domingo, 26 de junio de 2011

Que vienen los nuevos...!! (Calidad e innovación en las Administraciones Públicas)

Se acabó el mandato 2007-2011 en las administraciones locales. Parece que fue ayer cuando tomaron posesión de sus cargos nuestros jefes y jefas, y cuatro años después les estamos despidiendo en unos casos o preparándose para una toma de aire y a continuar por otros cuatro. Y es que el tiempo se va sin enterarnos, amigos y amigas lectore/as, qué les voy a decir que no sepan.

Sirva esta introducción para situarnos en uno de los grandes problemas que tiene la Administración Pública en cualquier país, región, ciudad o pueblo con un régimen político democrático, es decir, con elecciones libres que permitan oír la voz del pueblo, del ciudadano: el breve periodo de  tiempo que suelen estar al mando los cargos políticos elegidos-designados para dirigir una pequeña fracción del entramado administrativo del Estado (también es bien cierto que es una desventaja ventajosa: si no lo hacen bien, normalmente no permanecen demasiado tiempo como para destrozar ese entramado administrativo, aunque a punto han estado alguno/as...).

Y es que cualquier proceso de mejora en profundidad de la actividad administrativa pública necesita de cierto liderazgo (eso nos dicen los gurús aunque yo lo matizo hasta dejar casi irreconocible la aseveración anterior), pero sobre todo de continuidad en el impulso. Si algo hace daño a cualquier proyecto, y a cualquier persona implicada en su gestión, es la existencia de vaivenes, de continuos comienzos y replanteamientos globales. Provoca un hastío tan grande en el funcionariado que hace imposible a cualquier nuevo recién llegado al mando, que venga con dosis renovados de ilusión, motivar y remotivar al desmotivado trabajador/a público/a, que está aburrido de estar siempre empezando y nunca acabando nada.

Ahora que suponemos que nos volverán a llamar para pedir informes de esto y de aquello, de cuántas personas trabajan en cada unidad administrativa, que nos demandarán los estados presupuestarios de 2011, y con mucha suerte, las obligaciones presupuestarias establecidas a futuro, en los poco conocidos gastos plurianuales...echaré de menos, aseguro a todo el que me quiera oír, que no nos preguntarán por nuestro modelo de gestión, o al menos, por aquellos proyectos internos de desarrollo de modelos de gestión administrativa donde no los hubiera (porque proyectos ilusionantes en el cajón de alguien que piensa y que permanece...siempre hay, aunque ya le hayan salido algunas manchas de moho o se haya acartonado.

Tal vez lo que siempre hecho de menos entre los que llegan a mandarnos sea su falta de conocimientos político-administrativos y mucho menos de la realidad institucional a la que se incorporan, sea un ayuntamiento, diputación, etc. Es verdad que no debieran ser licenciados en Derecho o licenciados en Ciencias Políticas obligatoriamente pero al menos, un cursillo intensivo de 2 semanas, sí que lo haría obligatorio para todos (ahora se va a poner de moda el MIR de los profesores...pues yo propongo el MIR de los políticos-gobernantes). De lo contrario, no se establecen nunca las bases de un lenguaje común, de un conocimiento básico de dónde aterrizan y de lo que tienen que hacer, incluso de lo que pueden o no pueden hacer (o no debieran...). Y con ello, la desconfianza entre políticos-gobernantes y funcionarios no deja de crecer según pasa el tiempo del mandato. Ahí dejo una primera propuesta, y me autopropongo para diseñar la acción formativa, que nadie piensa que escurro el bulto después de lanzar la pedrada.

Pero lo que tengo cada vez más claro es que su liderazgo en el orden de la gestión administrativa y en el establecimiento de un modelo a seguir, no debe ser sino demandante. Me explico. No es cuestión de que nos vengan a decir a los funcionarios que tenemos que emplear el modelo EFQM o el que sea. Se trata más bien de exigirnos un modelo de gestión si es que no lo tenemos, y si lo tenemos que lo utilicemos y lo perfeccionemos constantemente. Con ello podrán conseguir optimizar los cada vez más escasos recursos presupuestarios para utilizarlos en sus políticas públicas. Porque estoy seguro, muy seguro que cualquier modelo de gestión que sea seguido, cumplido y hasta amado por los funcionarios será capaz de dar grandes frutos en forma de mejoras palpables y demostrables en eficiencia, transparencia y seguridad jurídica.

Si comienza diciendo "ese modelo no me gusta..." entonces podemos dar por perdidos los 4 años de mandato, y seguiremos dejando enmohecer los planes, o pasando a la "clandestinidad" administrativa en cuanto a utilizar un modelo de gestión que no es "gustoso" para nuestro nuevo jefe/a político, pero que sabemos que evita descarrilar la maquinaria administrativa, es decir, que lo usamos pese a quien pese, aunque no confesemos públicamente que estamos reunidos semanalmente para impulsar nuestros grupos de trabajo de mejora de procesos. Por Dios bendito, ¡¡¡que hay palabros que ya no están de moda!!!


¿Qué podemos conseguir aplicando y adaptando estos modelos de gestión: racionalizar y reburocratizar las AAPP? Actualmente diseñadas desde la base de un modelo militar napoleónico, al menos en España, Francia y Alemania, no sirven para alcanzar la Visión que debiéramos proponernos. ¿Nos debemos adentrar en un proceso de implosión y regeneración completa, en una catarsis de lo público?

Propongo a continuación una relación de asuntos a tratar en alguien que comienza :
  • Servicios prestados: los qués.
  • Cómo se prestan: procedimiento administrativo y detalle de aplicación.
  • Quiénes: los funcionarioss o empresas contratadas.
  • Con qué recursos: los presupuestos públicos: tasas-precios-impuestos-etc.
  • Indicadores de gestión.
  • Indicadores de resultados.
  • Evaluaciones de programas públicos.
  • Auditorías de gestión de servicios públicos.


Detrás de un servicio público hay siempre un proceso aunque se diga o se piense lo contrario (una definición de proceso puede ser conjunto de tareas-actividades que procesan unos inputs utilizando recursos humanos -funcionarios-, económicos -presupuesto- y de conocimiento -las más de las veces expresadas en forma de aplicaciones informáticas más o menos complejas-  aplicando un procedimiento -de base legal o reglamentaria- para generar unos outputs). El problema fundamental en la mejora o incluso regeneración completa de los Servicios Públicos se encuentra en que la mayoría de los que trabajan en la AAPP no alcanzan a comprender los procesos en los que están incluidos, quieran o no quieran, negando la evidencia que nos muestran los avances en Ciencia de la Administración y Organización. La burocracia entendida al modo decimonónico es parte de nuestro paisaje diario entre los que trabajamos en AAPP, y cualquier mención a los procesos que están detrás suele ser ignorado e incluso vilependiado. Se obcecan en trabajar artesanalmente en pleno siglo XXI, donde la mecanización de los procesos en el sector Servicios y la interoperabilidad creciente entre Administraciones Públicas (siempre impulsado desde el reducto de los "técnócratas/tecnólogos") conduce a reducciones drásticas del tiempo de proceso, es decir, de prestación de servicio y a reducciones consiguientes en mano de obra, que tienen un claro aroma a lo que se vivió en pleno maquinismo en la Inglaterra de finales del XVIII y principios del XIX. Las inversiones en desarrollos de software se elevan desde porcentajes testimoniales a niveles que pueden alcanzar el 6% o incluso más.

No hay oposición posible a este cambio tecnológico en el modo de prestar los servicios públicos. Ningún funcionario/a puede demostrar a ningún ciudadano/a y mucho menos a ningún político/a implicado/a en la gestión diaria de sus asuntos, que lo hace mejor y más rápido sin aplicaciones informáticas. Mientras tanto, la desorientación, la confusión en cuanto a actividades a realizar, crece y crece sin que las jefaturas (principales beneficiadas de la simplificación operativa de los servicios públicos prestados en cuanto a la utilización de empleados públicos) tengan claro en qué reutilizar sus efectivos.


