miércoles, 4 de enero de 2012

Al rescate...pero ¿se lo merecen?

¡Ay qué susto amigos y amigas lectores!! Esta mañana, en lugar de mi radiorreloj, que no siempre lo consigue, me ha despertado-conmocionado la noticia emitida por la SER sobre el retraso en el pago del Gobierno de la Generalitat Valenciana al Deutsche Bank de una deuda considerable que supera la mareante cifra de la centena de millones de euros...Y aquello conmocionó mi alma, mi espíritu y todo mi cuerpecito. Me desperté completamente sin quererlo y casi se me indigesta el desayuno por el mal humor que causó en mí la desagradable noticia colateral, que luego no ha acabado de confirmarse de que todo se resolvió con un nuevo préstamo avalado esta vez por el Ministerio de Hacienda...Espero que no sea así, lo espero y lo deseo sinceramente, porque después de ver el despropósito de las pasadas elecciones municipales y autonómicas de mayorías hiper-mega-absolutas en la Comunidad Valenciana para el PP liderado por el, ahora ya encausado y abanquillado, señor Camps, mientras conocíamos, los que lo quisiéramos conocer, la hiper-mega-deuda-déficit presupuestario que acumulaba, el sentimiento de "cara-de-tonto-absoluto" que invadiría mi ser alcanzaría cotas altísimas, estratosféricas...No, esto no puede ser resuelto con un falso concepto de "solidaridad interregional", y menos aún conociendo las obras y eventos faraónicos con el que nos han bombardeado sistemáticamente a través de todos los medios publicitarios habidos y por haber. No, así no, porque si se atreve a acudir al rescate el señor de Guindos, me temo que tendré que clamar a los cuatro vientos la insumisión fiscal del resto de españoles gobernados por personas con mayor sentido común y sentido de la proporción, mesura y buen gobierno de la cosa pública (¿pero queda alguno...? Sí, aún quedan...).

La solidaridad, lo que entiendo yo personalmente por solidaridad, no se refiere en ningún caso y no lo aplicaría jamás en mi vida privada a casos similares y perfectamente extrapolables a lo que hemos conocido hoy de las finanzas de la Comunitat Valenciana. Ya puede ser un familiar directo, o no, que si lleva una vida disoluta, sin orden ni concierto, le va a prestar 1000 euros Rita, que yo no...Algo completamente diferente es el caso de las tragedias humanitarias provocadas por los fenómenos físicos de cualquier tipo. Para muestra tenemos un botón: el terremoto de Lorca. Demasiado poco hemos acudido en rescate de los damnificados en esa localidad,  y además con mucha lentitud. Todos podemos encontrarnos alguna vez en esa situación. Para estos casos, sí que la solidaridad interregional está por encima de todo.

Y ahora es donde viene mi propuesta, tal y como habitualmente tengo por norma cuando entro en la crítica y debate de algún tema. ¿Cómo debemos comportarnos y actuar ante situaciones tan dramáticas como es la bancarrota económica y financiera de una región, comunidad autónoma, ayuntamiento cuando se debe a una locura política y al fracaso absoluto de quienes han sido legítimamente designado para gobernar esos territorios? Realmente el mismo problema existe a nivel de toda la Unión Europea: Grecia, Portugal, Irlanda rescatados, y casi, casi, Italia, y no muy lejos España...porque el Fondo de Rescate se le dota, pero con unas condiciones que suponen la supervisión o fiscalización de las operaciones financieras y económicas del país rescatado, o como se dice ahora, su intervención directa.

Para ilustrarme en la materia, he analizado una propuesta lanzada desde el think tank Bruegel en Bruselas, que propone la creación de un mecanismo para la resolución de las crisis de deuda soberana. Me gustó tanto la propuesta que he preparado un resumen y lo he subido a la nube, en este caso en Google Docs, en este documento, para compartirlo y que sirva de elemento de debate y reflexión. En nuestro caso,  no lo limitaríamos al ámbito de los estados miembro de la Unión Europea que se encuentren en situación de crisis financiera a punto de impago de sus obligaciones de deuda soberana, sino que lo aplicaríamos como mecanismo o procedimiento legalmente establecido (a nivel constitucional incluso) para resolver estos rescates de comunidades autónomas, diputaciones o ayuntamientos en situación de debacle. Está bien echar al agua los botes pero como mínimo exigiremos que remen y remen, y a ser posible en dirección a puerto seguro, alejándose de la tormenta. Necesitamos ya un mecanismo nacional de resolución de crisis político-financieras en España, o de lo contrario nunca aprenderán lo que supone gobernar y administrar lo que es de todos y de todas, y por tanto, volverán a las andadas...

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