miércoles, 28 de octubre de 2015

De Lehendakari a Presidente

La verdad es que el título de esta entrada poco puede sugerir a alguien que no esté relacionado con la política vasca o española en general. Y creo que por lo tanto, es necesario aportar aquí una pequeña explicación para poder situar a quien lo lea.

La idea surgió tras escuchar en los diarios hablados de la SER la noticia del triunfo electoral de Trudeau en las elecciones de Canadá.  Fue un triunfo aplastante del partido liberal frente a los conservadores, que habían gobernado el país, al frente del gobierno federal durante muchos años, creo recordar que 12 consecutivos.

Pero lo curioso de la noticia proviene de un líder victorioso bien asentado en un estado como Quebec, tradicionalmente muy beligerante a favor de la independencia respecto de Canadá, con una minoría francófona muy importante.

Durante muchos años, los líderes independentistas de diversas regiones (simple denominación geográfica) europeas como Cataluña, País Vasco, Córcega, Bretaña, Flandes, etc han seguido de cerca y han tomado como modelo a Quebec y a sus líderes independentistas. Y continuamente aparece su nombre en los debates políticos europeos que tratan sobre temas de independentismo regional en el complicado entramado estatal europeo. Citas y menciones interesadas en la mayoría de las ocasiones porque para la mayoría de los europeos, la política canadiense se ve lejana, una auténtica desconocida, y cualquier disparate oportunista lanzado en los medios de comunicación locales europeos se me antoja difícil de verificar y contrastar si te pilla en frío, alejado mentalmente de ese debate.

Y por esa misma razón, me ha llamado poderosamente la atención el hecho de que el ganador de las elecciones en Canadá, tenga su origen político en Quebec, y que las menciones constantes a los beneficios del biligüismo hayan llegado hasta Europa. Es evidente que hay naciones europeas como Holanda, en la que el debate lingüístico hace tiempo que se dejó a un lado, o como Finlandia, donde el sueco es también idioma oficial como el finlandés, o incluso en la otrora convulsa Irlanda, galés e inglés sean también coofiales. No hay en todos estos casos citados restos de colonialismo, sino aceptación de la realidad social. Es evidente por tanto, que la complejidad política ajena no puede trasladarse sin más a este país, ser ejemplo magistral de algunos políticos independentistas locales, porque al profundizar en el ejemplo, algunos vemos "algo más", ese algo que tanto echamos en falta en España: políticos de altura, merecedores de los cargos que ostentan, capaces de entender que gobiernan para el conjunto de la sociedad y no de sólo para los que les han votado.

La realidad política española es sin embargo una formidable pared en la que nos estrellamos todos aquellos que intentamos racionalizar la situación política de Cataluña. Demasiados intereses particulares, demasiada crispación, ensoñaciones continuas, descarados planteamientos particuilaristas, escasez de miras "generales".

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