Por tanto, desde arriba y desde abajo hay numerosos obstáculos que requieren de un modelo, de una guía para la gestión diaria. Y para la definición del modelo recomiendo que comience con un planteamiento jurídico de por dónde nos movemos: la Ley (así en general), los principios constitucionales, el Estatuto del Empleado Público y los valores que pretende impulsar (igualdad, eficiencia, eficacia, mérito, capacidad, etc). Y ya a continuación hacer una recopilación detallada de aquellos servicios que prestamos actualmente y cómo los prestamos (llámanle algunos la Misión). Los servicios que prestaremos en el futuro y cómo los prestaremos (esos mismos le llaman laVisión).

Solapadamente he ido incluyendo términos de gestión, de Calidad. Sería ya el momento de elegir un modelo de gestión, o de adaptarlo. Los clásicos son: EFQM (modelo europeo de gestión de la calidad) y las normas ISO (la 9001 de calidad y  la14001 de medio ambiente son muy conocidas). Pero hay un larga lista a disposición de todos. EFQM...es un modelo sólido y contrastado pero en mi opinión de evaluador senior en la materia, la puntuación tergiversa el modelo...los resultados en el ámbito socio-político se miden de otra manera...de modo que creo no nos sirve como está. Hay que adaptarlo pero la base técnica es poderosa así como las innumerables experiencias positivas del sector privado. Las ISO son estupendas, racionalmente concebidas, pero chocan con el problema de la flexibilidad en su adaptación a las AAPP. Realmente lo que suele fallar para este último modelo suelen ser los auditores externos, pieza básica para conseguir tener una opinión ajena que le sirva al cargo político para contrastar la madurez del modelo aplicado o el grado de avance en la mejora continua. Digo que falla porque no hay suficientes auditores especializado en ISOs 9001 en Administración Pública. Hay pocos porque también el mercado es pequeño de tan minúsculo número de administraciones que estén realmente implicadas en aplicar este tipo de modelos.

Bastantes de mis compañeros de oficina no creen que sea necesario certificarse. Lo que consideran innecesario, incluso alguno ha llegado a comentar que ningún auditor externo le va a decir lo que tiene que hacer para mejorar. Es evidente que algo falla en la base cuando se cree ésto. Por una parte lo ya comentado de falta de auditores especializados en materia de administración pública, pero también sobra algo de soberbia en el planteamiento del funcionario. Siempre podemos aprender de los demás. Compartir conocimiento, compartir modos de hacer las cosas, experiencias, es realmente enriquecedor. Comienzan a desarrollarse las comunidades de práctica (un buen ejemplo en materia de contratación pública lo tenéis aquí http://www.contratacionpublicacp.com/   desarrollado mi amigo Guillermo Yáñez, ejemplo de funcionario activo y motivado). Es decir, desarrollar la auditoría interna entre distintos Servicios o Departamento es una alternativa barata y saludable, o incluso entre distintas Administraciones. El perfil de auditor de calidad en cualquier funcionario/a y en activo debiera ser un indicador claro de la motivación del mismo.

Pero incluso la auditoría externa (la pagada) es buena y de alto interés. De partida debo reconocer que es necesario contar con auditores externos reconocidos y experimentados, pero una vez conseguido el perfil necesario para el contrato, la sensación extraña en el estómago de los funcionarios que van a ser examinados en el proceso de certificación o de control periódico una vez certificados, es muestra de su idoneidad. Por unas semanas se hace limpieza general, toque de retreta o como lo quieran ustedes llamar, pero funciona, vaya que si funciona. Y eso sin contar con la lista de deberes que nos dejan impuesta, la mayoría de alto interés si la elección de auditor/a ha sido acertada.

Con ello, el desarrollo profesional del funcionariado  ya no queda en el aire, a la espera de que se desarrollen adecuadamente las leyes de Función Pública. Y esto es así porque se contempla como un todo la gestión de los servicios públicos. El artículo de Marco Antonio Robledo "D3D: hacia un nuevo paradigma empresarial" publicado en Harvard Deusto, nº 202 de junio de 2011, puede servirnos para introducirnos en una nueva fase de reflexión profunda de lo que deben ser las Administraciones Públicas.  Marco Antonio Robledo propone un nuevo paradigma, una teoría integral de la dirección de empresas basada en un modelo de empresa humanista, pluralista, posconvencional e integral que contribuya a desarrollar todo el potencial de las personas que trabajen en su seno. Nada impide trasladar su propuesta, convenientemente adaptada, al ámbito de lo Público.

Los modelos de gestión EFQM, o ISO9001, sirven precisamente para eso, para definir completamente la visión conjunta de qué estamos haciendo, qué deberíamos hacer, cuánto de eficientes somos, en qué direcciones podemos mejorar. No nos quedemos en los "palabros", ni en los prejuicios, ni en los resquemores de proyectos fallidos, ni mucho menos esperando que los "nuevos" nos digan cómo tenemos que hacer las cosas, porque éso es cosa nuestra.

domingo, 15 de mayo de 2011

Políticos y funcionarios (segunda parte)

No tenía pensado añadir una segunda parte al anterior post sobre Políticos y Funcionarios. Sin embargo, tras leerlo y repensar mucho el contenido anterior, me he decidido a darle continuidad al tema. Si en la primera parte incidía en la falta de legitimidad de los funcionarios para participar en debates generales sobre el futuro de cualquier órgano de una Administración Pública, y también en el pecado del corporativismo, en esta segunda parte me mueve más la clarificación de las relaciones entre políticos y funcionarios (altos y medios funcionarios en realidad) y denunciar, de paso, la descomposición de esa relación.

La ola neoliberal, que yo llamaría "tsunami neoliberal" de tan fuerte y destructiva como está siendo para el común de los mortales, tiene un aspecto muy significativo que siempre aparece como bandera de enganche para los ciudadanos exigentes en lo privado y entre sumisos y mudos en el momento de dar la cara, de "activarse" (ahora lo llaman indignarse en Francia) social y políticamente: la crítica destructiva al Estado del Bienestar, y sobre todo, la crítica hacia el estamento del funcionariado público. Ya ven ustedes que yo mismo reconozco que es un estamento, y que conlleva algunos o incluso bastantes privilegios. Sobre nosotros (yo también soy funcionario) llevan cayendo toda clase de improperios y acusaciones grandilocuentes, y en mi opinión sesgadamente intencionadas hacia lo negativo, escondiendo, no mencionando nunca lo bueno, que para algunos no existe bajo ningún concepto.

Quizá la crítica más destructiva y envenenada, torticeramente calculada, es la de aquellos políticos que acceden al poder tras concurrir a unas elecciones legislativas, o peor aún, sin concurrir, pero siendo llamados por el partido ganador responsable de la gestión del Estado, Autonomía o Municipio, y que deciden sin el menor recato, prescindir de cualquier relación político-laboral con el funcionariado que depende orgánicamente de ellos. Es decir, asistimos a una sentencia sin juicio previo, sin garantías de ningún tipo. Simplemente nos han condenado basándose en una ideología que no cree en lo público, ni en la regulación de los excesos del mercado, ni prácticamente en nada, salvo en la acumulación de bienes por las élites más poderosas (algún día hablaré de la visión de Marx, su aparente error en su pronóstico de concentración del capitalismo, y en cómo entrados en el siglo XXI, sus "profecías" parecen que empiezan a cumplirse). Incluso peor aún, políticos "independientes" que buscan su lucro personal, aumentar su clientela, su directorio de contactos...vamos, seguir aquella pasaje del Evangelio donde el mayordomo infiel abusaba en sus últimos momentos de su poder para "hacer amigos".

