sábado, 31 de diciembre de 2016

Guía de desenmascaramiento del populismo

Ha pasado más de un año desde mi última publicación en este blog. Las circunstancias sobre todo laborales que me ha tocado vivir han hecho imposible mantener mi lento ritmo mensual de escritura. Demasiados frentes abiertos en el trabajo han sometido a mi mente a un estrés inasumible, que absorbía cada minuto libre que me quedaba. Imposible por tanto seguir a los acontecimientos sociales, políticos y administrativos en los que estamos sumergidos, casi ahogándonos desde hace muchos, muchos meses.

No se trata de una excusa, aunque lo parezca. Después de algún post en el que abordé el tema de la motivación del funcionario público con mayor o menor amargura, nadie que siga este blog podrá extrañarse de que haya renunciado a escribir aquí a cambio de reorganizar funciones y tareas, desarrollar pequeños prototipos informáticos y actuar de "e-facilitador" en un mundo de funcionarios públicos que se enfrentan a la mayor crisis organizativa desde la caída del Imperio Romano. Parece exagerado lo que expreso, y aún así, creo que me quedo corto como más adelante (y no fijo ninguna fecha concreta) desarrollaré. En cualquier caso, como creo que los valores individuales deben prevalecer sobre cualquier egoísmo personal o cualquier regla auto-impuesta, era el momento de acallar mi interior, limpiar bien la válvula de escape de una olla llena de neuronas hiperactivas y desasosegadas y esperar a un mejor momento.

Finalmente, el momento ha llegado, y con el fin de 2016 veo la luz al final de mi pequeño túnel llamado Calvario Público. Varias carpetas de pendientes han quedado vacías, otro bloque de asuntos han quedado felizmente encarrilados, y ya puedo levantar la mirada hacia un horizonte laboral en el que se abren numerosas posibilidades completamente apasionantes.

Dicho esto, debo insistir en que lo he conseguido a pesar de casi todo, y especialmente de casi todos y todas nuestras dirigentes. Y aquí enlazo con lo que más me preocupa desde hace muchos meses y  que ya comienzan a ser años: nuestros y nuestras dirigentes, nuestras élites...El posesivo está de más, no me gusta, según lo leo una vez escrito reniego de él, pero tengo que mantener la frescura e inmediatez de este texto. Es mejor reflexionar sobre ello que simplemente borrarlo, dejando al lector la tarea de advertirlo o no. Demasiado riesgo. Prefiero explicarles mi cambio de "nuestras" élites, por el de "las élites que nos gobiernan". Aquí "nos" aparece como destinatario de la acción verbal gobernar. Permítanme que dude e incluso ponga en solfa que ahora mismo exista gobierno del común, de los asuntos que nos preocupan a todos los "desgobernados".

Ya sé que parece una exageración, y que incluso alguien que me conozca puede pensar que estoy intentando llamar la atención, pero lo cierto es que día a día me voy convenciendo del negro futuro que espera al Planeta en su conjunto a medida que las estupideces colectivas se van imponiendo y extendiendo lentamente, tanto en los super desarrollados países del primer mundo como del resto. No se salva nadie: ha llegado la hora de los malgobernantes, egoístas, malencarados, mentirosos, corruptos...a la vez que quienes no se encuentran en ese colectivo van siendo derribados poco a poco e inexorablemente del poder, arrastrados por un vendaval de votos de ciudadanos que buscan la solución definitiva, y sobre todo fácil a sus problemas.

Y los derribados se miran extrañados unos a otros preguntándose qué han hecho tan mal para que la ciudadanía les de la espalda y vaya detrás de semejantes sinvergüenzas, detrás de personas que lanzan soflamas populistas baratas que hacen sonrojar a cualquier persona medianamente cultivada. Creo que deberían fijarse más en la definición de populismo antes de criticarla y despreciarla sin más. Define populismo el DRAE como "Tendencia política que pretende atraerse a las clases populares", así, sin más aditamentos, sin que podamos deducir de la definición que es algo malo, ni bueno tampoco. A su lado, por cercanía he encontrado la palabra popularismo, que además de tener como primera acepción la propia expresión populismo, tiene una segunda acepción "Tendencia o afición a lo popular en formas de vida, arte, literatura, etc". Esto nos lleva a buscar la definición de popular donde aparece en su tercera acepción como "Perteneciente o relativo a la parte menos favorecida del pueblo", de tinte claramente sociopolítico, en la cuarta acepción "Que está al alcance de la gente con menos recursos económicos o con menos desarrollo cultural", que adjetivaría como económico-social, y una quinta acepción "Que es estimado o, al menos, conocido por el público en general" que encaja en lo que llamamos vida social de los ciudadanos. Con semejantes definiciones, no es de extrañar que la manipulación política de esa expresión sea tan fácil y burda por parte de gente tan zafia y tan poco preparada.

En resumen, que vivimos una época de desertización, de vaciamiento de élites preparadas y dispuestas a ejercer un liderazgo difícil y costoso en lo personal, y por tanto incluso altruista. No ha habido reemplazo en la última década y lo que vemos venir (o que ya ha llegado) es un auténtico desastre sin paliativos. No se salva casi nadie. Puesto que en la mayoría de los casos han llegado de la mano de las clases populares desheredadas, confusas, desgraciadas, arrinconadas, venidas a menos, hemos de sospechar que tenemos por delante un ciclo de desgaste "popular"  que debemos sufrir antes de resurgir depurados de este marasmo económico, social, político y cultural al que hemos acudido encantados y por supuesto engañados como en los viejos cuentos de marineros y sirenas. Porque mientras sigamos oyendo a nuestros hijos universitarios que sin un iphone de 1000 euros "no puedo vivir", deberemos sospechar que aún no hemos tocado fondo.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Programas electorales: APP para elegir lo que más te conviene.

