domingo, 29 de enero de 2012

Ya os lo dije...hablando de Justicia, de jurados y de Garzón.

Para mí la noticia de la semana e incluso de este mes de enero que está a punto de concluir, ha sido la absolución de Camps. El jurado popular con escaso margen favorable se decantó por la absolución diciéndole al Tribunal que le juzgaba y de paso al resto de los ciudadanos españoles que estábamos observándoles, que no se podía probar nada de lo que se le acusaba. Y aquí me viene a la memoria la cara del sastre, principal testigo de cargo, mientras opinaba sobre esa decisión. Se mostraba indignado (otro más para la "spanish collection") con esa forma de quitarle de enmedio, con la excusa de que se contradecía.

Sin ser un experto en procedimiento judicial, se me antoja muy raro e incluso extraño, la argumentación del jurado, utilizando esa terminología un tanto técnica. Ahora bien, creo que es la única, forzadísima por supuesto, pero la única que podría utilizar alguien en tu contra, sin que haya en ningún momento la posibilidad de defenderte, de contra argumentar a los que te dicen que no eres consistente en lo que estás diciendo. Aquí es donde me parece que la institución del jurado tal y como lo estoy percibiendo a través de los medios libres de comunicación, muestra graves problemas de credibilidad en su capacidad técnica para explicar razonadamente por qué han llegado a una determinada conclusión.

Cuando esa argumentación chirría, patina, pierde aceite a borbotones, entonces algo no va bien, y el Tribunal debiera enviar a los señores y señoras del jurado de nuevo a deliberar con una severa reprimenda. He leído que algunos sistemas de jurado europeos tienen siempre entre sus filas al menos a un experto jurista que ayuda precisamente en este sentido. Aquí no es así, y los resultados no pueden ser peores. Los acusadores incrédulos con lo que oyen, los testigos de cargo indignados porque el jurado les trata casi como a mentirosos o algo peor, y la ciudadanía de bien, completamente despistada, sin saber ahora qué va a pasar. Parece ser que habrá posibilidad de recurso y vuelta a empezar, aunque parece ser que ya sin jurado...

En mi post de este verano para nuestra desgracia tuve una premonición, y eso que no me siento poseedor de poderes adivinatorios, pero sí de un poco de sentido común, advertí de lo que podía pasar. Así ha sido, y si no me creen, pinchen sobre el enlace y lean. ¿Por qué acerté? Debo reconocer que fue relativamente fácil, para alguien que vive y ha vivido en un territorio azotado por la violencia terrorista y por la presión fascista de algunos e incluso de muchos. La razón de mi acierto se llama intimidación social y política, que acaba en la inhibición social y en el miedo a que te hagan la VIDA imposible.

¿Por qué se juzgan los casos de terrorismo en la Audiencia Nacional? Hay un sector social y político en este país que desea su desaparición. Hay un sector económico, muy poderoso, que no lo dice en voz alta, pero está actuando a favor de su desprestigio y de su supresión, o al menos, de su control absoluto.

Por eso no creía en verano cuando escribí mi post que un jurado de valencianos y valencianas se sintieran absolutamente libres para decidir sobre la culpabilidad o no del Señor Camps, que no olvidemos ha sido el más poderoso político de esa comunidad autónoma hasta hace unos pocos meses, volviendo a aumentar una considerable mayoría absoluta. Si por azares de la vida se encontraran juzgando a Luis XVI siendo parte de un tribunal popular y estuvieran viviendo en un país fuertemente monárquico y reverenciador de ese rey, ¿se atreverían a condenarle? Realmente creo que hay ciertas figuras políticas o sociales que tienen y que siguen teniendo una gran cohorte de clientes, admiradores y favorecidos que van a querer continuar en su misma situación, sin que nada cambie. No van a mostrarse remisos a perder sus privilegios y actuarán en consecuencia. Ellos son muchos, y el ciudadano que es parte del jurado, suponiéndole total independencia, podría estar tentado a intentar huir de esa situación angustiosa. Es lo que yo llamo encontrarse intimidado por su entorno. Es muy fácil y comprensible que acabe cediendo, y que incluso busque cualquier mal argumento para justificarse. En mi humilde opinión, algo de eso ha pasado en Valencia, y lo peor es que seguirá pasando si no reformamos el sistema de jurado que tenemos en España.