Esa falta de liderazgo político-laboral que nos inunda en los distintos niveles administrativos del Estado, Autonomía o Municipio, se traduce en una gran desconfianza sobre lo que el funcionariado hace o no hace, creando dudas sobre su compromiso con la institución en la que trabaja, insistiendo en la parte mala que aflora ante la ciudadanía, con la intención torticera de ganársela, de crear "mal ambiente" entre unos y otros, sin la menor intención de mover un solo músculo, ni una sola neurona en intentar conocer mejor qué está dirigiendo, con qué equipo humano cuenta, qué problemas tienen, qué virtudes, quién trabaja y quién se escaquea. No, amables lectore/as, no, eso es mucho esfuerzo, y como realmente hay una gran mayoría que lo único que desea es no desgastarse en arreglar algo que ningún precedente ha arreglado o que incluso ha degradado o "averiado" aún más con sus actuaciones inconexas, o peor aún, que desea fervientemente quitarse de enmedio a "testigos" de sus "afanes", por llamarlo de alguna manera, la situación empeora año tras año.

Hay en mi opinión una voluntad no manifestada claramente de destruir las bases de la Adminstración Pública, que tanto costó llevar adelante en el siglo XIX: cuerpos de funcionarios con acceso por mérito y capacidad (oposiciones libres, públicas y limpias) y que en contrapartida tienen derecho al cargo, o traducido al lenguaje de hoy, la permanencia como funcionario/a contra viento y marea, venga quien venga a gobernarnos. Se quieren olvidar las tristes décadas de las cesantías de funcionarios, en las que quien llegaba allí, sabiendo que saldría con su mentor político, aprovechaba el cargo tanto como pudiera. Al final, la cosa pública quedaba dañada irremediablemente, puesto que nadie, absolutamente cargaba con ninguna responsabilidad, ni se mantenía ninguna continuidad de actuaciones. Se olvidan de todo eso, y lo hacen conscinetemente en mi opinión. Hay mala intención.

Esto se une a una conversación o pequeño debate que tuvimos unos compañeros motivados con el cambio organizacional. Uno de ellos, con gran experiencia, nos venía a decir, "que quede claro que yo vengo a trabajar aquí [la Administración] por mí, no por los ciudadanos, ni por Bizkaia, y creo que los demás piensan igual". Me sorprendió, no me lo esperaba de él, y creo que no ha conseguido engañarme, si es que lo pretendía, que más bien pienso que intentaba crear polémica, debate y confrontación de ideas y pareceres. No encaja con todo lo que ha hecho en la Administración y por Bizkaia en su larga trayectoria laboral. Es el ejemplo claro de todo lo contrario. Yo creo que también estoy en el mismo bloque de funcionario/as implicados en mejorar la Administración, pero el impacto de sus palabras me movió a reflexionar sobre la motivación del funcionariado.

Sí, surgen grandes preguntas: ¿por qué vengo a trabajar?,¿por qué no cambio de trabajo si me siento tan desmotivado ante la desidia de nuestros políticos respecto a la cosa pública?¿Creo en Bizkaia y en su futuro, en "lo nuestro" como gran colectivo de millón y pico de ciudadanos que conviven en un marco geográfico, social, económico y político determinado, o simplemente me da igual? ¿Pero es Bizkaia lo que acabo de describir? ¿Quién representa a los vizcaino/as, los junteros, el Diputado General de Bizkaia...?¿Sólo ellos?¿Nadie más?

Han visto como mis preguntas han ido derivando desde mi yo hacia un yo colectivo. Es más, ¿quién representa la voluntad de un pueblo? El gran debate entre democracia parlamentaria-representativa y democracia participativa está en el núcleo del debate, y además en la posible solución al problema de la Administración Pública. Nos afecta a los funcionarios, sin duda, porque queda claro que sin funcionarios no hay continuidad en el vaivén político, que la privatización no es la solución, que es un engaño gigantesco que conduce a corruptelas, mafias económicas, oligopolios y finalmente a dictaduras donde se mezcla todo en beneficio de una élite alejada de la sociedad a la que teóricamente representa.

Sin embargo, cualquier avance en democracia participativa está frenada por los propios partidos políticos mayoritarios, que verían amenazada su labor. La partitocracia lo ha inundado todo, salvo, y por ahora, la Administración Pública,  donde el funcionariado resiste a duras penas, y con una creciente desmotivación por falta de liderazgo.

¿Podemos nosotros mismos tomar el control de nuestro destino? ¿Estamos legitimados para ello? Mi respuesta es que sí, que frente a nuestra falta de legitimidad para definir el qué hacemos o debemos hacer, tenemos total y absoluta legitimidad e incluso me atrevería a decir que obligación de renovar y modernizar las Administraciones Públicas en las que trabajamos. No hay excusas, no hace falta autonomía...estamos hablando del cómo se hacen los qués, y ese es nuestro terreno, un terreno en el que tenemos que mejorar mucho, mucho, mucho. Nos falta metodología, nos falta interiorizar el concepto de cliente-ciudadano, el concepto de cliente-funcionario, cliente-otra_administración, reforzar la interoperabilidad, simplificar, aumentar los controles, medir nuestro rendimiento, evaluar lo que hacemos, pero sobre todo, renovar nuestro orgullo sobre el trabajo bien hecho y el cumplimiento de lo legislado, que nos guste o no nos guste procede de Parlamentos o Ayuntamientos donde los elegidos por el pueblo (con mayor o menor exactitud respecto a lo que realmente hemos votado) toman decisiones por mayoría.

El objetivo es demostrar a nuestros conciudadano/as y a nosotros mismos que el ámbito de lo público está en buenas manos, las mejores, las más eficaces y eficientes, y que lo que decidan a través de sus representantes se ejecutará profesionalmente, rindiendo cuentas de cada minuto de jornada laboral y de cada euro necesitado para ello. Un gran desafío se abre en nuestros destinos, todo lo demás son cuentos de la buena pipa.

domingo, 3 de abril de 2011

Funcionarios y políticos

Venía paseando hace pocos días con un compañero, en uno de esos periodos de tiempo que ahora se llaman oficialmente “PAUSA JORNADA” en nuestro maravilloso sistema de control de presencia (fíjese la persona lectora en el determinativo asociado a la palabra control), cuando surgió de nuevo el tema de nuestra participación en la definición de los objetivos de nuestro departamento. De entrada suena bien, a mí así me lo parece. En cualquier caso, debo confesar que algo en mi interior no está de acuerdo completamente.


Como muchos otros ciudadanos, me encuentro en el grupo de los que no nacieron en un periodo democrático, ni tan siquiera considero que haya vivido en una sociedad profundamente democrática, en la que hablar claro y alto sobre lo que pensaras de esto o aquello, sin temas tabúes de ningún tipo, podía conducirte al cementerio en casos extremos. Realmente conoces las sociedades en las que vives regularmente. Al menos no soy de los que creen a pies juntillas lo que les dicen los viajeros de quinces días o incluso de un mes cuando vuelven narrando “maravillas” o “decepciones” de los lugares que han visto. Y me tengo que remitir tan sólo al verbo ver, muy alejado del de “conocer” o incluso “vivir”.

Así que partiendo de la premisa de que sólo conozco esta sociedad (la vizcaina) y un poco menos la vasca y un poquito menos la española en general, me tengo que limitar a afirmar que la media de la cultura democrática y participativa de la ciudadanía está muy marcada por los hechos históricos y sociales que han vivido en los úlitmos 35 años. Los menores de 18 años lo verán de otro modo, porque lo habrán vivido en otras circunstancias. Si estoy insistiendo tanto en este aspecto es porque realmente creo en la participación ciudadana en la actividad política de base, además por supuesto de en las diversas actividades sociales y culturales.

