domingo, 24 de junio de 2012

Como pollos sin cabeza...retrato de la clase política europea

Ayer sábado escuché en la única radio que aún puedo considerar "rebelde" una entrevista al sociólogo Manuel Castells con ocasión de su reciente premio de la fundación Holberg. La frase más contundente en mi opinión fue cómo puede aguantar la ciudadanía a la clase política  (española e incluso europea) que nos gobierna, en su opinión y en la mía, y creo que en la de muchos más, totalmente ajena ya a las necesidades y objetivos vitales y sociales de los habitantes de la vieja Europa, viviendo en su mundo en circuito cerrado. Les paso un enlace al corte de audio del programa para que disfruten de 10 buenos minutos de conversación inteligente, y así entrar en materia:
El retrato de la situación actual española es terrorífico. Hemos alcanzado el 22% de paro en general, y nada menos que el 50% de paro juvenil. Un auténtico disparate. Como decía Castells, sólo aguantan porque la familia les sostiene, con una edad de emancipación que alcanzó los 32 años...ridículo en su opinión, trágico en la mía. E incluso destacaría algunos aspectos ya más concretos que muestran signos evidentes de zozobra y falta de rumbo:
1 Crisis de ingresos. En una época de bonanza como la que se ha vivido en España de 2000 a 2008, la garantía de superación de los ingresos presupuestados permitió aberraciones técnico-contables como la cuenta 413, al menos en cuanto a su uso no apropiado e incluso irresponsable (ver post). Desde 2008 en adelante sufrimos una etapa de disminución aguda de los ingresos tributarios, que se resuelve con aumento de los tipos a los sujetos pasivos "controlados" y escaso aumento de la presión fiscal a los "descontrolados" (amnistía fiscal del PP, que al menos parece que será discutida por la izquierda llevando el caso al Tribunal Constitucional según acabo de saber).
2 Déficit presupuestario. Sin ingresos y con  cada vez mayores gastos (incremento del paro en más de 3 millones de personas) la tensión creada por el déficit presupuestario cercano al 11% en el 2010 lleva a un estado de alarma en nuestros socios europeos de Centroeuropa (Merkel y Comisión Europea) y a forzar al Gobierno de Zapatero a un cambio radical en su política de creación activa de empleo y de dinamización económica con ayudas públicas.

3 Crisis de nuestra deuda soberana. La escasa confianza en el modelo económico español del momento, una vez que el motor de la construcción se paró, ha dado lugar a un exagerado incremento de la prima de riesgo en las emisiones de deuda soberana española, y también en un continuo descrédito por parte de las agencias de rating, que nos dejan a pocos escalones del bono basura.

