miércoles, 29 de diciembre de 2010

Cabezas de turco...

...y nosotros sin saberlo. Vaya, vaya, que si lo llego a saber le pido al Olentzero un gorrito turco, creo que se llama fez, en honor a la ciudad marroquí donde parece ser que lo inventaron. Todo sea por morir decapitado con dignidad.

Y se preguntarán ustedes por qué me pongo así, tan melodramático. Pues porque veo cómo se van acercando las elecciones municipales y de paso, aquí en el País Vasco, las forales, y el panorama de candidaturas que tengan entre sus objetivos políticos, la dinamización del funcionariado y la modernización de las Administraciones Públicas, brillan por su ausencia, como dirían los clásicos.

Llevamos padeciendo una buena racha de atropellos y desdenes hacia lo Público desde las propias tribunas políticas, y de sus ocupantes, siempre provisionalmente (que parece que no se acuerdan nunca de ese punto, especialmente si repiten mandato) , que ahí no se queda nadie para siempre, salvo algún que otro dictador omnipotente en el uso de la guadaña hacia los opositores. La llegada de la crisis económica actual, e incluso sistémica según algunos líderes de opinión, ha abierto la caja de los truenos en lo que respecta a poner el foco de atención en el funcionariado, como principal agente demoníaco, cabeza de turco, saco de golpes, o como mejor ustedes quieran denominarlo, un sector privilegiado.

Agitando sus marmitas de pútrido caldo, escuálido por demás, sin ideas de ningún tipo respecto a lo que debe ser lo Público, la cosa púbica (res publica), comienza a aparecer en el horizonte, listillos que sí que lo tienen claro: lo que es de todos, no es de nadie, ergo...me lo apropiaré.

Hay algunas modos sencillos de apropiarse de lo público. Tenemos el caso de las externalizaciones. Palabro de lo más desafiante para la mayoría del pueblo no experto en materia de gestión económica. Consiste en liquidar a los funcionarios con la excusa de que son carísimos de mantener y están llenos de privilegios (por cierto, siempre menos de los que tienen los que les mandan) y "subastar" al mejor postor un contrato de servicios. La idea, claramente neoliberal, se ha venido practicando desde hace un tiempo, y los resultados son claramente desastrosos, pese a que queden difuminados en los presupuestos en otras partidas que antes no existían (cambios de partidas del capítulo I al II)

Por supuesto que ningún político hará las cuentas "completas" de los cambios realizados, de los servicios externalizados. Pero no los harán porque realmente no pueden hacerlas, y en algunos casos no saben, y si saben no quieren. Pongámonos por ejemplo el caso de la limpieza de edificios públicos. Lo externalizan para ahorrarse puestos de trabajo de personal funcionario de categoría E, limpiadores específicamente. El argumentario para tomar la medida se basó en el descontrol absoluto del tiempo de trabajo de los limpiadore/as. Que si bajas, que si vacaciones, que si esto, que si lo otro...el mismo argumento que se está utilizando ahora: falta absoluta de interés por tomar medidas relativas a la gestión del personal de las Administraciones Públicas que tenga en cuenta el rendimiento de cada persona, su esfuerzo personal por hacer mejor su trabajo cada día, por cumplir con sus tareas, las que les encomiendan, por reconocer su buen hacer, por facilitarle su desarrollo profesional y a ser posible una carrera digna dentro de la Administración correspondiente a la que pertenece.

La decisión se tomó, y no hubo vuelta atrás...y eso también es algo malo en sí mismo. Cualquier medida de tal envergadura debiera someterse al análisis de los resultados y a una evaluación permanente de si es conveniente seguir por ahí o no. Aún así, ellos, nuestros políticos, siguen y siguen, pese a que los que sí que analizamos el resultado de sus medidas de antaño comprobemos que ha sido un completo desastre.

Sigamos con el caso de la externalización del servicio de limpieza. Los trabajadores forales se van jubilando y en los nuevos centros de trabajo, directamente aparecen empresas subcontratadas que nos traen a su equipo de trabajadores. Hasta aquí parecería algo bueno, ¿verdad amigo/a lector/a? Pues no, lamento tener que desilusionarle. Al poco tiempo de empezar este nuevo sistema descubrimos que el periodo de contrata termina, pero el trabajador que hemos conocido hace poco y que sustituyó a nuestra vieja compañera jubilada, se queda, que no se va con su antigua empresa. Y he dicho bien, es antigua empresa, porque le acaban de subrogar como trabajador/a de la nueva empresa que ha ganado la contrata para este año.

El alucinante momento en el que descubro esto que les cuento fue para inmortalizarlo. Claro está que hubo funcionarios que no se mostraron tan contentos: quienes limpiaban su mesa y su zona de trabajo no eran precisamente muy buenos en su labor, y de este modo no habría modo de deshacerse de ellos. Atrapados en el ascensor!!!!!! Los Juzgados de lo Social (su jurisdicción es diferente a la de los funcionarios, y para la Administración realmente peor, puesto que es una jurisdicción que resuelve con prontitud encomiable frente a la lenta jurisdícción contencioso-administrativa) siempre dan la razón al trabajador: se queda en su puesto, aunque cambie la empresa subcontratada. Por arte de magia, aquella decisión de desprenderse de personal fijo en forma de funcionarios se había vuelto como un boomerang contra las propias Administraciones Públicas que la impulsaron. Teníamos de nuevo personal fijo en plantilla (o como demonios quieran llamar a esa figura de puesto de trabajo asociado a un edificio). El mundo al revés...pero al revés y a peor. ¿Que por qué lo digo? Sigan leyendo que no tiene desperdicio.