Pero no es el momento de entrar en el debate de democracia participativa sí, democracia participativa no. Esa promesa que les hice aún está sin cumplir, y mis comentarios al maravilloso libro de Ramón Soriano y Luis de la Rasilla “Democracia vergonzante y ciudadanos de perfil”, siguen pendientes de una redacción clara para incorporar a uno de mis posts en este blog. Sentada y reafirmada mi vocación democrática y participativa, tengo ahora que pasar a la zona de los “peros”…

Efectivamente, tengo algún reparo que contarles, que se encuentra en lo que llamo oportunidad del lugar y del rol. No es cuestión del momento, que casi siempre considero que será oportuno. No, más bien se trata de nuestro rol social cuando participamos y de cómo podemos alterar profundamente la calidad democrática de nuestras opiniones al sobreponderar nuestra capacidad de influencia neta sobre el proceso deliberativo. Por ejemplo, analicemos el caso de nuestra participación como funcionario/as en ese debate sobre objetivos del departamento, del ministerio, del ayuntamiento… Veamos los pros y los contras.

Parece evidente que la principal ventaja de nuestra participación podría ser el conocimiento de los sectores económicos y sociales en los que nos movemos a diario, sobre todo si el funcionario en cuestión tiene una relación directa, o “de peso”, en la gestión de los diversos programas públicos, servicios públicos o control y evaluación de convenios. Si además tiene bastantes “trienios” en su nómina, es indiscutible que debería haber acumulado mucha experiencia, además de ser consciente de la constante evolución de la sociedad a la que sirve. Intento encontrar alguna otra ventaja y debo ser sincero, me empiezan a asaltar las desventajas, ennegreciendo el paisaje. Pasemos pues a enumerar alguna de ellas.

Quizá la peor de todas y para la que no tengo una solución a corto plazo, sea el corporativismo. Ser arte y parte en lenguaje vulgar tiene difícil solución. En cualquier debate en el que aparezca un funcionario defendiendo la actividad pública o promoviendo políticas públicas en las que va a tomar parte directa, pierde parte de credibilidad, y mucho más en estos tiempos duros del neoliberalismo a ultranza, con lo público cuestionado constantemente. La cercanía al poder político ejecutivo puede ser otra desventaja importante. Conocemos demasiado de cerca los entresijos de la elaboración y aprobación de políticas públicas como para no saber influir sobre ellas, las más de las veces en forma de reglamentos que ya no pasan por el filtro de la democracia parlamentaria y muchísimo menos de la democracia participativa. Para ello falta abrir muchísimo más la gestión administrativa pública al escrutinio de la sociedad. Los defensores del pueblo, arartekos y similares, aún están a años-luz de disponer de herramientas de control de la gestión administrativa que sean eficaces, y que nos hagan poner las pilas “permanentemente” al funcionariado. Se utiliza demasiado, a mi parecer, en control político, que es cierto que influye y mucho en la gestión, pero se utiliza poco para poner “coloraos” a los funcionarios “baguettes” que todavía pululan por los edificios administrativos de este país.

Pero aún me queda por aportar la opinión más contundente y que puede dar lugar al mayor y más acalorado debate que haya podido nunca surgir en este blog: la legitimidad del funcionariado para tomar parte en ese debate de objetivos. ¿Qué legitimidad tenemos en un debate político? En mi opinión la del ciudadano, por supuesto. Ni más ni menos, la más importante. Creo que es incuestionable. Pero…¿podemos tener doble rol de ciudadanos y de funcionarios en ese debate dentro de un departamento, ayuntamiento o ministerio? Rotundamente no. No es el lugar para actuar como ciudadanos dentro, y por tanto, no deberíamos actuar como funcionarios, puesto que abusaríamos de nuestra especial condición social. Seríamos unos privilegiados. No es el lugar, así de claro y así de fácil.

Es más, concluyo…si yo fuera un alto cargo político y alguien me pidiera participar en un debate sobre objetivos le diría amablemente y con una sonrisa de oreja a oreja que creara un partido político, que realizara ese debate, que se presentara a las elecciones de turno dando a conocer al resto de ciudadanos su programa al efecto y que les convenciera consiguiendo su voto para hacerle llegar al gobierno de turno. No puede haber puerta de atrás. Si estamos en contra de los lobbies y de su capacidad de influencia sobre nuestros gobernantes, y para eso pedimos y exigimos mayores niveles de democracia participativa, mayor transparencia en la deliberación política y de paso, mayor eficiencia en la gestión administrativa, no podemos ponernos “la visera y los manguitos” para llevar a cabo prácticas similares a las que denunciamos, aunque sea con la mejor de las intenciones, algo que no discuto ni pongo en tela de juicio de ninguna manera.

Finalmente, para intentar cumplir con el objetivo práctico de este blog, quiero aportar alguna solución práctica al debate que nos ocupa. Si el tema en este lugar no es el correcto, al menos podemos retomar una buena parte del mismo para debatirlo con toda la legitimidad ganada como funcionarios: la modernizacion administrativa y el servicio público frente a la ola de neoliberamismo irracional que nos invade. Creo que olvidamos muchas veces la razón de ser de nuestros puestos de trabajo y quedamos desconectados de la realidad social en la que vivimos. Si no somos capaces de reconocer abiertamente en un vagón de metro silencioso, lleno hasta la bandera de gente, que “soy funcionario/a y me siento orgulloso del trabajo que realizo”, querrá decir que el camino para mejorar nosotros mismos es aún muy, muy largo, y donde podemos y debemos ocuparnos al ciento por ciento. No hay tiempo para el aburrimiento.

La Sociedad nos lo demanda a gritos. Adelante y al tajo!

viernes, 4 de marzo de 2011

Vuelve la esclavitud...?

Pues parece que sí, que ya es algo que empieza a olerse en el ambiente. Ante todo, perdonen mis seguidores y seguidoras, que haya alargado tanto en el tiempo la publicación de un nuevo post. Temas de los que hablar y criticar en materia de Política y Gestión Pública ha habido muchos en estos dos meses de forzado silencio, pero al fin llegué. No se asusten, que no nadie me ha amenazado con liquidarme si seguía criticando "inorportunamente". No es el caso, al menos por ahora disfruto plenamente del ejercicio de mi derecho a la libertad de expresión.


Tal vez les intrigue un poquito el hecho de que haya titulado el post de esa manera, con referencias al concepto de esclavitud, y mucho más en los comienzos del tercer milenio. Poco a poco iré acercándome a la explicación del título de este post. Empezaré con un recorte de prensa que tengo sobre mi mesa desde hace al menos 3 semanas. Se titula "La vicepresidenta vuelve a negarse a que la entrega del piso salde la deuda hipotecaria", y se refiere, para quien no lo recuerde o no lo sepa, a la vicepresidenta del Gobierno central,Elena Salgado. Nos dice que esa medida perjudicaría al sector financiero...

De entrada, la justificación aportada no es muy afortunada, al menos para los que seguimos los medios de comunicación con cierta regularidad. Bueno,me dirán algunos, es lo que realmente piensa, ha sido sincera. Otros me dirán que además lo dice, aunque no le guste, para calmar a "los mercados financieros globales", el auténtico poder en los tiempos actuales, en este mundo globalizado neoliberal. Pero desde luego, lo que pocos pueden negarme es que poco tiene de socialista esa opinión. Ay si Pablo Iglesias levantara la cabeza...!!! Cogería una escoba de hierro y comenzaría a barrer y a barrer y a barrer. La verdad es que lo de la escoba es poco original, lo reconozco, pero es que difícilmente puedes representar visualmente nada mejor para describir lo que siento cuando oigo esas expresiones, y sobre todo cuando no oigo (al menos no lo han incluido los periodistas en el artículo de prena) nada relacionado con los sufrimientos de la gente que les vota o que no les vota, con el ciudadano/a de a pie, y sobre todo del que tiene una hipoteca, se encuentra en el paro y no puede pagar su deuda aunque lo desee con todas sus fuerzas.

