ese organismo", normalmente porque se lo pasan a otro funcionario que no tiene ni idea de qué hacer con eso,

conduce al consabido "todo sigue (y seguirá) igual por siempre jamás". Los veteranos de la Función Pública suelen decirlo, y más se alegran cuanto peores funcionarios son. Se les nota en el tono de voz y en el aire de suficiencia con el que nos lo restriegan por la cara a los pobrecitos funcionarios que queremos cambiar este triste sino.

Es un terrible círculo vicioso. Los téoricos de la Administración Pública, sobre todo provenientes del mundo científico anglosajón, estudian y plantean mejoras, apareciendo nuevos conceptos que se hacen populares (trending topic lo llaman ahora), e incluso algunos se atreven a hablar de cambio de paradigma en el sentido de Kuhn (siempre con esa coletilla...). Luego la ola renovadora llega a las universidades españolas, normalmente empezando por las catalanas, que desde hace mucho tiempo están siempre al tanto de todo esto, y sin saber cómo, en los congresos científicos sobre la materia son presentados a  algunos políticos que extrañamente se han quedado para ver el espectáculo, o bien personal de su gabinete (los famosos funcionarios eventuales que tanto han crecido en las últimas décadas) y que se quedan estupefactos ante la idea de lanzar "algún programa o plan" en su correspondiente Administración para impresionar a la audiencia o incluso a la ciudadanía en general.

Y ahí acaba todo el liderazgo organizativo, porque en un breve lapso de tiempo, distintas empresas consultoras se van dejando caer para visitar a ese político o al personal de su gabinete, ofreciendo sus servicios, ya que "oyeron que el 'tema' había gustado mucho en las altas instancias". Y ya si tenemos abundancia presupuestaria (hasta 2010 podemos darlo por seguro), ¿dónde está el problema? Se contrata en un paquete llave en mano, por supuesto, y a darle publicidad inmediatamente en todos los medios.

El círculo se cierra cuando, pasados los años, el paquete llave en mano se entrega e inmediatamente se guarda, o peor aún, se intenta poner en marcha a cualquier precio, malgastando el tiempo de funcionarios y profesionales de la consultoría y finalmente, ante la terquedad del mundo administrativo real español, se deja en "stand by" (hay que ver cómo nos gusta el término anglosajón, que suena mejor que nuestro "lo dejamos morir de asco"), a la espera de un cambio de gobierno, con llegada de alguna persona con la cabeza bien amueblada que decida dar por finalizada la aventura modernizadora. Por supuesto para intentarlo con otra...

Mientras tanto, el ciclo PDCA se convierte en una realidad no buscada cuando algún departamento universitario decide analizar el fracaso de los planes modernizadores españoles, o incluso para más alucinación esperpéntica, es contratado por el propio político que lo organizó todo, y que para su desgracia no ha conseguido cambiar de puesto a los cuatro años, huyendo de la quema, como hacen los más afortunados. No olvidemos que este país tiene a bien mostrar los currículos de muchos "ilustres" con la sola mención de los muchos puestos y administraciones por dónde han pasado, pero por supuesto, sin mencionar jamás los logros conseguidos (entendiendo que aceptados como tales por el común de los mortales).

Y así, cerrado el círculo vicioso del mal liderazgo organizativo, los buenos funcionarios con intención y voluntad modernizadora real nos limitamos a recoger los restos aprovechables de tanto despropósito, procurando poner en marcha alguna iniciativa de bajo nivel pero duradera, o bien intentando mantener en marcha el motor de alguna otra que ha llegado a avanzar más de lo que nadie hubiera sospechado al no ver delante, a los mandos de la locomotora a ningún maquinista...

Ideas, conceptos espléndidos, teóricamente impolutos, si bien en la práctica administrativa de difícil acomodo, o cuando menos con una necesidad mucho mayor de lo esperado de liderazgo técnico funcionarial, además del demandado liderazgo político organizativo. Y sin esos liderazgos, totalmente despilfarrados, gastados antes de tiempo, es decir, malgastados o peor aún, deformados por un mal uso, y como los medicamentos mal usados, creando "resistencias a largo plazo".

Llegados al momento de las propuestas, me viene a la mente sólo una: ¿tendrá razón el autor del artículo con el que encabezo esta entrada del blog y será necesario que se reconozca el derecho, reivindicable ante los Tribunales de Justicia, a una Buena Administración? ¿Podremos así demandar a los políticos que, en el paso por puestos de gobierno en alguna Administración Pública, han desbaratado una buena estructura organizativa o que han malgastado los fondos públicos (por supuesto sin mala fe...) en alguna aventura contractual de las que todos conocemos alguna? Seguro que se lo tomarían más en serio y preguntarían más a los que más sabemos de esos temas. Ganaríamos todos.

Pero en ese caso,  ¿les podríamos exigir responsabilidad patrimonial por el daño causado? Y entonces, ¿qué compañía de seguros se atreverá a firmar un contrato? ¿Y a qué precio? Y peor aún si me pregunto ¿de dónde vendrán los fondos para pagarla? Por favor, que nadie responda que de los Presupuestos generales del Estado :-((