jueves, 19 de julio de 2012

Un gobierno de charlatanes (1ª parte)

Conforme la prima de riesgo se dispara día a día vengo observando el incremento del índice de charlatanería del gobierno Rajoy. Se puede definir científicamente de la siguiente manera:

Ich (yo en alemán...significativo) = A / B

En el numerador tenemos los siguientes factores negativos:

A = nº de bravuconadas y disparates pronunciados en el Congreso * factor correctivo 2 + nº de palabras mal pronunciadas * factor correctivo 1,5 + nº de gestos y tics incontrolados hablando en medios públicos * factor correctivo 1,25 + nº de palabras huecas pronunciadas por minuto de conversación + nº de apariciones en saraos promocionales * factor corrección 40

Dividido por un denominador compuesto de esta suma de factores que pueden ayudar a redimirles:


B= (nº de respuestas precisas a preguntas de periodistas)* factor correctivo 100 + nº de segundos que transcurren desde la recepción de la pregunta hasta el inicio de la respuesta * factor de corrección 10 + minutos transcurridos en el Congreso escuchando los debates del resto de asistentes* factor corrección 30)

Por supuesto que se trata sólo de una propuesta, pero creo que casi recoge todos los factores que intervienen en la detección de un charlatán metido a político, o de un político deformado por el poder absoluto.

Bien podríamos crear cuatro grandes perfiles:

- Profesionales y comunicadores. Hablan lo justo y bien, no mienten (prefieren callarse), articulan correctamente, no gesticulan y se dedican a trabajar en su Ministerio y a acudir diariamente al Congreso cuando hay debates o controles al Gobierno, llevándose bien preparados los asuntos, o tomando buena nota de cualquier propuesta que les afecte a ellos, o incluso, más proactivamente, a otros colegas del Consejo de Ministros.
- Buenos profesionales pero malos comunicadores. Este es el gran mal de casi todos los españolito/as, incluyéndome. Articulamos mal al hablar, no escuchamos al interlocutor, no siempre llevamos bien preparados los asuntos que nos competen y dejamos a un lado las buenas ideas que podamos recibir para pasárselas a otros colegas.
- Malos profesionales y regulares comunicadores. Éstos no dan un palo al agua pero consiguen durante un tiempo mantener engañado a su público. No se comprometen casi nunca, el índice de palabras huecas crece considerablemente, los gestos descontrolados no se perciben demasiado, pero acuden a bastantes saraos para enterarse de lo que se está cociendo por si lo pudieran emplear en algún momento de su carrera profesional (la cursiva es por supuesto que mía).
- Mentirosos compulsivos. Estos mienten más que hablan, no escuchan nunca, se pierden en sus disertaciones, gesticulan y gesticulan, se contradicen continuamente en el tiempo, se meten continuamente en líos mediáticos, con apariciones estelares en la prensa, especialemente en los saraos que se auto-organizan o a los que se auto-invitan, y claro, luego no tienen tiempo para acudir al Congreso, ni para escuchar.

También es evidente que me faltan definir las métricas, es decir, cuantos puntos se necesitan para pasar de una a otra categoría y así poder clasificar a nuestros ministros Además es un índice que oscila en el tiempo, a medida que alguno/as se corrigen en su lenguaraz comportamiento mientras que otro/as caen en el pecado de la verborrea (incontinencia verbal lo denominan también). Es decir, que podemos detectar evoluciones en esta particular Liga de la Charlatanería gubernamental. Su liderato puede estar muy, muy peleado.

Y para cerrar este pequeño post, me autopropongo el gran desafío del verano. ¿Seré capaz con la ayuda de mis lectores de clasificar en estas cuatro categorías a los miembros del Consejo de Ministros y a su Presidente?

Denme tiempo, que en estas reducidísimas vacaciones que me esperan por causa de la crisis económica y de la pérdida de mi paga extra de Navidad ("intervenida gubernamentalmente"), cuantificaré científicamente cada actuación ministerial...

Guárdate de los idus de septiembre