De pasada, y aprovechando mis reciéntemente adquiridas competencias en materia de inteligencia emocional (al menos lo que dan 5 horas de cursillo para aprender algo), puedo concluir que esa frialdad expositiva de la Vicepresidenta no la ayuda a mejorar su popularidad y mucho menos a que confiemos en que nos ayudará a resolver nuestros problemas si acabamos en la lista de morosos, con una deuda permanente con la entidad bancaria.

Y es que la deuda de muchos españolitos y españolitas, la deuda que procede de la compra de sus pisos, gracias a una hipoteca pactada con una entidad bancaria o con varias, debiera de tratarse como un pacto entre comprador y entidad bancaria, en la que el banco, el experto en estas lides, fija un precio "real de mercado". Olvidamos siempre añadir a esta justificación, que se trata de una tasación en un momento determinado, a fecha y hora concretos, con unas condiciones de mercado determinadas, y que sabemos que van a ser dinámicas, que van a variar en un sentido o en otro, casi siempre para subir de precio del bien, pero que podría ocurrir que fuera para no subir, sino bajar como es el caso actual. No podemos olvidar también a todos los inversores "ocasionales" en vivienda, que se lanzaron a la compra-venta de pisos, al calor de la burbuja inmobiliaria que hemos vivido. También ellos se han arruinado o al menos ahí están esperando a desprenderse de ese piso en Costa X, y que nadie quiere ya comprarles ni siquiera al precio que pagaron por él hace unos años.

El problema que tenemos ahora es determinar quién tiene que pagar los platos rotos. No es más que éso, así de simple. Los especuladores inmobiliarios ya están pagando, entrampados, con bienes que no quieren, con obras a medio concluir en las que no quieren meter ni un duro, o con roturas de contratos leoninas en las que han perdido hasta la camisa. Pero ahora quedan los demás, el sector bancario y los ciudadanos corrientes hipotecados. Lo que nos dice la Ley Hipotecaria es que no nos vale con dejar el piso al banco y cancelo la deuda y renazco de mis cenizas como Avez Fenix...Al parecer era una leyenda urbana, y yo, y muchísimos más junto a mí, sin saberlo. ¡Cuánta ignorancia acumulada! Ahora nos despertamos de nuestro autoengaño y descubrimos que otra leyenda urbana era falsa: los pisos siempre suben...Demasiado para nuestros cuerpecitos mortales...Los pisos se comportan como las manzanas, sujetos a la gravedad de la Tierra...también bajan, y con lo que pesan, te aplastan sin remedio.

Si seguimos analizando las consecuencias que tiene la Ley Hipotecaria actual, podríamos concluir que si me embargan el piso, y aún así sigo con deuda, parcialmente cancelada eso sí, el banco estará esperando a que genere ahorro sufieiente para cancelarla. Es decir, que estará como cuervo carroñero esperándome con su agudo pico para sacarme de mis entrañas el vil metal, la pasta gansa que me he ahorrado con mucho sacrificio. Lo que ya no tengo tan claro es que pasa con los intereses. No me creo yo que no se vayan acumulando, y habida cuenta de lo dificilísimo que es ahorrar en los tiempos que corren, suponiendo además que tengas un buen empleo, prácticamente tu sino en lo que te quede de vida es vivir debajo de un puente, lavar la ropa en un río contaminado y comer gratis de la Caridad, mientras tu sueldo íntegro se lo lleva el banco para pagar parte de los intereses acumulados, porque el principal...uyyy el principal...¿sabe alguien si es posible amortizarlo en el Paraíso? Porque nos lo habremos ganado, ya lo creo que nos lo habremos ganado.

Díganme entonces si lo que describo,y que empieza a ser real para algunos de nuestros conciudadanos, no se asemeja a una vuelta a la esclavitud de la Antigüedad. Podías llegar a ser esclavo por perder una guerra de defensiva frente a los invasores romanos, griegos, egipcios, persas...daba igual. Te invadían, perdías y te convertías en esclavo para siempre. Pero otra forma de entrar en la esclavitud era no pagar tus deudas. Se puede leer en los Evangelios..."lo metió en la cárcel hasta que le pagara lo que le debía". Sólo faltaría que nos metieran en la cárcel por no saldar la deuda. Pero todo se andará si no nos enfrentamos con firmeza a esta ola de neoliberales avariciosos que no quieren aceptar que tienen gran parte de culpa en lo que está pasando. Su codicia no tuvo límites, y aún siguen en esa misma línea, mientras los ciudadanos miramos a otra parte cuando oímos que alguien se ha quedado sin piso y además con parte de la deuda inicial, desproporcionada la mayoría de las veces, teniendo en cuenta lo hinchado de los precios del mercado inmobiliario de hace 5 años.

Quedan esclavizados de por vida, y sin embargo, la otra parte activa en la locura que se desencadenó en este país, convence a nuestros políticos que sería malo para ellos, que "les perjudicaría". ¡Qué vergüenza señores y señoras! Son capaces de esclavizar a medio país para conseguir sanear sus balances. Y mientras tanto el Gobierno cohibido, asustado, sin implantar una solución justa, porque de eso hablamos, de justicia redistributiva, de que cada uno pague por lo que hizo. Unos por unirse a la espiral inflacionaria en los precios de los pisos, cambiándose de vivienda con una alegría desmedida, sin reflexionar sobre lo que podía ocurrir, sin moderarse, y los otros, sin advertirnos de que esas subidas desproporcionadas normalmente no traen nada bueno, que podía ocurrir lo que ha ocurrido, y que entonces, aplicarían determinado artículo de la Ley Hipotecaría y les pondrían unos grilletes en las muñecas para siempre.

Este desaguisado lo tienen que pagar unos y otros, y en otros incluyo a los bancos. También los bancos; ellos tienen que desprenderse de una vez de los activos dañados, sanear sus balances de una vez por todas, declarando las pérdidas de valor las garantías hipotecarias y liberándose del lastre que les está hundiendo. Los que peor lo gestionaron desaparecerán definitivamente, pero cuánto mejor!!! Porque no estaban preparados para ejercer su actividad económica y financiera de una menera responsable. No se merecen ni un euro de dinero público para rescatarles. Que se vayan al infierno de una vez, y que dejen de esclavizarnos.

Y un aviso final a navegantes políticos de izquierdas: si nos olvidamos de nuestros valores, de nuestros principios puede que nadie reconozca el logo del partido cuando vaya a votar. Os habréis convertido en unos auténticos desconocidos. Si ellos destrozaron la economía española, que se hundan para siempre. Ni un flotador más, ni uno!



PD. Para otro post dejo algunas otras ideas contra-neoliberales: nacionalizar los pisos embargados? A que suena bien...

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Cabezas de turco...

...y nosotros sin saberlo. Vaya, vaya, que si lo llego a saber le pido al Olentzero un gorrito turco, creo que se llama fez, en honor a la ciudad marroquí donde parece ser que lo inventaron. Todo sea por morir decapitado con dignidad.

Y se preguntarán ustedes por qué me pongo así, tan melodramático. Pues porque veo cómo se van acercando las elecciones municipales y de paso, aquí en el País Vasco, las forales, y el panorama de candidaturas que tengan entre sus objetivos políticos, la dinamización del funcionariado y la modernización de las Administraciones Públicas, brillan por su ausencia, como dirían los clásicos.

Llevamos padeciendo una buena racha de atropellos y desdenes hacia lo Público desde las propias tribunas políticas, y de sus ocupantes, siempre provisionalmente (que parece que no se acuerdan nunca de ese punto, especialmente si repiten mandato) , que ahí no se queda nadie para siempre, salvo algún que otro dictador omnipotente en el uso de la guadaña hacia los opositores. La llegada de la crisis económica actual, e incluso sistémica según algunos líderes de opinión, ha abierto la caja de los truenos en lo que respecta a poner el foco de atención en el funcionariado, como principal agente demoníaco, cabeza de turco, saco de golpes, o como mejor ustedes quieran denominarlo, un sector privilegiado.