Las encuestas lanzan continuamente la idea de que hay muchos ciudadanos indecisos en cuanto a quién van a votar. A medida que nos acercamos al 20 de diciembre, día de elecciones generales en España, la campaña electoral se va calentando, como por otra parte viene siendo habitual en ocasiones anteriores. Todo son propuestas, ideas felices y alguna que otra tontería muy mal definida y menos aún pensada con frialdad. Esta vez está todo bastante liado si lo comparamos con las anteriores elecciones generales.

En noviembre de 2011 se veía como muy necesario un cambio de partido político gobernante, ya que el PSOE aparecía como terriblemente desgastado y cansado, después de enfrentarse a una negada inicialmente crisis económica, que desembocó en otra gran crisis social. En esta ocasión, con tantos debates a cuatro bandas, a dos bandas, a seis bandas...con muchos interlocutores, programas diferentes o sólo ligeramente matizados, la cortesía y el buen hacer general parecen bien asentados, lo que no deja de ser un logro. Si lo comparamos con aquella tristísima noche de debate a dos Rs entre Rajoy y Rubalcaba de  noviembre de 2011, no hay duda de que la competencia partidista obliga a más esfuerzos y eso suele traer consigo mayor ingenio y mejores ideas en general. Aquella noche del debate R-R, la negación continua del Rajoy a mostrar su programa electoral a su oponente, y por descontado a los electores españoles me anticipó el fiasco que nos esperaba para los próximos 4 años de gobierno si ganaban los populares, como así finalmente fue, con una mayoría aplastante que nos complicó todo aún más.

Y el no-programa del PP, el programa-oculto, se fue desvelando a partir de entonces. Poco se podía hacer democráticamente, o civilmente hablando (me gusta ese adverbio que limita el campo de actuación, en un modo civil, nunca modo incivil ni modo militar). Algunos pobres resistentes intelectuales nos limitamos a escribir denuncias, a reconstruir sus falsos relatos y como mucho a pedir su  dimisión (en mi propio blog..."Rajoy, te pido que dimitas", he animado durante cuatro largos años a los lectores para que firmaran la petición de Change.org con la que se encabeza la columna derecha del blog.  Es hora de quitarlo y sustituirlo por alguna otra iniciativa que merezca mi consideración.)

Día tras día, manifestación tras manifestación, marea tras marea, exabrupto tras exabrupto mediático, paseíllo judicial de político corrupto tras paseíllo, la legislatura ha concluido y con ella el mandato del gobierno Rajoy. Es hora de volver a votar y olvidar esos tiempos, aunque no de intentar rectificar todos los desmanes causados. Para ello cada partido de la oposición ha construido su programa político de buenas intenciones y deseos para los próximos cuatros años. Deberíamos leerlos, y mucho mejor aún, participar con propuestas para incorporarlas a los mismos, o al menos para poder debatirlos abiertamente. No es lo habitual, aunque debo reconocer que si reflexiono sobre ello, observo un cambio bastante importante en los últimos dos años. Hay más participación política, más movilización, con mayor interés en estos debates. Tanto es así, que hasta me he animado yo mismo a intentar hacerme con el programa "largo" de cada partido a través de sus respectivos sitios web, e incluso he leído algo de cada uno, si es que he podido conseguirlo.

Precisamente, conseguir los documentos programáticos ha resultado fácil en algunos casos, y realmente imposible en otros. No me considero muy torpe en esto de las búsquedas on-line, más bien lo contrario, y con cierta paciencia para alcanzar mis objetivos, pero en esta ocasión, no he obtenido el 100% de los documentos. Me falta uno...¿adivinan de qué partido? Sí, como diría mi entrañable Ana Pastorcilla tras entrevistar a los distintos personajes que imita  José Mota, "tú también te has dado cuenta, ¿no?". Me falta el del PP. Eso sí, en su sitio web tienen un comparador de programas por áreas que es la monda lironda de interesante. Se nota que hay presupuesto de sobra para conseguir que alguien (sospecho que son más bien muchos)  lea y estructure los programas electorales de la competencia política, extraiga los puntos más débiles (¡¡por supuesto!!), los califique, por supuesto que también siempre desde malos a malísimos, sin más paliativos, y que finalmente añada una batería de comentarios subjetivos en la mayor parte de los casos que den algún tipo de soporte intelectual a la calificación precedente. De nuevo, las suyas reciben la máxima calificación, faltaría más.

