martes, 30 de junio de 2015

Yo también votaría no en el referendum griego...

Pero como soy ciudadano europeo con pasaporte español me quedo con las ganas. Y es que toda esta ronda final de negociaciones con los inconmovibles miembros del stablishment europeo al final ha llegado a su fin. Se ha roto la baraja, ya no jugamos más, no nos interesa, no vemos ni futuro, ni propuestas con sentido ni un plan creíble que conduzca al crecimiento de los países del Sur.

La avaricia rompe el saco, dice un viejo refrán español. Supongo que habrá refranes o dichos populares equivalentes en otras lenguas, porque ese pecado capital no es sólo propio del pueblo en el que vivo. Por desgracia estamos comprobando que los acreedores alemanes y franceses no quieren jugar con el riesgo y ventura de cualquier negociante que se precie. Pretenden siempre ganar y ganar, aunque se equivoquen, aunque se equivocaron, por avaricia en los años del boom económico de los países del Sur de Europa. Pero es que ya hemos hablado mucho de eso, y siempre llegamos a la misma conclusión: te presté con unas garantías, esas garantías ya no valen lo que consideré que era un precio razonable y por tanto, tengo que ejecutarlas pero lo que falte para que me devuelvas el préstamo seguirá ahí pendiente, y obligado a devolvérmelo o...

Ay ese "o"!!! Da mucho miedo, esa amenaza velada. Es algo que siempre queda en el aire, como un entendimiento tácito  sobre lo que tú ya sabes que te puedo hacer. Suena a amenaza mafiosa. ¿Se imagina el lector a Alexis Tzipras recibiendo la oreja sanguinolenta de algún familiar cercano con una carta que le dijera: "págame lo que me debes o lo siguiente será la nariz, y lo siguiente una mano...y así hasta que te devuelva a trocitos el cuerpo entero"? ¿Se imaginan la escena? Pues no veo diferencia entre lo que está pasando en esa escena y las negociaciones entre la Comisión Europea, el FMI, el BCE  por una parte, y por la otra, a los miembros del democrático y recién elegido gobierno griego.

Y es que ahí tenemos al inefable Junkers, martilleando sin cesar en los medios adictos acusando al pueblo griego de no saber qué es lo que está haciendo. Pues claro que lo sabe señor Junkers. Saben perfectamente lo que es no tener ningún futuro, salvo el del esclavo que malvive para devolver un crédito que nunca podrá devolver, y malvendiendo lo poco que tiene, y viendo como los acreedores, avaros hasta asquear, menean la cabeza con signos de desaprobación. Pero cómo podéis hablar de buena gestión bancaria si os habéis metido en un negocio ruinoso invirtiendo en Grecia. ¿De qué os sirve engañaros pensando en que los tontitos políticos griegos acabarán firmando de nuevo otra serie de acuerdos sangrantes para Grecia, para la gentes sencilla y trabajadora, la que tiene un pequeño negocio, la que tiene un simple contrato de trabajo, la que sólo vive ya de la pensión estatal. Pero cómo habéis invertido con tan poco fundamento!! Simplemente por la avaricia que ha invadido la sociedad europea y sobre todo a la clase empresarial europea que copia métodos del otro lado del Atlántico pero sólo en parte, porque aquí nos hemos acostumbrado a tener una red maravillosa que para todos los golpes: la socialización de las pérdidas, siempre con el beneplácito de los partidos políticos tradicionales.

Por tanto, ha llegado el momento de decir basta, de devolver la voz y el gobierno de la nave económica a los griegos, dando la cara, debatiendo a puertas abiertas con todo lo que implique a futuro, sea para decir sí o para decir no, pero que sea una buena mayoría la que hable, y otra gran mayoría la que se decante hacia un lado o  hacia otro.

No es hora de tener miedo. El único miedo que tenemos los que no somos griegos y estamos en situación parecida es a que nunca llegue al poder un partido político que represente de verdad a los intereses del pueblo, es decir, auténticamente populista, y no demagógico. Lo que tenemos ahora gobernando es auténticamente clasista y demagógico, y lo extiendo desde España al resto de Europa. Realmente me avergüenzo de la transformación del proyecto europeo, de aquello en lo que lo han convertido estos politiquillos europeos de ínfima estatura moral y demasiadas deudas personales con sus jefes de los poderosos grupos empresariales transnacionales.

Se ha subido el telón y la función acaba de comenzar. Siento una envidia sana de los griegos. Es hora de debatir y de votar. Mucha suerte.

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