4 Devaluación-inflación. Es evidente que ese descrédito de nuestro sistema bancario da lugar a un encarecimiento de la financiación externa y por tanto a un empobrecimiento del reino de España (de los españoles y de sus empresas y negocios), llámese como se llame, y hay posibles caminos para ello.  Por ejemplo, una caída brusca y sostenida en el tiempo de los precios de los activos inmobiliarios (pisos, urbanizaciones, pabellones industriales, oficinas). Sus propietarios endeudados deben más que el valor real de mercado. El desahucio no es solución cuando ya no hay mercado en el que colocar esos activos y borrar las provisiones acumuladas por los bancos. Definitivamente son pérdidas bancarias que acaban siendo absorbidas por el Estado a través de dos caminos:
·          Nacionalizando los bancos, convirtiéndose en accionistas, esto es, asumiendo que los préstamos del gobierno, no serán devueltos. Puesto que los ciudadanos se hacen indirectamente dueños de malos negocios con deudas inmensas, se empobrecen.
·          Prestando a fondo perdido a los bancos. Solución temporal que puede servir cuando el efecto final evita mayores pérdidas al Estado. En el caso español estas ayudas, en una época de déficit fiscal abultado por la caída de ingresos tributarios, da lugar a necesidades de endeudamiento, con fuertes primas de riesgo y por tanto, también empobrecimiento general del Estado, del país, de los ciudadanos en suma. Aquí es donde el propio Castells recomendaba la película "Too big to fail"  o "Demasiado grandes para caer", en la que se denuncia el chantaje de los grandes bancos a la clase política dirigente y opositora, que se resume en ganancias privadas, pérdidas socializadas.
Caminos de salida
Los caminos para salir de esta situación de déficit presupuestario pasa por aumentar los ingresos vía impuestos  (el camino impuesto por Bruselas, FMI y por el PP en España) y/o por reducir los gastos. Vemos que los ahorros logrados con los recortes realizados en el gasto en realidad se van a dirigir a taponar la vía de agua causada en la línea de flotación del sistema bancario.
Los incrementos impositivos pueden tener un efecto contrario al que se desea. Llegará un momento en el que se pueda colapsar económicamente el país, al menos en cuanto a las cuentas "oficiales", sumergiéndose más y más la economía productiva, ya que se observa el nulo interés por acosar, desenmascarar y penalizar a los defraudadores habituales.
El gobierno Rajoy opta claramente por una política de recortes, tijeretazos (sin orden, sin plan, sin sentido los más de ellos), en sectores muy sensibles para la población, como son los de sanidad y de educación, que en cualquier caso, tienen un comportamiento presupuestario poco elástico, una vez que en algún momento se definió o al menos se decidió poner en marcha servicios nuevos o prestaciones nuevas, en muchos casos ya plenamente consolidadas entre la ciudadanía. Junto a ello, recortes en I+D, (ver post), totalmente absurdos y desatinados, y sin poder renegociar las inversiones militares comprometidas en épocas económicamente mejores.
Es evidente que España, el conjunto de las Administraciones Públicas necesitan racionalizar el gasto. Sin embargo la situación heredada-clásica española no ayuda, más bien es un ancla que nos impide avanzar, movernos con el rumbo fijado (si es que consiguiéramos fijar alguno). Podemos citar por ejemplo:
  • Presupuestación incrementalista, sin replanteamientos radicales en cuanto a objetivos de ahorro, economías de escala, etc. Simplemente se sube o se baja un porcentaje sin más necesidad de explicación. 