Pero no echemos por tierra sin más este planteamiento de debate programático. La idea es realmente muy buena si su realización fuera dirigida por algún equipo multidisciplinar independiente que pusiera los puntos sobre las ies a todo lo que se menciona, se asevera y propone en los distintos programas políticos. Lo ha intentado Ana Pastor, a la que he intentado seguir en El Objetivo de la Sexta los últimos domingos, pero es realmente muy difícil de realizar. Se escapan del debate numerosísimos temas, áreas y materias que nos afectan en mayor o menor medida a cada ciudadano o ciudadana. Se me antoja muy laborioso conseguir construir el auténtico comparador, una especie de APP para tu smartphone donde te interrogaran sobre todas y cada una de esas materias, con preguntas bien seleccionadas, neutrales, con la intención de que cada uno de nosotros descubramos cómo nos afecta realmente a nuestra vida actual y futura a medio plazo. Es un paso previo imprescindible para poder luego opinar sobre las propuestas que nos hagan los partidos políticos. Y luego, esa super APP (ya ven ustedes que la he subido de nivel) debería ser capaz de detectar contradicciones en lo que opinamos individualmente al terminar de contestar a la batería de preguntas, ofreciéndonos un pequeño informe con esas incoherencias internas (a modo de sesudo politólogo-psicólogo) con propuestas para reconducirlo, del tipo "para eliminar la incoherencia entre x e y, ¿qué prefieres?, ¿mandar a la porra el tema x o bien prefieres que y siga como hasta ahora?". Y así, lentamente, acabaríamos reconstruyendo nuestro modelo interior ideal respecto a lo que realmente queremos, es decir, reflexionando, decidiéndonos de una vez y ordenando prioridades.

Una vez que tengamos nuestro orden de prioridades bien establecido y del todo coherente, la hiper APP (de nuevo la subo de nivel) lo lanzaría contra los distintos programas políticos, a modo de rejilla o filtro, de modo que se acabe viendo cuantos impactos positivos y cuántos negativos tiene en cada programa político, pudiendo incluso ordenarlos por grandes materias. Podría ser que apareciéramos retratados políticamente como de derechas en materia de extranjería, y sin embargo, en materia social, fuéramos de izquierdas. Aquí de nuevo me surge una duda respecto a de si la hiper-mega-APP sería capaz de encontrar incoherencias en nuestro perfil político respecto a grandes áreas de interés. Tal vez, la mayoría encajemos poco en perfiles políticos puros, y acabemos recibiendo un informe del tipo 80% izquierdoso-15% liberal-5% reaccionario, por poner un ejemplo.

Con ello, también contribuiríamos a reducir las típicas discusiones familiares o entre amigos acerca de dónde se sitúa políticamente cada uno, qué predica y realmente qué hace, llegando a conocer mejor "de qué pie cojea fulanito". Le pediríamos que compartiera su informe político por whatsapp y hasta podríamos así analizar grupalmente la tendencia política de ese grupo. Realmente las posibilidades que le encuentro al programita son casi infinitas. La Hiper-Mega-APP citada, debería acabar proponiendo el voto para el "programa político" que mejor encaje con nuestro orden de prioridades ya perfectamente coherente.

Pero lo que no debería faltarle a la dichosa app es esta pregunta final "Pero a tí, ¿qué te pide realmente votar tu cuerpo serrano?"

miércoles, 28 de octubre de 2015

De Lehendakari a Presidente

La verdad es que el título de esta entrada poco puede sugerir a alguien que no esté relacionado con la política vasca o española en general. Y creo que por lo tanto, es necesario aportar aquí una pequeña explicación para poder situar a quien lo lea.

La idea surgió tras escuchar en los diarios hablados de la SER la noticia del triunfo electoral de Trudeau en las elecciones de Canadá.  Fue un triunfo aplastante del partido liberal frente a los conservadores, que habían gobernado el país, al frente del gobierno federal durante muchos años, creo recordar que 12 consecutivos.

Pero lo curioso de la noticia proviene de un líder victorioso bien asentado en un estado como Quebec, tradicionalmente muy beligerante a favor de la independencia respecto de Canadá, con una minoría francófona muy importante.

Durante muchos años, los líderes independentistas de diversas regiones (simple denominación geográfica) europeas como Cataluña, País Vasco, Córcega, Bretaña, Flandes, etc han seguido de cerca y han tomado como modelo a Quebec y a sus líderes independentistas. Y continuamente aparece su nombre en los debates políticos europeos que tratan sobre temas de independentismo regional en el complicado entramado estatal europeo. Citas y menciones interesadas en la mayoría de las ocasiones porque para la mayoría de los europeos, la política canadiense se ve lejana, una auténtica desconocida, y cualquier disparate oportunista lanzado en los medios de comunicación locales europeos se me antoja difícil de verificar y contrastar si te pilla en frío, alejado mentalmente de ese debate.

Y por esa misma razón, me ha llamado poderosamente la atención el hecho de que el ganador de las elecciones en Canadá, tenga su origen político en Quebec, y que las menciones constantes a los beneficios del biligüismo hayan llegado hasta Europa. Es evidente que hay naciones europeas como Holanda, en la que el debate lingüístico hace tiempo que se dejó a un lado, o como Finlandia, donde el sueco es también idioma oficial como el finlandés, o incluso en la otrora convulsa Irlanda, galés e inglés sean también coofiales. No hay en todos estos casos citados restos de colonialismo, sino aceptación de la realidad social. Es evidente por tanto, que la complejidad política ajena no puede trasladarse sin más a este país, ser ejemplo magistral de algunos políticos independentistas locales, porque al profundizar en el ejemplo, algunos vemos "algo más", ese algo que tanto echamos en falta en España: políticos de altura, merecedores de los cargos que ostentan, capaces de entender que gobiernan para el conjunto de la sociedad y no de sólo para los que les han votado.