Pues a peor, porque antes esos funcionarios dedicados a limpieza tenían un jefe o una jefa funcionario/a que ejercía el mando sobre ella y que podía incluso (algo harto improbable) tomar medidas disciplinarias si no cumplía con sus obligaciones, pero además podía incorporarle a los planes de formación específica, o a controlar los consumos de materiales de limpieza necesarios...y así un largo etcétera. Ahora ya no es así...ahora tenemos a un jefe de contrata, encargado de dirigir a estas personas, pero que no está en el edificio habitualmente. Por supuesto que cada comienzo de periodo de contrata era y es un sinvivir para estos limpiadores, porque tienen nuevos jefes o coordinarores, y a lo mejor no les es tan fácil llevarse bien con ellos, o son más exigentes...Según pasan los años, sin embargo, el estrés se diluye, a la vista de que realmente son intocables, tanto para las contratas como para la Administración que les acoge en sus edificios.

Pero algún político o algún otro defensor de estas prácticas neoliberales me dirá que al menos, ahorramos en los sueldos estratosféricos de los funcionarios. Pues no, de nuevo niego la mayor! De eso nada de nada, que para ello sus sindicatos consiguieron meter un buen gol a los políticos que dirigen nuestras Administraciones: nada más y nada menos que la equiparación laboral con puestos equivalentes de funcionarios. Es decir, hablando en plata, que un trabajador/a limpiador/a de la contrata, fijo en un edificio público (tengo que remarcarlo continuamente), gana lo mismo que un limpiador/a funcionario/a de esa misma Administración.

Recuerdan ahora los motivos iniciales de la externalización: ahorro y más ahorro. Pues de ahorro nada de nada, y peor aún, porque antes como funcionarios, estaban bajo la bota de la correspondiente Dirección General de Función Pública que le correspondiera, o del Alcalde de turno si hablamos de pequeños Ayuntamientos. Pero ahora no, es un trabajador/a privilegiado en cuanto a salario (porque los funcionarios lo somos, al menos en el País Vasco), accediendo al puesto por los caminos más insospechados e inconfesables, abierto a todo tipo de corruptelas, porque si por casualidad se jubila una de esas personas, el nuevo puesto se lo rifan un montón de candidato/as que llegan a tener noticia del evento (no se transforma en hereditario por puro milagro), estando al margen la Administración Pública que ve que le encajan a una nueva persona fija sin poder decir "esta boca es mía".

Pues sí señores y señoras, que hemos externalizado un servicio, quedando muy bien, pero sin el menor análisis técnico, económico, organizativo y socio-político de sus consecuencias. Y no se crean que el ejemplo es un caso extraño. Si miramos a los antiguos peones camineros que cuidaban nuestras carreteras forales, nos encontramos con otro caso parecido. Han desaparecido, jubilados todos, y a cambio tenemos nuevas contratas que se encargan de arreglos varios, echarnos sal cuando hiela, etc. pero que en ningún caso son funcionarios y por tanto sin potestad denunciadora. Es decir, que cuando por un casual, rompa usted una señal de tráfico, si no le identifica un policía no se preocupe porque el trabajador que haya ido a reponer la señal no tiene potestad para iniciar ninguna sanción, ni tampoco para que la Administración pueda iniciar un procedimiento de reclamación de daños...de verdad que el mundo al revés.

Para cerrar este post quería recordarme a mí mismo, antes de que me lo recuerden ustedes, que siempre debería aparecer un apartado de propuestas de mejora, que la crítica destructiva no debiera ser el objetivo de este blog. Bueno, pues aunque me cueste soltarlo ahí va:

- En primer lugar propongo paralizar cualquier externalización de servicios públicos hasta que no se evalúe la situación actual de los ya externalizados.
- En segundo lugar, propongo que cada servicio externalizado tenga desarrollado y en funcionamiento un procedimiento de evaluación del servicio prestado por la contrata, y no sólo de si la facturación ha sido correcta, y por tanto puede liquidarse el contrato sin más problemas (parece ser que ésto es la única piedrita que molesta en el zapato de los servicios de contratación).
- Por supuesto que además las Administraciones que pretendan subcontratar servicios, deberán elaborar un cuadro de indicadores de calidad de servicio, entre los que siempre deberá incluirse la opinión de los ciudadanos o de los funcionarios si fuera el caso de un servicio interno externalizado.

No son propuestas imposibles, es más, cualquier experto en gestión de calidad, y específicamente especializado en gestión de los procesos de compras y suministros nos diría que me quedo corto y que las empresas que funcionan realmente bien, tienen todo eso atado y muy atado.

Como no sé si añadiré algún que otro post antes de acabar el año, les quiero felicitar el Nuevo Año 2011, que espero y deseo venga cargado de nuevas políticas modernizadoras y de nuevos políticos que crean en lo público. Si fuera así ganaríamos todos y todas. ¡¡Créanme!!

1 comentario:

Fan1 dijo...

A una mente simple como la mía le cuesta mucho entender por qué se funciona de esta manera. A menudo me pregunto si nuestros "dirigentes" dirigen o si simplemente se apuntan al carro los menos competentes y más caraduras.
Un amigo mío tiene la teoría de que actualmente a politica se meten las personas cuya capacidad no les permite llegar a nada más. Lo triste es que creo que tiene razón. Y lo más triste es que el personal les vota. Paisssss....