lunes, 23 de agosto de 2010

Impuestos y servicios públicos

Veníamos de París mi mujer y yo en el coche, ayer domingo, y comentábamos la diferencia enorme de precio de la gasolina sin plomo de 95 con respecto al que tenemos en España. Las colas cuando íbamos en el viaje de ida, antes de la frontera de Hendaya eran enormes, y con mi mala costumbre de no aguantar en una cola ( otro día hablaré sobre las colas ) decidí convencerme a mí mismo y también a mi mujer (porque el sobrecoste lo compartimos ) de no perder el tiempo y cruzar la frontera y repostar allí. "Total, por un par de euros en un depósito completo..." me dije y le dije. ¡¡Qué error!! Mi nula preparación del viaje me hizo ignorar una buena pregunta al oráculo "Google": precios de la gasolina en Francia. La respuesta me hubiera convencido de recargar a la altura de Zarauz y no apurar tanto. Nada menos que a 1,48 euros el litro. ¡Un 35% más caro que en España!

Y precisamente la reciente propuesta de "pensamiento" sobre la relación entre volumen de impuestos y calidad y extensión de los servicios públicos que nos ha hecho llegar con agosticidad manifiesta el ministro Blanco, me hace reflexionar sobre si realmente la regla de más impuestos, más y mejores servicios es válida. Indudablemente, alguien de izquierdas como yo debiera apostar por un sí rotundo, y lo es, pero, pero, pero...lo que he visto en Francia no me conduce a pensar que se pueda llegar a creer que es una regla proporcional. Para los que no estén duchos en Matemáticas, quiere decir la regla proporcional que a más impuestos mejores servicios, tanto por tanto. Según dicha regla, un 35% de impuestos más en combustibles, concretamente en el de la gasolina, debiera significar un 35% de inversión en carreteras francesas.

Pues bien, no creo que haya sido así mi experiencia, y eso que he realizado un viaje largo, de más de 1.800 km a través de Francia. Realmente no están mal, ni mucho menos, teniendo en cuenta además su sencilla orografía, con tachuelitas en el camino, tipo puerto de montaña de quinta categoría. Si hablamos de los túneles, ya es otra cosa. Está claro que no tienen muchos, prácticamente desde la frontera, el primer túnel que encontramos se situaba en la periferia de Paris, y en general están bastante mal iluminados. Dos equivocaciones en nuestro camino fueron debidas indudablemente a esa mala iluminación, la suciedad de los carteles y a lo reviradísimo del recorrido, con curvas pronunciadas en el interior de esos túneles. No es mi objetivo decir que en Francia las carreteras y autopistas son malas, al contrario, son buenas, pero no mejores que las de aquí.

Realmente lo que pretendo hacer ver y llevar a reflexión en el lector es la posible no existencia de esa regla proporcional entre volumen de impuestos y de servicios. Cuantos más años voy cumpliendo como funcionario y como ciudadano que paga impuestos, más me convenzo de la existencia de algún tipo de regla no proporcional, algo así como de saturación ( una asíntota para los matemáticos ), o como una nueva aplicación de la regla de Pareto del 80/20, de que las pequeñas mejoras conseguidas en los servicios públicos deben hacerse a costa de un incremento escandaloso de impuestos, al menos cuando la subida se realiza en un periodo corto, digamos de menos de 5 años.

Y aquí me introduciré en un área resbaladiza de la Política Fiscal: los impuestos especiales. Explicaré al lector por qué llego a este área. Si algo me molesta profundamente es conocer por los funcionarios dedicados a la recaudacion impositiva, a la inspección fiscal y similares, nos informen de que dejamos de recaudar un 25% de impuestos por fraude fiscal, por insolidaridad fiscal, por falta de control de los ingresos no declarados de un buen porcentaje de ciudadanos. Si tienes la "desgracia" de tener una nómina controlada por el fisco, el asalariado corriente, sea funcionario o trabajador del sector privado, pagas y pagas y vuelves a pagar: IRPF, IVA, donaciones, etc y etc. Y sin olvidar además los impuestos especiales. Todo acaba en las arcas de la Hacienda Pública, todo. No todos hemos puesto lo mismo en ese fondo común, pero todos utilizamos las carreteras y autopistas, tanto conductores de vehículos privados como el resto de ciudadanos a través del transporte de mercancías por carreteras o de autobuses o de ferrocarriles o de aeropuertos y puertos.

Es evidente que la inversión en redes de transporte da lugar a un salto considerable en el desarrollo de un país, de modo que no puede pararse ni en tiempos de crisis económica como en la que vivimos. Por tanto, si por una parte, la presión fiscal de los "nominados" empieza a ser inaguantable y por otra todos necesitamos y hacemos uso del bien público "redes de transporte público", propongo visualizar de un modo más claro para el ciudadano qué impuestos se destinan al mantenimiento y desarrollo de esa red de transporte. Por ejemplo, obligando a dejar claro en la nota de pago de gasolina o de los billetes de autobús o ferrocarril, cuánto ha sido de IVA y cuánto de impuesto especial de hidrocarburos, que más bien cambiaría de nombre y concepto a "impuesto especial para redes de carreteras y transporte público". Al menos éste, lo pagamos todos. Cuanto más usemos la red, más pagaremos, y por tanto, más fondos públicos habrá para ampliarlas y mejorarlas. Pero entre todos los usuarios. Es más, tal vez debiéramos ir pensando en una tasa o precio público por utilizar el vehículo privado en las carreteras públicas, parecido a la tasa de transporte, que está graduada en función del ámbito territorial: local, provincial o nacional. Ya sé que sería difícil de gestionar ( o no ) pero indudablemente lo que pretendo hacer llegar al lector son algunas reflexiones en la búsqueda de una nueva Política Fiscal que tienda hacia la eliminación del fraude fiscal de aquellos que están lejos del alcance de la Inspección Fiscal, y por tanto, de colaborar como cualquiera en el pago de los servicios públicos que utilizamos todos, porque para eso precisamente pagamos impuestos.

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