La realidad política española es sin embargo una formidable pared en la que nos estrellamos todos aquellos que intentamos racionalizar la situación política de Cataluña. Demasiados intereses particulares, demasiada crispación, ensoñaciones continuas, descarados planteamientos particuilaristas, escasez de miras "generales".

miércoles, 26 de agosto de 2015

Mandangas presupuestarias y el ritmo natural de las cosas

Que el anticipado debate presupuestario no es nada edificante, en el sentido de favorecer la educación cívica entre los españoles, y que tampoco es didáctico, en el otro sentido de ayudar a comprender a la ciudadanía sobre la importancia de hablar de los servicios públicos, sus obligaciones y de los costes que conllevan, ha quedado a todo el mundo claro al oír al inefable Ministro Montoro. Ayer nos soltó una de sus perlas periodísticas (me refiero aquí a sus "mandangas"), que encajan perfectamente en este raro mes de agosto, violado unilateralmente por decisión del presidente Rajoy. Se acabó la paz, el hastío, el aburrimiento típico de este mes, que conduce a un relajamiento básico, necesario a todos los efectos, previamente a la próxima campaña electoral.

Y todo este estrés vacacional lo vamos a pagar en elevados costes sanitarios derivados de las enfermedades mentales varias que nos va a causar tanto trabajo en tiempo y forma no habituales. Los cambios bruscos son perjudiciales para los seres vivos, pertenezcan al reino animal o vegetal.  No les voy a aburrir a los lectores del blog con un principio básico que vengo observando en el huerto familiar: cuando las temperaturas oscilan bruscamente, un día a 20ºC y al siguiente a 35 ºC, para volver a bajar, en una especie de montaña rusa meteorológica, las pobres plantas se estresan tanto que florecen mal y en consecuencia fructifican mal, y en esta situación de debilidad son objeto de todo tipo de ataques de insectos y de enfermedades fúngicas. Si el verano viene abrasador en una lenta ascensión de las temperaturas no hay problema, todo sigue el ritmo natural y esperado de la Naturaleza y los resultados son excelentes. Podrá parecer una lenta agonía, pero la flora se adapta lentamente y con ella, la fauna que en ella y de ella vive. Es lo que yo denomino el ritmo natural de las cosas.

Pero he aquí que este fatídico verano están sucediendo hechos anómalos que están conduciendo a un estrés social y político que alcanza a todos los rincones del planeta:
      • Los desórdenes sociales en Brasil, con una economía en vía muerta. Ya no hay "B" en ese renombrado grupo de países (BRIC). Mandanguilla amenazante.
      • La caída del precio del petróleo a los 50 dólares/barril, con lo que otra economía emergente, la rusa, se encuentra fuera de combate. Ya no hay "R". Mandanga a las puertas de Europa vía Ucrania...
      • Tampoco parece que haya C, puesto que China está prácticamente parada, con caídas bursátiles de vértigo en la última semana. Una mandanga oriental que vaya usted a saber dónde puede terminar.
      • Nos queda India, pero tampoco creo que sóla ella vaya a hacer nada por sacar al Planeta de esta situación de nueva pre-crisis económica, social y política a escala mundial. Por ahora no parece una mandanga, más bien una pre-mandanga, pero sinceramente yo no me fío de sus estadísticas.
      • Por otra parte, las corrientes migratorias de África y Asia  hacia Europa están creando una crisis política que poco a poco desencadenará brotes xenófobos, que si no se fumigan con "xenofobicida" a tiempo, formarán fuertes ramas, árboles de gran porte e incluso pequeños bosques. La mandanga consiste en no hacer nada serio para arreglar el problema, que es lo que parece que están pensando los gobernantes europeos: "están aún en Grecia...no sé si cruzarán Macedonia...ufff, ya asoman por Serbia...parece que Hungría está construyendo un vallita....puede que resista...Austria los parará...seguro...".
Y ya volviendo a España, nos encontramos con la reforma laboral de 2012 desastrosa en cuanto a sus consecuencias sociales y económicas:
  • Salarios medios por debajo de los 900 euros/mes, cercanos al salario mínimo español, y ya por debajo de la pensión media. Esto quiere decir en un sistema de seguridad social como el español, en el que las pensiones se  basan en cotizaciones de los trabajadores y de sus empleadores, que el sistema no tiene viabilidad a medio plazo. Vaya mandanga...
  • El fondo de reserva de la Seguridad Social sigue cayendo, a medida que continuos sablazos del ministro Montoro, reducen progresiva y contundentemente su volumen total. A este ritmo, en un par de años lo habrá liquidado si es que continúa el PP en el gobierno estatal, y si sigue él como "master maravillas" de las finanzas. Otra mandanga que ya da miedito de verdad...
  • Amenazas de exclusión del sistema actual a viudas y huérfanos, precisamente los primeros que fueron incluidos en los comienzos de la luchas obreras a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Esto nos da una idea de la política demográfica que tienen en mente los gobernantes del PP con Rajoy a la cabeza: ninguna. Amenaza de  mandanga, o mandanga amenazante, vaya usted a saber cómo se puede definir tamaño despropósito.
  • Las nuevas cotizaciones aportadas por los trabajadores autónomos quedan reducidas por decisión gubernamental a poco menos que una cifra testimonial. Ni cotizan, ni tienen derecho a una pensión digna, pero a cambio, dejan de estar registrados en las listas del paro. La jugada política puede parece muy inteligente a corto plazo, pero es pan para hoy y hambre para mañana, como diría mi sabia abuela. Una mandanga muy negra, que tizna hasta a Don Limpio.
En resumen, que en una situación tan lamentable, en el que las campañas mediáticas de los adlátares del poder de la derechona española nos venden el humo de la recuperación económica en forma de miserables empleos a tiempo parcial y para cortos periodos de tiempo de contrato, con unos ingresos miserables en las familias, el gobierno del PP decide adelantar el debate presupuestario y hurtar la posibilidad de diseño presupuestario serio y responsable al siguiente gobierno que legítimamente tome el poder después de diciembre. Siento ser tan repetitivo, pero esto es otra gran "mandanga", ¿no les parece? 