  • Nula atención a la liquidación de las cuentas y al impacto logrado con las políticas públicas. Los avances en evaluación de las políticas públicas son escasos, como pequeños oasis en el desierto, que sirven para animar a los que nos dedicamos a mejorar lo público, pero no se toman en serio por nuestra clase política, sin interés por su aplicación sistematizada.
  • Lentitud en la toma de datos, inexactitud, falta de automatización y mecanización de los procedimientos de medición, que hacen tediosos, caros y muy ineficientes a los procesos de control, y a que los órganos administrativos dedicados a esta tarea lleguen siempre muy tarde, años tarde por norma general, demasiado tarde para poder corregir los problemas o detectar las ineficiencias o las ilegalidades descubiertas.
Una nueva forma de presupuestar.
Pero seguramente hay otras formas de gobernar, de presupuestar y sobre todo de reorganizar la gestión pública. Insistía en otro post de este mismo blog en la necesidad de disponer de un modelo económico renovado de futuro, que se aleje definitivamente de la política del ladrillo, fácil de implementar en épocas de vacas gordas, pero desastrosa en las flacas. Se hace imprescindible e inaplazable definir a nivel nacional cuáles son nuestras fortalezas y nuestras debilidades y cuáles son nuestras oportunidades y nuestras amenazas, que es una tarea complejísima y que por tanto debería haberse acometido hace mucho tiempo.
Es imposible establecer una estrategia de gobierno nacional-estatal-autonómica-local sin ese paso previo. Lo contrario, su ausencia, nos conduce a vaivenes continuos de planes y contraplanes en los que nos desgastamos los funcionario/as que aún mantenemos la ilusión por lo público, y en los que "afortunados cazatesoros" obtienen pingües beneficios por vender al iluso o interesado gobernante la pócima de Fierabrás que resolverá de un plumazo el engorroso problema que cree haber detectado y definido como de urgente solución. Nuestros gobernantes deben dejar arrinconado su interés en definir los planes estratégicos (por incapacidad manifiesta) y dedicarse a la oscura y desgastadora de liderar la ejecución de esos planes.
Se observa claramente que aquellas autonomías y sobre todo entes locales con planes estratégicos concienzudos, y con profesionales en la ejecución de las políticas públicas, acaban destacando. Ahí tenemos al Ayuntamiento de Bilbao, que consigue equilibrar su presupuesto en épocas duras a la vez que mantiene un ritmo inversor loable. Escuchando a uno de esos técnicos en el Congreso Q-EPEAde 2012, me sorprendió al explicar una medida simple pero muy efectiva: llevar la dependencia orgánica de la presupuestación desde el área de Hacienda y Finanzas al área de Alcaldía. Es evidente que el liderazgo político efectivo necesita controlar, hacer suya, la ingente tarea de definir el presupuesto basándose en la estrategia establecida. 
Cualquier persona medianamente entendida en cuestiones de estrategia en el ámbito público, sabe que para llevar adelante esos planes, es necesario, por un lado, los recursos económicos necesarios y por otro lado, contar con el funcionariado que los sacará adelante, con o sin externalización total o parcial. Por tanto,  se hace necesario, imprescindible e inaplazable igualmente el que la presupuestación pública quede alineada alineada con la estrategia establecida  y no alienada por los departamentos o ministerios de Hacienda, excesivamente poderosos y poco proclives a presupuestar en base a procesos y carteras de servicios. Es decir, situar orgánicamente la presupuestación ejecutiva en la Presidencia, Alcaldía, Lehendakaritza...
Establecimiento de cartera de servicios. 