Hablando de propuestas, que es una de mis obligaciones en este blog de ciudadano inoportuno y crítico, aportaré algunas que no son novedosas pero sí probadas en otros países:
- Incluir a personas expertas en Derecho como asistentes, que vigilen, "editen", la calidad jurídica de la argumentación "popular".
- Permitir al Tribunal devolver el asunto al Jurado para que se explique mejor, o simplemente para que se explique. No creo que sea suficiente un monosílaba para contestar a las preguntas del cuestionario, que entiendo que es bueno que exista.
- No juzgar a poderosos con minijurados como ha sido este el caso. Cuanto más poderoso sea la persona juzgada, mayor número de personas deben de componer el jurado. Será caro, ya lo sé, pero es que estos casos merecen eso y mucho más. La repercusión social y las consecuencias del resultado del proceso judicial creo que exigen toda la atención y esfuerzo debidos. No es cuestión de ahorrarse unos miles de euros en dietas y en alquiler de un local adecuado para alojar a tanta gente. No creo que el resultado hubiera sido tan escaso a favor o en contra, si en lugar de juzgarle 9 personas le hubiera juzgado 90. Dentro de un bloque de 90 personas es mucho más fácil pasar desapercibido y por tanto, sentirse más arropado y menos intimidado. El número ayuda mucho, y de hecho, muchos ejercicios de violencia se basan en superar al adversario en número.
- Incluso no juzgar con jurado para casos especiales. Si la argumentación que pueda aportar el jurado va a ser endeble o mal fundamentada o incluso errónea, es mejor dejar el caso en manos de expertos.

Y aquí enlazo, hablando de tecnicismos, con el otro gran caso de la semana y del mes...los tres juicios al Juez Garzón. Desde aquí quiero enviarle mi más sincero apoyo. Todo lo que está ocurriendo en el Tribunal Supremo me está provocando un desasosiego y un malestar emocional enorme.  Creo que se está juzgando injustamente, porque no debiera haber habido ningún juicio, en los tres casos que tratamos. Incluso para alguien como yo, que conoce malamente los entresijos de los procesos judiciales, suena de nuevo muy raro, que en el plazo de una semana, Garzón sea juzgado por impedir el derecho de defensa, con el caso de las escuchas del Gürtel, sabiendo como sabemos que las escuchas tuvieron lugar en los calabozos y por tanto, sin persecución alguna hacia los abogados, algo que por otra parte se hace  con los terroristas (y aquí no pasa nada, y se admite sin más), y una semana más tarde oigamos en los medios que el auto del Juez Varela que rechazaba los argumentos de Manos Limpias para acusarle, incluía más de lo necesario para cerrar el caso. Es decir, que prácticamente podía (y lo fue) ser utilizado palabra por palabra para rehacer la demanda ante los tribunales. Repito que no soy experto en estos menesteres, pero en román paladino a esto se le llama ayudar o en lenguaje estudiantil, chivar la respuesta...y precisamente eso no es para mí hacer honor al derecho de defensa del acusado. Ya del tercer caso, el de que Garzón tuvo una buena "mordida" por no juzgar a Botín...en fin...bien barato parace que le salió a este banquero, si es que fuera cierto.

Son argumentaciones todas futiles, de poco calado, sin apoyo de la Fiscalía, que hace que huela todo muy mal en el Supremo. De todo ellos, ¿qué me queda? Pues la intimidación, asustar a cualquiera que vaya por un camino de independencia absoluta, ajeno a clientelismos, lobbies, y partitocracias de baja ralea. No tengo mucho más que decir, dentro de mi absoluta indignación con lo que están haciendo con Garzón y en contra de la normalización y modernización de la Administración de Justicia en este país. Ah, pero no olviden que yo siempre propongo algo, al menos para crear debate. Y en este caso, ahí van:

- Elección popular de los jueces, cada uno en su nivel territorial. No entiendo por qué no podemos elegir a los jueces del Tribunal Supremo y del Constitucional directamente.
- La elección sería por 6 años, de modo que no coincida nunca con elecciones al Congreso, en el mismo año, para que así haya posibilidad de que no influya tanto la partitocracia que tenemos instalada en España. Ningún partido podría intervenir a favor o en contra de ningún candidato judicial.
- Desaparición del Consejo General del Poder Judicial. La Administración de Justicia debe quedar en manos del pueblo, y sujeta por tanto a las mismas exigencias de calidad, eficacia y eficiencia que exigimos al resto de Administraciones Públicas.
- No poder acusar a ningún juez instructor de prevaricación, puesto que nada de lo que dicta o resuelve es definitivo. Como mucho, si alguna actuación se considerara por las partes injusta durante el procedimiento de instrucción, podrá apelar a un tribunal que rápidamente dictamine en juicio oral si el Juez instructor se ha pasado de la raya o no. De lo contrario, y con la intimidación que supone poder ser acusado de prevaricación y condenable a 20 años de inhabilitación, la inacción o inhibición del Juez será más dañina que los errores que pueda cometer.

Sí, ya sé que estoy soñando en alto y por escrito, pero por soñar...


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