Y eso que nuestro presidente de gobierno Rajoy se caracteriza por tener el récord de menciones a la palabra "seriedad" en la gestión política durante su mandato. ¿No será más bien que nos encontramos en los estertores de su gobierno de mandanga, en una prolongación mandanguil (y por tanto inútil) de un escenario político y social ya pasado de época, finalizado, muerto...?



martes, 30 de junio de 2015

Yo también votaría no en el referendum griego...

Pero como soy ciudadano europeo con pasaporte español me quedo con las ganas. Y es que toda esta ronda final de negociaciones con los inconmovibles miembros del stablishment europeo al final ha llegado a su fin. Se ha roto la baraja, ya no jugamos más, no nos interesa, no vemos ni futuro, ni propuestas con sentido ni un plan creíble que conduzca al crecimiento de los países del Sur.

La avaricia rompe el saco, dice un viejo refrán español. Supongo que habrá refranes o dichos populares equivalentes en otras lenguas, porque ese pecado capital no es sólo propio del pueblo en el que vivo. Por desgracia estamos comprobando que los acreedores alemanes y franceses no quieren jugar con el riesgo y ventura de cualquier negociante que se precie. Pretenden siempre ganar y ganar, aunque se equivoquen, aunque se equivocaron, por avaricia en los años del boom económico de los países del Sur de Europa. Pero es que ya hemos hablado mucho de eso, y siempre llegamos a la misma conclusión: te presté con unas garantías, esas garantías ya no valen lo que consideré que era un precio razonable y por tanto, tengo que ejecutarlas pero lo que falte para que me devuelvas el préstamo seguirá ahí pendiente, y obligado a devolvérmelo o...

Ay ese "o"!!! Da mucho miedo, esa amenaza velada. Es algo que siempre queda en el aire, como un entendimiento tácito  sobre lo que tú ya sabes que te puedo hacer. Suena a amenaza mafiosa. ¿Se imagina el lector a Alexis Tzipras recibiendo la oreja sanguinolenta de algún familiar cercano con una carta que le dijera: "págame lo que me debes o lo siguiente será la nariz, y lo siguiente una mano...y así hasta que te devuelva a trocitos el cuerpo entero"? ¿Se imaginan la escena? Pues no veo diferencia entre lo que está pasando en esa escena y las negociaciones entre la Comisión Europea, el FMI, el BCE  por una parte, y por la otra, a los miembros del democrático y recién elegido gobierno griego.

Y es que ahí tenemos al inefable Junkers, martilleando sin cesar en los medios adictos acusando al pueblo griego de no saber qué es lo que está haciendo. Pues claro que lo sabe señor Junkers. Saben perfectamente lo que es no tener ningún futuro, salvo el del esclavo que malvive para devolver un crédito que nunca podrá devolver, y malvendiendo lo poco que tiene, y viendo como los acreedores, avaros hasta asquear, menean la cabeza con signos de desaprobación. Pero cómo podéis hablar de buena gestión bancaria si os habéis metido en un negocio ruinoso invirtiendo en Grecia. ¿De qué os sirve engañaros pensando en que los tontitos políticos griegos acabarán firmando de nuevo otra serie de acuerdos sangrantes para Grecia, para la gentes sencilla y trabajadora, la que tiene un pequeño negocio, la que tiene un simple contrato de trabajo, la que sólo vive ya de la pensión estatal. Pero cómo habéis invertido con tan poco fundamento!! Simplemente por la avaricia que ha invadido la sociedad europea y sobre todo a la clase empresarial europea que copia métodos del otro lado del Atlántico pero sólo en parte, porque aquí nos hemos acostumbrado a tener una red maravillosa que para todos los golpes: la socialización de las pérdidas, siempre con el beneplácito de los partidos políticos tradicionales.

Por tanto, ha llegado el momento de decir basta, de devolver la voz y el gobierno de la nave económica a los griegos, dando la cara, debatiendo a puertas abiertas con todo lo que implique a futuro, sea para decir sí o para decir no, pero que sea una buena mayoría la que hable, y otra gran mayoría la que se decante hacia un lado o  hacia otro.

No es hora de tener miedo. El único miedo que tenemos los que no somos griegos y estamos en situación parecida es a que nunca llegue al poder un partido político que represente de verdad a los intereses del pueblo, es decir, auténticamente populista, y no demagógico. Lo que tenemos ahora gobernando es auténticamente clasista y demagógico, y lo extiendo desde España al resto de Europa. Realmente me avergüenzo de la transformación del proyecto europeo, de aquello en lo que lo han convertido estos politiquillos europeos de ínfima estatura moral y demasiadas deudas personales con sus jefes de los poderosos grupos empresariales transnacionales.

Se ha subido el telón y la función acaba de comenzar. Siento una envidia sana de los griegos. Es hora de debatir y de votar. Mucha suerte.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Reformando impuestos...empezando la casa por el tejado

Está en el ambiente, se palpa, se huele, se percibe, se siente que algo está moviéndose en el desértico imaginario político español, o mejor dicho, de los españoles. En el primero, en cuanto a alcance, incluiría tan sólo al de los partidos políticos tradicionales, y en el segundo, pese a su obviedad, a aquello que pensamos, aceptamos y sentimos respecto a un hipotético ideario político el conjunto de los españoles como colectivo o inmenso grupo social.