Los presupuestos sólo pueden construirse desde la base de que las Administraciones públicas prestan servicios y en menor medida invierten en carreteras, ferrocarriles, puertos, equipos de defensa, seguridad ciudadana... De aquella conferencia Q-EPEA 2012, algo más quedó claro, y es que en los presupuestos con visión estratégica debemos conocer muy bien qué servicios públicos prestaremos directamente o indirectamente, y por tanto, una vez establecida esa cartera de servicios, con qué recursos económicos contamos para llevarlos adelante.
La ciudadanía debe conocer de un modo transparente qué costes conlleva la "producción" de esos servicios que consume. Sólo así, podremos avanzar en un debate social público sobre qué es prioritario, quiénes serían los destinatarios que los reciban y qué nivel de prestación podemos soportar o estamos dispuestos a financiar.
Conocidos y aceptados los servicios públicos que todos deseamos tener, y también el precio a pagar, de un modo natural aparecen las críticas más o menos acertadas sobre esos costes, y de ahí las propuestas de mejora o de servicio alternativo. Ese debate, por muy minoritario que pueda ser al comienzo, por nuestra proverbial tendencia a escurrir el bulto y velar la información (escasa generalmente) de las cuentas públicas, debe llegar a la ciudadanía. Somos nosotros y nosotras los que tenemos la obligación de decidir qué nivel de servicios queremos y a qué precio. Si no nos dan la oportunidad de conocerlo y debatirlo, difícilmente podremos madurar social y políticamente. No podemos quedarnos fuera de juego, o peor aún, no pueden seguir secuestrando nuestra opinión y nuestra posición común y mayoritaria sobre todo lo que nos concierne y afecta.
Ni qué decir tiene que los indicadores o modos de medir si las Administraciones Públicas lo hacen bien o mal están lejos de ser algo habitual en la gestión pública. Bajísimo es el porcentaje de AAPP que tienen sistemas integrados de gestión de calidad, o que apuesten por el modelo EFQM. Incluso para vergüenza ajena, algunas como la Hacienda Foral de Vizcaya se ha desenganchado, sin explicar la razón.
Los costes de no calidad, tecnicismo que sólo quiere decir, hacer poco con mucho, es decir, de un modo poco eficiente, siguen sin aflorar en nuestros presupuestos, y los parlamentos, la oposición, las asociaciones y ONGs más beligerantes en el control público, siguen dando palos de ciego en su modo de controlar a los gobiernos y a las maquinarias administrativas. Pero, ¿por qué no pueden?
La razón del por qué no pueden se basa en la ausencia de un mecanismo o esquema nacional obligatorio para todas las administraciones públicas para que definan con detalle, exhaustivamente, la prestación de sus servicios públicos: qué, cómo, con qué funcionario/as, a qué precio, con qué rendimiento. En un palabra definiendo su sistema de gestión, sus procesos de trabajo, su cuadro de indicadores de rendimiento, y evaluando continuamente el impacto de su labor
Cuando se conocen los costes reales de la gestión de los servicios públicos y se comparan rendimientos, la ciudadanía se vuelve mucho más exigente y entramos así en el debate sobre los procesos productivos de los servicios públicos. Entonces llega el mágico momento en el que sólo se piden más funcionarios si hay mayores demandas de un servicio público y si además no se pueden reasignar de otros servicios en desuso. Entonces los planes de empleo comienzan a tener sentido, entonces también, la gestión por competencias de la masa de funcionario/as comienza a tener sentido, ya que tendremos que describir qué tiene que saber cada uno de ellos para realizar las actividades descritas, y con las herramientas (informáticas la mayoría) que precisen.
Entonces también, podremos obtener las mediciones de su rendimiento, y podremos también entonces, comparar unas Administraciones con otras, y sólo entonces, la ciudadanía podrá exigir las mejoras de esos rendimientos cuando sean inaceptablemente bajos, cuando los costes sean inasumibles, cuando las ineficiencias queden al descubierto, y sólo entonces. De cualquier otro modo, simplemente es imposible, puesto que no podemos dejar al "mercado" que elimine a los malos gestores públicos, porque sabemos que el "mercado" no busca la universalidad. Y tampoco podemos dejar a la "tecnocracia" la definición de lo que es bueno para el pueblo y lo que no es bueno, decidiendo por ellos, algo que los extintos gobiernos comunistas dejaron bien claro al resto del mundo tras el colapso de su modelo económico centralista y centralizador.
Y dice bien Fernando Mora en su blog  Errepeté, en una reciente entrada, que el control de la actividad administrativa es fundamental (recomiendo su lectura). Pero aquí debo resaltar una actividad previa muy importante y que los que trabajamos siguiendo la norma ISO-9001 de calidad (o cualquier otra norma) sabemos bien, que para controlar, para verificar que se alcanzan los objetivos que nos hemos impuesto, debemos medir nuestra actividad y el impacto logrado. Sin datos fiables no podemos controlar nada. Queda todo en opiniones "opinables" cuando menos, que suele dar lugar a la aparición de "pescadores en aguas revueltas" totalmente interesados, que buscan su propio beneficio en lugar del de la organización, departamento, ayuntamiento, ministerio o lo público de un país al que sirven o dicen servir.
Y para muestra un botón, puesto que les voy a exponer un ejemplo que tengo muy cercano, con datos reales. En 2003 en el Departamento de Promoción Económica (fusión de los departamentos de Empleo y de Innovación desde 2009), a iniciativa de sus técnicos de organización se planteó la implantación de un sistema de gestión ambiental, que fue certificada bajo norma ISO 14001 ese mismo año.
Desde 2008 se une a la ISO-14001 la certificación ISO-9001, con un alcance en principio menor, los servicios generales del Departamento, núcleo central de servicios transversales, pero con un importante impacto en el liderazgo técnico-organizativo de todas las actividades del negocio principal del departamento: las políticas públicas en materia de fomento del empleo, del talento y de la promoción económica.
Desde entonces hasta el momento presente, el sistema ha sido sometido a auditorías internas y a externas, con procesos de recertificación cada tres años. Los planes de mejora derivados de la gestión del sistema han dado lugar a los siguientes ahorros:






Nada menos que un 2% anual sostenido del presupuesto del programa de Administración General del Departamento de Promoción Económica. Los resultados son elocuentes. Pero al mismo tiempo, no nos olvidemos del impacto ambiental que ha supuesto en ahorro de toneladas de CO2 emitidas a la atmósfera. Ahorro energético y disminución del impacto ambiental van de la mano.

No cabe otra conclusión que calificar esta experiencia de ya  9 años de inmejorable. Y ello a mi modo de ver se ha conseguido por dos razones principales:
  • Por el evidente ahorro logrado, reduciendo los impactos ambientales de la actividad administrativa, y de ahorro económico significativo en un área de servicios generales a la que nadie le presta la debida atención y que está en el núcleo duro de lo que llamamos despectivamente como burocracia.
  • Por el magnífico ejemplo que supone la gestión administrativa guiada por un sistema de planificación y trabajo basado en procesos, gestión por competencias, mediciones mecanizadas de indicadores de eficacia, eficiencia, y por la incorporación de la mejora continua.
 Pero sobre todo por el abandono de la tradicional excusa de los funcionarios pusilánimes, apoltronados y comodones, que reza "eso no se puede hacer" y del gran pseudo-objetivo de los que pertenecen a esa grupo:  "para qué cambiar". En unos momentos de abandono por parte de algunos departamentos de las políticas de calidad y excelencia en la gestión, de tijeretazos a ciegas, o peor aún, realizadas sin fundamento político y sobre todo social, sin indicadores de eficiencia en los que basar sus decisiones, apuesto firmemente por un modo sistemático y sistematizado de gestionar lo público, basado en una dirección pública profesional, en el establecimiento de carteras de servicios públicos, con costes reales, con indicadores universales consensuados, con metodologías de medición auditables y con rendición de cuentas en tiempo real, con total transparencia de nuestra gestión ante los ciudadanos. Las pruebas son evidentes, ya que los números hablan por sí mismos. Aquí no hay trampa que valga, las facturas de los proveedores están disponibles para quien quiera auditarnos "de nuevo". Ahí dejo el guante para quien se atreva a recogerlo.





sábado, 9 de junio de 2012

Medid,medid...¡¡medid malditos!!

Vuelvo a mi estado de irritación, crispación crónica o como quieran llamarlo. Pero seré muy breve esta vez porque venía preparando una entrada para este blog bastante extensa y repleta de datos que confirmarían mi  hipótesis de trabajo, y los acontecimientos político-económicos de los últimos días me han conducido a acelerar los trabajos. Es decir, que simplemente me desfogaré un poco aquí a la vez que voy anticipando la materia del próximo post.

Y mi indignación esta semana viene alimentada por la cantidad de tonterías que vengo oyendo en todos los medios alrededor de lo que tiene que hacerse o no hacerse acerca del caso Bankia y de la crisis de credibilidad del sector bancario español y por extensión de toda la economía española y del propio país como tal. Cifras y más cifras, cada cual desatinando un poco más, hablando de lo que no saben, de lo que no conocen, y todo ello, y lo resumo aquí para no aburrir más al lector, por culpa de la proverbial estulticia y autocegamiento de la clase política situada en tareas ejecutivas, de la clase política situada en labores opositoras y por extensión, en general, de los cuerpos administrativos de altos funcionarios, especialmente los dedicados a temas no presupuestarios. Y por qué me preguntarán...Pues sencillamente porque los indicadores que  manejan, o mejor dicho, que manejamos, ya que yo mismo me incluyo, no son fiables, y eso cuando hay indicadores. Tengo muy confirmado que ningún político de los que me han dirigido (esto es un eufemismo encubierto, me refiero al uso del verbo dirigir) ha sido capaz de preguntarme de dónde salen esas cifras y sobre todo, cual es el algoritmo de cálculo, la metodología utilizada, qué excepciones contemplaba, alcance y  sobre todo la fiabilidad, confianza, existencia de estándares, comparaciones con otros indicadores o mejor dicho, existencia de indicadores reconocidos con toda esa información antes mencionada, bien establecida y definida.