Agitando sus marmitas de pútrido caldo, escuálido por demás, sin ideas de ningún tipo respecto a lo que debe ser lo Público, la cosa púbica (res publica), comienza a aparecer en el horizonte, listillos que sí que lo tienen claro: lo que es de todos, no es de nadie, ergo...me lo apropiaré.

Hay algunas modos sencillos de apropiarse de lo público. Tenemos el caso de las externalizaciones. Palabro de lo más desafiante para la mayoría del pueblo no experto en materia de gestión económica. Consiste en liquidar a los funcionarios con la excusa de que son carísimos de mantener y están llenos de privilegios (por cierto, siempre menos de los que tienen los que les mandan) y "subastar" al mejor postor un contrato de servicios. La idea, claramente neoliberal, se ha venido practicando desde hace un tiempo, y los resultados son claramente desastrosos, pese a que queden difuminados en los presupuestos en otras partidas que antes no existían (cambios de partidas del capítulo I al II)

Por supuesto que ningún político hará las cuentas "completas" de los cambios realizados, de los servicios externalizados. Pero no los harán porque realmente no pueden hacerlas, y en algunos casos no saben, y si saben no quieren. Pongámonos por ejemplo el caso de la limpieza de edificios públicos. Lo externalizan para ahorrarse puestos de trabajo de personal funcionario de categoría E, limpiadores específicamente. El argumentario para tomar la medida se basó en el descontrol absoluto del tiempo de trabajo de los limpiadore/as. Que si bajas, que si vacaciones, que si esto, que si lo otro...el mismo argumento que se está utilizando ahora: falta absoluta de interés por tomar medidas relativas a la gestión del personal de las Administraciones Públicas que tenga en cuenta el rendimiento de cada persona, su esfuerzo personal por hacer mejor su trabajo cada día, por cumplir con sus tareas, las que les encomiendan, por reconocer su buen hacer, por facilitarle su desarrollo profesional y a ser posible una carrera digna dentro de la Administración correspondiente a la que pertenece.

La decisión se tomó, y no hubo vuelta atrás...y eso también es algo malo en sí mismo. Cualquier medida de tal envergadura debiera someterse al análisis de los resultados y a una evaluación permanente de si es conveniente seguir por ahí o no. Aún así, ellos, nuestros políticos, siguen y siguen, pese a que los que sí que analizamos el resultado de sus medidas de antaño comprobemos que ha sido un completo desastre.

Sigamos con el caso de la externalización del servicio de limpieza. Los trabajadores forales se van jubilando y en los nuevos centros de trabajo, directamente aparecen empresas subcontratadas que nos traen a su equipo de trabajadores. Hasta aquí parecería algo bueno, ¿verdad amigo/a lector/a? Pues no, lamento tener que desilusionarle. Al poco tiempo de empezar este nuevo sistema descubrimos que el periodo de contrata termina, pero el trabajador que hemos conocido hace poco y que sustituyó a nuestra vieja compañera jubilada, se queda, que no se va con su antigua empresa. Y he dicho bien, es antigua empresa, porque le acaban de subrogar como trabajador/a de la nueva empresa que ha ganado la contrata para este año.

El alucinante momento en el que descubro esto que les cuento fue para inmortalizarlo. Claro está que hubo funcionarios que no se mostraron tan contentos: quienes limpiaban su mesa y su zona de trabajo no eran precisamente muy buenos en su labor, y de este modo no habría modo de deshacerse de ellos. Atrapados en el ascensor!!!!!! Los Juzgados de lo Social (su jurisdicción es diferente a la de los funcionarios, y para la Administración realmente peor, puesto que es una jurisdicción que resuelve con prontitud encomiable frente a la lenta jurisdícción contencioso-administrativa) siempre dan la razón al trabajador: se queda en su puesto, aunque cambie la empresa subcontratada. Por arte de magia, aquella decisión de desprenderse de personal fijo en forma de funcionarios se había vuelto como un boomerang contra las propias Administraciones Públicas que la impulsaron. Teníamos de nuevo personal fijo en plantilla (o como demonios quieran llamar a esa figura de puesto de trabajo asociado a un edificio). El mundo al revés...pero al revés y a peor. ¿Que por qué lo digo? Sigan leyendo que no tiene desperdicio.

Pues a peor, porque antes esos funcionarios dedicados a limpieza tenían un jefe o una jefa funcionario/a que ejercía el mando sobre ella y que podía incluso (algo harto improbable) tomar medidas disciplinarias si no cumplía con sus obligaciones, pero además podía incorporarle a los planes de formación específica, o a controlar los consumos de materiales de limpieza necesarios...y así un largo etcétera. Ahora ya no es así...ahora tenemos a un jefe de contrata, encargado de dirigir a estas personas, pero que no está en el edificio habitualmente. Por supuesto que cada comienzo de periodo de contrata era y es un sinvivir para estos limpiadores, porque tienen nuevos jefes o coordinarores, y a lo mejor no les es tan fácil llevarse bien con ellos, o son más exigentes...Según pasan los años, sin embargo, el estrés se diluye, a la vista de que realmente son intocables, tanto para las contratas como para la Administración que les acoge en sus edificios.

Pero algún político o algún otro defensor de estas prácticas neoliberales me dirá que al menos, ahorramos en los sueldos estratosféricos de los funcionarios. Pues no, de nuevo niego la mayor! De eso nada de nada, que para ello sus sindicatos consiguieron meter un buen gol a los políticos que dirigen nuestras Administraciones: nada más y nada menos que la equiparación laboral con puestos equivalentes de funcionarios. Es decir, hablando en plata, que un trabajador/a limpiador/a de la contrata, fijo en un edificio público (tengo que remarcarlo continuamente), gana lo mismo que un limpiador/a funcionario/a de esa misma Administración.

Recuerdan ahora los motivos iniciales de la externalización: ahorro y más ahorro. Pues de ahorro nada de nada, y peor aún, porque antes como funcionarios, estaban bajo la bota de la correspondiente Dirección General de Función Pública que le correspondiera, o del Alcalde de turno si hablamos de pequeños Ayuntamientos. Pero ahora no, es un trabajador/a privilegiado en cuanto a salario (porque los funcionarios lo somos, al menos en el País Vasco), accediendo al puesto por los caminos más insospechados e inconfesables, abierto a todo tipo de corruptelas, porque si por casualidad se jubila una de esas personas, el nuevo puesto se lo rifan un montón de candidato/as que llegan a tener noticia del evento (no se transforma en hereditario por puro milagro), estando al margen la Administración Pública que ve que le encajan a una nueva persona fija sin poder decir "esta boca es mía".

Pues sí señores y señoras, que hemos externalizado un servicio, quedando muy bien, pero sin el menor análisis técnico, económico, organizativo y socio-político de sus consecuencias. Y no se crean que el ejemplo es un caso extraño. Si miramos a los antiguos peones camineros que cuidaban nuestras carreteras forales, nos encontramos con otro caso parecido. Han desaparecido, jubilados todos, y a cambio tenemos nuevas contratas que se encargan de arreglos varios, echarnos sal cuando hiela, etc. pero que en ningún caso son funcionarios y por tanto sin potestad denunciadora. Es decir, que cuando por un casual, rompa usted una señal de tráfico, si no le identifica un policía no se preocupe porque el trabajador que haya ido a reponer la señal no tiene potestad para iniciar ninguna sanción, ni tampoco para que la Administración pueda iniciar un procedimiento de reclamación de daños...de verdad que el mundo al revés.