Este segundo imaginario, parece que ya no acepta, al menos eso dicen las encuestas, o lo que deducimos de las conversaciones informales con nuestros amigos y conocidos, que todo pueda quedar igual, que sigamos votando lo mismo, y creyendo que votar cualquier otro desconocido o recién llegado es un ejercicio pirotécnico de alto riesgo, como un inmenso petardo nacional que puede hacer estallar el mundo que conocemos y en el que, en general, malvivimos como podemos, unos pocos mejor y la mayoría bastante peor que la media.

Ya no se acepta, pero porque ya no nos creemos nada de lo que cuentan y prometen. El descrédito del discurso único económico vigente ha llegado a tal nivel de hastío y "cansinismo" que la demanda de cambio radical deja de provocar vértigos en el común de los españoles. Son ya demasiados millones de votantes los que no tienen nada que perder si "el experimento" se va a pique y con él, nos arrastra a todos y a todas (por una vez iguales). Y casi mejor, para que reaccionemos todos, los afortunados y los que están a punto de ser desafortunados, de ser descabalgados de su magnífica posición de clase media, próspera y con sueños de una jubilación dorada sin madrugones y cabreos laborales. 

Han perdido el control de las masas desgraciadas, movilizadas ante la amenaza de que el cambio para peor no es transitorio. Al contrario, su permanencia en el tiempo sólo nos hace pensar en que ha venido para quedarse, para fosilizar la miseria y la pobreza de una gran mayoría. Y eso es ya mucha amenaza, seis, siete años de vacas flacas, mientras el recuerdo de los años gloriosos en los que España se convirtió en la 8º potencia económica mundial se va desvaneciendo en nuestra memoria colectiva de nación.

Pero qué ocurre cuando has decidido actuar como ciudadano comprometido o simplemente como ciudadano machacado, laminado por la crisis laboral y social eterna en la que vivimos. Te dices que darás el paso, que cambiarás tu idea de que tu voto no sirve para nada, que no harás caso de los derrotistas y amargados que nos rodean, y que tampoco harás caso de los que auguran desastres económicos "bolivarianos" que arrasarán los fundamentos de credibilidad internacional de España, que nos transformarán en parias del occidente europeo.

Tal es la angustia que provoca en algunos de nosotros, que incluso, en medio de un proceso electoral de un ámbito que poco tiene que decir de las grandes finanzas estatales y de reforma o incluso recreación del sistema impositivo español, nos tentamos la ropa y antes de nada, empezamos a investigar los programas económicos de los nuevos partidos alternativos que han surgido con fuerza desde las elecciones al Parlamento Europeo en 2014: por un lado Ciudadanos y por otro lado Podemos.

Creo que tocar el bolsillo de la gente corriente por parte de los gobiernos debería constituirse en un proceso muchos más transparente que el actual y sobre todo, en un momento temporal posterior al de definición de lo que queremos hacer, construir, sostener con esos impuestos. Por desgracia, la correcta cuantificación de los costes de los servicios públicos no es un punto fuerte de este país. El sistema contable se acaba perdiendo en vericuetos incomprensibles para la mayoría de los ciudadanos, con una carga de tecnicismos que lo hacen opaco de hecho. Y no digamos si lo que queremos es establecer los niveles de prestación de servicio público, empezando por la sanidad y siguiendo por la educación, como dos enormes pilares sobre los que descansa el estado del bienestar que pretendemos desarrollar y mantener.

El ciudadano medio desconoce esos costes, y cómo se acumulan en una cuenta general de ejecución presupuestaria (que por cierto, está disponible casi siempre con algunos años de demora para análisis general, pero no detallado). Y no conociéndolos, le obligan en plena campaña a votar por un programa político donde se pretende establecer a grosso modo el nivel de ingresos presupuestarios vía impuestos, sean directos como indirectos. En esos programas nos hablan en términos muy genéricos de subir el IVA, de bajar el IRPF, de cambiar tramos y así, de nuevo, una larga retahíla de términos oscuros de la jerga fiscal.

Como creo que comprenderá el lector, así sólo se repiten los viejos modos, las engañifas y las ambigüedades calculadas, dejando  bien a las claras que al ciudadano medio, conceptualmente ignorante de los mecanismos presupuestarios y de política fiscal, lo mejor es envolverle en un papel de regalo (siempre es más atrayente) el ideario básico y sin muchas concreciones, sobre todo pensando en la oposición, para que no nos lo reclame una vez en el gobierno. Mejor siempre no dar cifras concretas, ni fechas, ni planes, ni cronograma de trabajos. Que quede todo el aire, como flotando...

Entonces es cuando yo me pregunto si los partidos políticos de reciente creación realmente traen algo nuevo, fuera de presunciones de limpieza en la práctica política y de gobierno (fundamentalmente porque no han alcanzado aún el poder), en su forma de proceder respecto a este problema crucial: qué queremos hacer, qué servicios públicos prestar, a quiénes, y con qué niveles de servicio. Y una vez decidido, establecido, calcular los costes asociados y por tanto, saber cuánto necesitamos recaudar vía impuestos. Si ya tenemos el cuánto, aparece la segunda pregunta, que no es otra de "a quién" se lo confiscamos, o como dicen los expertos en estos temas, "quiénes serán los sujetos pasivos" (siempre he estado en contra de esa desafortunada expresión porque iguala a los ciudadanos, que ejercen sus derechos políticos, a simples fincas rústicas o inmuebles). Es en este momento cuando entramos en harina, o dicho de otro modo,  cuando te hacen harina (permítanme este mal chiste).