No amigos y amigas lectores, nunca, nunca se han preocupado de todo eso. Pero es más, es que lo extiendo al común de los españoles. Una sencilla encuesta informal a mis compañeros y compañeras de oficina sobre su economía doméstica me viene a decir que la información detallada de gastos e ingresos (esto último sencillísimo por culpa de nuestra dependencia de una simple nómina, sin parte variable) les es ajena. Nadie fue capaz de decirme cuánto se gastaba en combustible al año, cuánto en peajes, cuánto en electricidad, en alimentación, en espectáculos...Bueno, pues aunque parezca un lunático, yo sí que me molesto en anotar y clasificar mis gastos y en conocer cómo me pueden afectar las subidas de ciertos productos y no las de otros. Creo que les aburro con mi insistencia en dotarnos de una batería de indicadores, pero de indicadores en su sentido más técnico y más extenso de la palabra, acercándonos a lo que contempla la norma UNE dedicada a estos menesteres (sí, para todo o para casi todo hay una norma, una forma sensata y concienzuda de hacer las cosas, en este caso medir). ¿O es que no se acuerdan de por qué se estableció el sistema métrico decimal? El enorme esfuerzo que dedicaban los comerciantes internacionales en hacer cálculos y más cálculos para hacer comprensibles los precios y para poder consolidar sus ventas en las cuentas de las empresas. Y no tenemos que irnos muy lejos, porque ahora mismo necesitas una vista de lince para poder conocer el precio del kilo de lo que contenga cualquier lata de conservas, o para conocer el precio del litro de suavizante, de lejía, etc, de tan variados envases y volúmenes, con ofertas y contra-ofertas...La labor de medir el precio final para el pobrecito cliente se vuelve imposible.

Pues extendido este pensamiento al mundo de la banca, de la presupuestación pública o de las grandes finanzas y concluirán conmigo que estos magníficos auditores que nos han visitado, sí, los del Fondo Monetario Internacional, habrán elaborado un informe técnico con la cifra final que necesita el sistema bancario español para conseguir su saneamiento final, de la que no tendría yo ninguna confianza. ¿Cómo es posible que el Gobierno de Rajoy no haya conseguido saberlo en 6 meses a los mandos del Estado?¿Cómo es posible que el Banco de España tampoco la sepa, o al menos, nos digan los primeros que los segundos les engañaron en el caso Bankia? ¿No será que nadie tiene interés en conocer la cifra del despropósito porque nos traería pistas de quiénes han metido mano en la caja, valga la figura literaria no buscada? ¿O se trata de que realmente no hay sistemas sólidos de indicadores con metodología de cálculo contrastada?

Medimos poco o muy poco, y bastante mal, con poca precisión, y sobre todo con poquísimo interés en mejorar los cálculos, en buscar tendencias y en extraer consecuencias de las mediciones realizadas para intentar mejorar nuestra gestión pública. A nuestros políticos, a nuestros funcionarios, a nuestros ciudadanos no les interesan para nada esos indicadores de eficiencia, de eficacia, de impacto... Pero así no podemos seguir, teniendo que aceptar que nos vengan los auditores del FMI a darnos esa cifra. Así no podemos seguir, viendo en una rueda de prensa de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, cómo sus consejeros titubeaban, inseguros, al pedir los periodistas datos. Y eso que estos últimos apenas si tienen agudeza en su crítica, incapaces de exigir método, consistencia y confianza en los datos aportados por los políticos, que tan pronto pueden hablar de kilos como de toneladas, sin el menor rubor. Insisto en que es un mal crónico de este país, y si queremos estar en la Champions League de los países más adelantados tenemos que aprobar esta asignatura con nota. Ahora tenemos una calificación de muy deficiente. Es la realidad incontestable. Las propuestas que siempre incluyo al final de cada post se describirán con detalle en otra entrada que verá la luz en próximos días. A ella les remito amigos y amigas lectoras.