Para cerrar este post quería recordarme a mí mismo, antes de que me lo recuerden ustedes, que siempre debería aparecer un apartado de propuestas de mejora, que la crítica destructiva no debiera ser el objetivo de este blog. Bueno, pues aunque me cueste soltarlo ahí va:

- En primer lugar propongo paralizar cualquier externalización de servicios públicos hasta que no se evalúe la situación actual de los ya externalizados.
- En segundo lugar, propongo que cada servicio externalizado tenga desarrollado y en funcionamiento un procedimiento de evaluación del servicio prestado por la contrata, y no sólo de si la facturación ha sido correcta, y por tanto puede liquidarse el contrato sin más problemas (parece ser que ésto es la única piedrita que molesta en el zapato de los servicios de contratación).
- Por supuesto que además las Administraciones que pretendan subcontratar servicios, deberán elaborar un cuadro de indicadores de calidad de servicio, entre los que siempre deberá incluirse la opinión de los ciudadanos o de los funcionarios si fuera el caso de un servicio interno externalizado.

No son propuestas imposibles, es más, cualquier experto en gestión de calidad, y específicamente especializado en gestión de los procesos de compras y suministros nos diría que me quedo corto y que las empresas que funcionan realmente bien, tienen todo eso atado y muy atado.

Como no sé si añadiré algún que otro post antes de acabar el año, les quiero felicitar el Nuevo Año 2011, que espero y deseo venga cargado de nuevas políticas modernizadoras y de nuevos políticos que crean en lo público. Si fuera así ganaríamos todos y todas. ¡¡Créanme!!

sábado, 18 de diciembre de 2010

Coge tu dinero y corre!!!

Pues se pasó el 7 de diciembre en Francia y no ocurrió nada que hiciera temblar el sistema financiero europeo o, al menos, el francés. La propuesta de Eric Cantoná de que los ciudadanos franceses retiraran sus fondos de los bancos, a modo de estampida organizada, fracasó. Estuve escuchando en la radio alguna que otra tertulia que tocaba ese tema y la verdad es que ni en la propia Francia le daban la cancha que tenía más al Sur de los Pirineos. Así entre nosotros les diré que en el fondo y al final, nos gusta escuchar los tremendismos de nuestros vecinos del Norte, y hasta les admiro cuando hacen revoluciones, manifestaciones multitudinarias y movilizaciones de la opinión pública de gran alcance. Todo ello sin olvidar nunca que siempre estaremos de acuerdo en que los franceses, en promedio, son bastante sosos...Pero esto último no es parte del "objeto social" de este blog.

Y se dirán ustedes, y ahora qué, y algún otro u otra más despierto en el momento de leer este post, se preguntará...y a cuento de qué comienza a hablar de estampidas bancarias provocadas...? Pues ni más ni menos que mi estado de rabieta contenida tras leer el libro de Josep Manuel Novoa, "Bancos, banqueros y bandidos" (editorial Foca, por si alguno o alguna tiene interés), que me ha dejado un mal cuerpo...un mal sabor de boca...unas bilis acumuladas en el aparato digestivo...Han sido más de trescientas páginas de descubrimiento en algunos casos y de confirmación en otros más de que el sistema financiero en este país te engaña y te sablea sin compasión.

Decía mi abuela "pleitos tengas y los ganes" citando un viejo refrán castellano, pero ya estoy convencido de que la sabiduría popular acabará acuñando otro nuevo que rezaría más o menos "hipoteca firmes y al cementerio lleves". Casi, casi me parece un milagro haber podido deshacerme de una primera que tuve. Es que da miedo oir la noticias de subastas públicas de viviendas hipotecadas en las que el propietario se queda sin nada y aún no puede pagar el resto, que a modo de losa de varias tonedas llevará eternamente adherida a su ancha espalda. Y mientras tanto, nuestros gobiernos sin tomar medidas, nuestros parlamentarios, sean diputados o senadores, sin meterlo en la agenda política, como algo urgentísimo, saltándose a la torera, mejor dicho, a lo bandido, el precepto constitucional de derecho a una vivienda digna. Díganme ustedes si no tiene algún derecho de protección especial quien se mete en una vivienda normalita, de precio hinchado eso sí, por culpa del dichoso "mercado" neoliberal que la derecha política (y algún izquierdista con pocas luces o poco sentido común popular) tiene en tanta estima, y se queda sin trabajo y no puede pagar las cuotas, o porque suben los tipos de interés de forma desbocada y tampoco puede pagarlas.

No creo para nada en el sistema neoliberal, con su cantinela de que cada uno es mayorcito y sabe dónde se mete...no les hagan caso, son cantos de sirena...nos quieren llevar al precipicio, y antes de empujarnos nos desnudarán o mejor dicho, se incautarán de todo lo poco de valor que aún nos quede, y así, desnuditos caeremos en el abismo para convertirnos en infrapersonas, en esclavos de una nueva sociedad de elites, dentro de un nuevo feudalismo económico-financiero (pero ésto último no es más que un anticipo de otro post que vengo rumiendo en mi interior desde hace unos meses).

Me puedo extender más en el asunto de la protección que se nos debe como ciudadanos frente a los abusos del sistema económico-financiero del momento. Por ejemplo, ¿saben ustedes realmente cómo se calculan los derechos consolidados de sus planes de pensiones? Pues yo debo ser un ignorante, pero no lo sé...sólo sé, sólo compruebo cómo esos derechos consolidados suben y bajan como la Bolsa, mejor dicho, como un vagón de la montaña rusa, pero esta vez sin su faceta lúdica, a no ser que tenga usted una faceta masoquista, vamos, que le "ponga" el vaivén, las bajadas terroríficas y las leves subidas de sus activos, de su futura pensión privada complementaria. La realidad que compruebo, y ya no hablamos de mi percepción, es que hace diez años abrí una EPSV de medio riesgo y transcurrido ese plazo he tenido una rentabilidad acumulada de -2%...!!! Chachi piruli...buena jubilación privada voy a tener...menudos viajes alrededor del mundo...buenas clínicas privada, buenas residencias...vamos, vamos...que lo mejor será que me vaya haciendo una chabolita bien aislada térmicamente porque no podré pagar ni la luz ni el gas...cuando llegue la noche...como las gallinas, a dormir.

Pero me dirán ustedes que fui un inconsciente...que no tenía que haber abierto un plan de medio riesgo...sin tanta Bolsa. Pues tengo que contradecirles, que tan bravo no soy, y que dejé más de la mitad a buen recaudo en otro EPSV de bajo riesgo. Y tampoco me ha salido bien la jugada!!! Esta vez un 1,57% de rentabilidad POSITIVA, pero si tengo en cuenta la inflación acumulada en estos diez años, en euros constantes, esa rentabilidad es claramente negativa. Así que ya me dirán ustedes si puedo creer a esos señores que predican desde sus medios de comunicación que invirtamos, que nos preparemos una buena jubilación privada, que no habrá pensiones para todos, que quebrará el sistema de la Seguridad Social. Pues yo no sé, no tengo una bolita mágica para adivinar lo que ocurrirá en 30 años, pero tengo por cierto, que lo que me han quebrado a mí es mi futuro. Y junto a este argumento de sensatez financiera que tuve hace diez años, les añadiré otro argumento: cómo es posible que los Gobiernos que tanto nos empujan a invertir nuestros ahorros en planes de pensiones privados, no exijan por Ley toda una batería de medidas para garantizar la transparencia máxima en la gestión económica de esos fondos que tienen un destino tan específico, y un sistema de auditorías y controles de todo tipo para que no surjan estafas multimillonarias, ni estafas "centimarias". Me explico con mi neologismo. Por centimaria vengo a resumir lo que siento cuanto me van sangrando lentamente pero inexorablemente, irremediablemente además (Gobierno, ¡¡¡actúa!!!), en forma de pequeñas comisiones de todo tipo, las peores en porcentaje sobre beneficios reales o imaginarios, y que dan lugar a que al final, haya perdido un buen pico del rendimiento de mis inversiones, comparado con el tradicional sistema inversor del español medio: a plazo fijo de un año y te damos una cazuelas o unas toallas de baño made in Tailandia.