Pero si no se sigue este orden, la estafa política a la ciudadanía está conseguida. Nos prometen bajadas de impuestos como magnífico señuelo, y si picamos el anzuelo, la respuesta inmediata es la de reducir el nivel de servicios públicos, sobre el que aparentemente hay un consenso social estable y aceptado y del que nadie ha hablado durante la campaña electoral, no sea que el ciudadano medio se de cuenta de que nada es gratis (como si no lo supiera) asimilándole a un niño ignorante, y empiece a exigir el nivel de servicios públicos máximo y con el coste mínimo, es decir, reclamando la eficiencia en la prestación de esos servicios. Y de ahí, la exigencia de responsabilidades políticas a los gobernantes que no lo consigan por ineficientes y corruptos, sería directa e inmediata. Por tanto, mejor no hablar de lo que hay que hacer o dejar de hacer, pero sí hablar de los impuestos con los que se financian. Definitivamente nos toman por tontos. ¿Lo seremos realmente? Me temo que sí.

Sea como sea, esta vez me resistiré como gato panza arriba y dedicaré durante este periodo electoral de elecciones autonómicas y locales, y a finales de 2015 de elecciones generales, un tiempo precioso de mi tiempo libre, a ser ciudadano activo políticamente, revisando los programas electorales. Y la propuesta pasa por:

1- revisar si la metodología que utilizan esos partidos es la que he expuesto en esta entrada del blog (establecimiento de inversiones y servicios públicos, niveles de prestación, a quién prestarlos, para cuantificar cuánto cuesta todo eso, y a continuación, cómo dotarse de medios financieros para llevarlos a cabo, es decir, qué clase  de impuestos, a quién se los impondremos y con qué niveles o tipos, tramos, etc). Si no se define así, colocaré un enorme cero en la casilla de metodología.
2- para el que supere la primera prueba, pasará a ser analizado en cuanto a aquello en lo que gastar, y en función de mis necesidades, puntuaré de 0 a 10, y de nuevo puntuaré de 0 a 10 en cuanto a las necesidades de alguno de los colectivos a los que pertenezco, en función del tipo de elecciones y de la influencia o pertinencia de las mismas en ese colectivo prioritario.
3- Finalmente, analizaré el sistema impositivo propuesto en cuanto a justicia social, políticas  fiscales redistributivas, transparencia y simplificación de la normativa tributaria que proponen, y también del interés, en forma de propuestas concretas, en eliminar el fraude fiscal. De nuevo puntuaré de 0 a 10.

Con esa información, mi método  identificará el programa electoral que mejor se adecué o que se acerque a mi ideología básica de ciudadano progresista. Espero no llevarme sorpresas en este largo proceso de "desideotización" política en el que me he embarcado. Ya les iré contando...


martes, 3 de marzo de 2015

La sociomicrobiología: enseñanzas para luchar contra la corrupción política

Estaba leyendo el articulo de Carl Zimmer "Un punto débil de la resistencia bacteriana" en el último número de Investigación y Ciencia (nº 462 de marzo de 2015) cuando de repente tuve una iluminación, o como algunos psicólogos también definen como una breve ocurrencia de pensamiento lateral.

Tal vez fuera sólo fuera una natural asociación de ideas, bastante vulgar y poca imaginativa por otra parte, de bacteria y político corrupto. Y es que el artículo, a partir de ese momento me lanzó hacia un profundo estado de concentración y ensimismamiento productivo. Un cuadernito de ideas desplegado sobre mis rodillas y un bolígrafo casi sin tinta me permitieron recoger algunos esbozos de lo que podría ser una entrada en este blog que nos ayudara a todos los que estamos embarcados en una propuesta de cambio político radical para redefinir las estrategias de lucha contra los males enquistados de las sociedades posindustriales en las que vivimos o incluso algunos simplemente sobreviven.

Pero sin más dilaciones hagamos un breve resumen de las principales ideas científicas que Zimmer expone con una gran claridad, incluso para los que somos simples aficionados a la Biología, y que desde Bachillerato no hemos vuelto a tener una relación directa e intensa. Bien es verdad que la lectura de ciertos artículos nos ha ayudado a mantener el interés en la materia, pero nunca hubiera pensado en aquellos inocentes años las segundas lecturas que podría tener para un adulto como el que escribe, vapuleado por la Vida, desengañado de mucho, pero con la ilusión aún firme en que un mundo mejor es posible.

Nos dice Zimmer que la sociomicrobiología es una disciplina naciente, incluso ninguneada por algunos científicos, pero que Kimmerli y Pepper, dos de sus destacados defensores, consideran que puede servir para idear una nueva estratagema con la que combatir las bacterias patógenas resistentes a los antibióticos. Todo ello mediante la interrupción de los procesos de comunicación y cooperación bacterianas. Según ellos la teoría evolutiva predice la dificultad que tendrán las bacterias para adquirir resistencia a "fármacos antisociales".

Es una evidencia científica que los antibióticos producidos desde hace años, en sucesivas generaciones, acaban siendo poco o nada útiles para luchar contra infecciones provocadas por bacterias que han adquirido resistencia. Es una angustiosa carrera hacia lo desconocido, en la que nunca sabemos a ciencia cierta si los laboratorios lograrán llegar a tiempo, antes de que una nueva pandemia se extienda por este mundo globalizado dejándolo todo patas arriba como la Peste Negra en el siglo XIV.

La verdad es que es motivo de preocupación, y cualquier intento por divergir de las líneas de investigación clásicas chocará contra el stablishment científico. Es lo que Popper definió como entrada en un nuevo paradigma. ¿Pero en qué se basa?

Según los sociomicrobiólogos, los microorganismos viven hacinados en comunidades donde la comunicación y la cooperación abundan. Cuando una bacteria penetra en un hospedador lanza moléculas señalizadoras que otros miembros de su especie perciben por medio de receptores especiales. Y según ellos, si muchas bacterias detectan la presencia de congéneres, comienzan a cooperar para levantar un refugio.

Una gran parte de esa cooperación consiste en la aportación de determinados compuestos al bien común de la colonia bacteriana, a diferencia de los bienes privados que sólo son aprovechados por la propia bacteria que lo ha fabricado. Y claro, como comentan los sociomicrobiólogos, este comportamiento puede considerarse como una paradoja darwinista. Los que se aprovechan de los bienes comunes sin producir nada a cambio podría causar una ventaja competitiva en el proceso evolutivo, acabando por extinguir a quienes son más "comunitaristas".  Algo raro había ahí, y los sociomicrobiólogos comenzaron a investigar cómo las bacterias "responsables" mantenían a raya a las bacterias "aprovechadas".

A la vez, comenzaron a preguntarse si la línea de investigación clásica que produce antibióticos que ataca únicamente los bienes privados de las bacterias podría ser una carrera que acabaría en un callejón sin salida. La pregunta que se hicieron fue la de combatir los bienes comunes de las colonias. Parece lógico pensar que las bacterias no lanzarán medidas de resistencia contra fármacos que alteren los  bienes comunes. Las bacterias mutantes no tendrían  ninguna ventaja evolutiva sobre sus congéneres que no hayan mutado para imponerse y triunfar en la cadena evolutiva.

Quien quiera conocer los resultados de los primeros ensayos reales puede leer el artículo, algo que recomiendo. Pero como decía al comienzo de esta entrada del blog, a mí personalmente me ha inspirado para intentar transferir este conocimiento científico hacia el campo de la Política, y más concretamente el de la lucha contra la corrupción política.

Las líneas de trabajo actuales las vemos a diario en los medios de comunicación: investigaciones policiales complicadas, difíciles y que dan lugar a procedimientos judiciales larguísimos, por lo tanto, muy caros para la sociedad, y que no siempre consiguen que sea devuelto todo aquello que fue robado. Como algunos dicen, les compensa robar en grandes cantidades para pasar luego poco tiempo en cárceles de baja seguridad.

Pero tal vez, la sociomicrobiología nos permite cambiar de encuadre el problema. Si asumimos que los políticos corruptos funcionan como colonias de bacterias dañinas, que colaboran entre sí aportando bienes comunes para su autodefensa y desarrollo, en este caso, dañinos para el hospedador, la Sociedad, entonces podría ser que la idea no vaya demasiado desencaminada.

Por ejemplo, las técnicas de cooperación son fácilmente detectables. El mejor ejemplo lo tenemos en los paraísos fiscales, bien nutridos de banca especializada, delegaciones, instrumentos de desfalco y movimiento de capitales con total impunidad, libres de impuestos. Más técnicas de cooperación entre corruptos las encontramos en las SICAVs, que permiten acumular enormes capitales en forma de impuestos no pagados al resto de la Sociedad (léase al organismo hospedador, hablando en términos de Biología).

Los medios de lucha hasta ahora utilizados pasan siempre por el ataque indiscriminado a toda la Sociedad, como si estuviéramos siendo sometidos a un tratamiento de quimioterapia que te deja completamente destrozado, eso sí, acabando en su caso con las células malignas. Suelen ser leyes generalistas, enormemente duras con la totalidad de los miembros de la sociedad pero que en muchos casos difícilmente alcanzan a los corruptos, pero que a su vez, dejan la puerta abierta en materia penal para que muchos delitos prescriban con relativa facilidad en un pequeño lapso de tiempo, teniendo en cuenta el daño causado. A la vez, se extiende a la generalidad de los funcionarios la sombra de la duda.

No hace ningún bien esa forma de tratar la corrupción. Como una Hydra, constantemente se renuevan, adquieren "resistencia" a los fármacos empleados y terminan por hacerse con su botín.

Ahora bien, si utilizamos las técnicas de los sociomicrobiólogos, deberíamos atacar a los bienes comunes de los corruptos. Intentaré aportar algunas ideas que van en esa dirección:

- Penalización fiscal del capital improductivo y de la herencia "abultada".
- Incremento notable de la fiscalidad sobre bienes suntuosos.
- Bloqueo y eliminación de los paraísos fiscales.
- Imposición de la tasa Tobin en las transferencias monetarias internacionales.
- Imposición de la Justicia rápida.
- Incremento de penas para quien no devuelva lo robado, incluso la cadena perpetua.
- Publicidad de la riqueza de cada persona.
- Incremento de penas para quien se aproveche de la publicidad anterior para delinquir atacando y robando.
- Modificación de la LOPD para eliminar cualquier restricción de publicidad sobre salarios y bienes.
- Expulsión de la carrera administrativa y  judicial, y de la carrera política a quienes hayan sido condenados por corrupción.

Como pueden comprobar con estas propuestas, algunas ciertamente radicales, lo que se persigue es que no merezca la pena robar lo que es de todos, y eliminar cualquier posibilidad de auxilio mutuo entre políticos corruptos y corruptores. Espero sinceramente que nos sirva para reflexionar sobre este difícil asunto que tanto daño nos está haciendo.