Demando incluso más al Gobierno, sea el que sea, pero sobre todo se lo exijo a un Gobierno de izquierdas, socialmente implicado. Cómo es posible que se permitan crear planes de pensiones de alto riesgo...Señores y señoras, que las pensiones y el alto riesgo están en franca oposición. Y no me vengan ahora con ya somos mayorcitos para poder saber dónde nos metemos, porque la realidad de nuestra cultura financiera, la del españolito medio es francamente baja o muy baja. O nos educan financieramente, o nos limitan las alternativas de inversión para no meternos en la cueva del tigre, porque seguro que nos comerán. A mi al menos, un brazo y parte del pie ya me lo han comido, pero he aprendido la lección, algo tarde, pero la he aprendido.

Así que aviso a navegantes, y para el que me lea y me quiera entender. No se fíen de la publicidad financiera, no se crean lo que dicen de que es necesario que usted invierta en planes de pensiones para garantizar su futuro. Es todo una gran patraña para vivir cómodamente de sus esfuerzos en forma de pequeños ahorros. Mire y compare, y seguro que encontrará algo mejor en que invertir (los bonos del Tesoro, las letras del Tesoro son buenas opciones, pero cómprelos por internet directamente en el Banco de España, que se ahorrará un buen pico en comisiones). Ah, y tampoco se crea nada de sus amigos que trabajan en bancos y cajas...No tienen ni idea de lo que están vendiendo, salvo que se llevan una comisión por lo que hacen. Realmente dudo mucho que nadie sepa qué está pasando ahora con las corrientes especuladoras que nos zarandean y acosan a diario.

Y un último consejo, asociese, sea ciudadano activo en materia financiera. El autor del libro que he citado más arriba, únicamente da la cara a favor de una asociación: ADICAE, Asociación de Usuarios de Banca, Cajas de Ahorro y Seguros. Está repleta de acertados consejos para nosotros, para los ciudadanos, para los ciudadanos activos y exigentes. No lo olvide y sea consecuente.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Quo vadis Función Pública!!

Dicen que hasta se han pegado funcionarios forales con ciudadanos que acudían a las oficinas administrativas de la Hacienda Foral...dicen, porque yo no he llegado a verlo. Y como decía mi abuela, "de lo oído nada creído, y de lo visto, la mitad". Y mi abuela era una señora muy inteligente, incluso sabia me atrevería a decir. Pero bueno, no nos desviemos de lo que os quería comentar amigos lectores...¿por qué casi se pegan, si es que creemos la mitad de la mitad de la noticia? Pues al parecer porque había una huelga de celo, una parada técnica de funcionarios de atención presencial en la Hacienda Foral de Bizkaia.

Y es que estamos en plena lucha entre la Funcion Pública de la DFB y los sindicatos, representantes de los trabajadores forales, la mayoría funcionarios de carrera, es decir, con nombramiento legal (y para el que no lo sepa, sin contrato laboral, porque los funcionarios de carrera no tienen contrato laboral). Todo este cisco que se ha montado arranca de un repentino interés de la Función Pública foral y supongo que también de quien la dirige políticamente por conocer cuánto tiempo real pasan los funcionarios dentro de las dependencias administrativas. No se sabe muy bien si alguien apostó un café (ahora los políticos apuestan públicamente cafés sobre si algo ocurrirá o no ocurrirá) a que era una leyenda urbana lo que se cuenta sobre los interminables desayunos forales. Y ese alguien apostador, debía querer ganarlo de seguro, teniendo un as en la manga: nada más y nada menos que sus ojitos, que veían cómo el sobrepeso medio del funconariado foral era menor a la media vizcaina...nuestros forales no están nada gorditos ni gorditas...así que lo de los desayunos tan, tan largos no podía ser, a menos que no desayunaran, o no comieran bollo con mantequilla.

De modo que sin saber muy bien cómo, ni mucho menos para qué, se embarcaron en un proyecto ambicioso, equiparable a la circumnavegación del globlo terráqueo en el siglo XVI: averiguar qué demonios hacía el funcionariado foral tanto tiempo fuera de los edificios administrativos a la hora del desayuno. Como primera parte del proyecto decidieron averiguar quién estaba dentro cuando debía estar fuera. Los resultados debieron ser sorprendentes, porque luego intentaron averiguar quién estaba fuera, cuando debía estar dentro. Menudo lío, se preguntará el lector, y hasta alguno me dirá que eso es como buscar los tres pies al gato. Créanme, no tengo el menor interés en conocer la metodología de investigación y análisis de los datos recopilados, porque es indudable que la casuística de motivos para moverse del puesto de trabajo es casi infinita. Y además, y lo que es más importante de todo...¿para qué quieren saberlo?¿Para qué queremos saberlo?

De poco va servir todo este entramado administrataivo de vigilancia cuasi policial en el que nos han metido los actuales responsables de la Función Pública Foral. Nos dedicaremos a cumplir con las ordenanzas vigentes, ficha que te ficha, parte va parte viene, olvidos, cabreos a fin de mes, tiempo increíblemente desperdiciado en vigilar nuestra hoja personal de horarios. Que si tiempo a recuperar, que si tiempo de ausencia, que si licencia por ésto y por aquéllo...un galimatías que sólo conocen los expertos en escaquismo, incluso diría que mucho más que los propios gestores de esa vigilancia funcionarial. Porque hecha la ley hecha la trampa...dice el refrán popular, y el vulgo no es tonto y el funcionario mucho menos. Y claro, con tanta presión, hasta los más listos del circo montado, ven que no tienen forma de ir a echar la primitiva al estanco y se piensan si no les provocará un estrés emocional tan grande que consigan un par de meses de baja médica bien merecida. A descansar señores y señoras, que se lo tienen ustedes bien merecido, nos dirán los médicos de cabecera, que con esos malos humores, no se puede atender bien al ciudadano, que luego pagan justos por pecadores.

Si el lector es un ciudadano, sabe muy bien que lo que quiere es que le atiendan cuando acude a una oficina administrativa. Eso es lo primero, que esté abierta la oficina, que alguien le atienda, que la persona que le atienda sepa todo lo que tiene que saber sobre su problema, y finalmente, y esto sería lo deseable, que además le atienda con absoluta cortesía, amabilidad y con una sonrisa dibujada en su cara. Es decir, que el ciudadano tiene unas expectativas que quiere ver satisfechas, igual que cuando va a comprar un pantalón o un kilo de plátanos, pero además, sabiendo que en el primer escenario, no hay alternativa donde ir. O le atiende el funcionario o se tiene que aguantar esperando a otro que sepa más, o que sabiendo tanto como el primero, le ofrezca su mejor sonrisa.

Una vez leído este cuento de las expectativas del ciudadano (que deberían leer los prebostes que nos dirigen) entenderá el lector que en lo que debemos poner énfasis, y por tanto todos nuestros mejores esfuerzos de mejora, es en establecer los objetivos a cumplir, con qué reglas de funcionamiento y sabiendo con qué recursos contamos. Y de éso nadie habla. ¿De qué me sirve que todas las personas de una oficina administrativa estén de cuerpo presente,"bien fichados", si no saben a dónde van, qué tienen que hacer, cómo tienen que atender y lo que es aún peor, con la sensación cierta de que no hay conocimiento de sus superiores más altos de en qué consiste su trabajo. Estarán de cuerpo presente pero de voluntad ausente.

Planes de futuro, objetivos, diseño de políticas públicas coherentes, justificación de fondos públicos...todo ello es necesario, imprescindible diría, pero si no hay confianza en el funcionario foral, en su saber hacer, en su profesionalidad y entrega, si sólo miramos a quien no trabaja, a quien se escaquea, a quien elude toda responsabilidad, en lugar de reconocer el buen hacer del resto, el mayoritario resto, metiéndonos a todos en el mismo saco entonces vamos muy mal, hacia el desastre. Y quienes pagarán los platos rotos de una privatización alocada e irracional de los servicios públicos que seguirá a esta carrera de falsas acusaciones serán los ciudadanos, empezando por esos que los llaman con cierta ligereza vagos o "baguettes".