miércoles, 1 de mayo de 2013

Externalizando el saco de los golpes.

Bien sabido es por parte de mis lectores y lectoras que no comparto, ni apruebo y mucho menos aplaudo las políticas de externalización, privatización o como quieran llamarla que tan de moda están entre nuestros políticos dirigentes, sean del color político que sean, aunque en mucho mayor proporción entre los de la parte derecha del arco político parlamentario.

En muchas entradas de este blog he aportado información sobre situaciones kafkianas, incoherencias y últimamente un gran oportunismo del empresariado licitante, si me aceptan la expresión un tanto retorcida pero interesada que les propongo, a la hora de iniciar esos procesos privatizadores y externalizadores. La casi totalidad de las veces carecen de cualquier mínimo informe de situación previa,  sin aportar alternativas, análisis DAFO, así como de estudios económicos, financieros, organizativos e incluso sociales y políticos sobre el servicio que se quería externalizar.  Y cuando los hay no aguantan el más mínimo análisis riguroso de cualquier experto en esa materia o servicio público.

Sin embargo, en esta ocasión, he decido confesarles que casi han conseguido convencerme de que externalizar es algo bueno, así en general, sin adjetivos. Se preguntarán si he bebido, si me tomado algún carajillo de esos que destilo personalmente (me recomiendo el licor de grosellas a partir de orujo propio...aunque mejor no seguir por ahí) para reconocerle tamaña afrenta a unos, y recogida de aplausos y gestos de asentimiento de los conservadores amigos del Tea Party. Debo pues explicarme y contarles el cómo y el por qué he llegado a esa conclusión después de casi cumplir las bodas de plata con la Administración Pública local.

El cómo he llegado no lo puedo resumir fácilmente. Son muchos, muchos años trabajando en la Administración Pública implicado en la innovación y la mejora continua, procurando aplicar metodologías avanzadas, o al menos, alguna metodología que no sea el consabido "siempre se ha hecho así", o la peor de todas "esto se hace así porque lo digo yo y punto". Tal vez lo más interesante sea que durante esos años he podido encontrar en el camino a otras personas que tenían ilusiones parecidas a las mías, y que estaban en distintos periodos y situaciones vitales. Unas personas empezando en sus vidas laborales, muy inquietas, con prisa, otras a medio camino como yo, comenzando a reflexionar sobre lo vivido y padecido, y otras, las menos, en su última etapa antes de la jubilación, tratando de sostener la cabeza bien alta, queriendo demostrar que ser viejo no es lo mismo que ser veterano, (por muy conectados que estén ambos términos), y que son capaces de estar al día  y sobre todo de detectar modas pasajeras que no van a ninguna parte y que sólo suponen gastos superfluos evitables. De modo que repasaré esas vivencias, precisamente en clave de "externalización".

La primera que conocí fue la limpieza de la escalera del bloque de viviendas donde vivía mi familia, en una ciudad obrera del Gran Bilbao, en un barrio obrero, con prácticamente el 99% de las familias con ingresos procedentes únicamente del padre de familia que trabajaba en una industria de la zona, con categoría profesional baja, es decir, con sueldos bajos. En esas circunstancias, casi todas las comunidades de vecinos se organizaban de una manera muy simple. Sólo había un gasto común: la energía eléctrica que consumían las 6 bombillas de 40 w de las escaleras y del portal, a no ser que hubiera habido algún desperfecto, fácil de ocurrir en casas construidas por el Ministerio de la Vivienda a principios de los sesenta, como por ejemplo, goteras y bajantes de aguas pluviales.  ¿No había más gastos? Increíble me dirán...¿y los gastos de limpieza, de portero, de mantenimiento del ascensor, de la calefacción, de la propia administración de las cuentas...? Insisto, no había más. Las labores de administración las hacían los propios vecinos que se turnaban de dos en dos cada seis meses, pasándose una caja metálica y un libro donde anotaban en una única hoja cada semestre los gastos de los que se hacían responsables. La calefacción era un lujo asiático que se limitaba a una estufita eléctrica o de gas butano para los más "modernos". Y no hablemos del ascensor...eso era un sueño parecido al de ir a la Luna, especialmente para los del cuarto y los de quinto, 8 familias que se musculaban naturalmente cada día sin ir al gimnasio. Por cierto, después de 46 años, y con muchos de los vecinos de entonces quedándose por el camino (acéptenme el eufemismo), el ascensor llegó, estrechito pero que no para...Me falta explicar el modo de limpieza de las zonas comunes. Era una tarea que se repartía por tramos de pisos. Cada rellano lo limpiaban los vecinos de ese piso, y el portal de la comunidad lo limpiaban por turnos, de modo que te tocaba cada 20 semanas, número de familias que habitaban el inmueble. Es decir, que si te ibas de vacaciones en una fecha que te correspondiera limpiar el portal, tenías que ponerte de acuerdo con alguno que no se fuera esos días para que te cambiara el turno. Y no hablo de los patios de la comunidad, que sólo se limpiaban cuando alguno de los del primero se cansaba de ver porquería, ropa caída, pinzas de colgar la ropa y otros enseres. En definitiva, allí en los años sesenta y primeros de los setenta no se externalizaba nada.

Pero poco a poco, las diferencias de salario se fueron haciendo más evidentes, o al menos eso se quería hacer ver, y algunas familias decidieron que podían pagar por la limpieza de las zonas comunes cuando les correspondiera. Ahí comenzaron los problemas de convivencia, la primera ruptura de la unidad de clase de la que fui testigo. Las mujeres de esos obreros que no podían o no querían externalizar sus respectivos turnos criticaban la poca calidad del trabajo realizado comparado con el suyo. No sé si era verdad o no, aunque yo siempre me solidaricé con mi madre, que era de ese grupo. Fue creciendo lentamente su número principalmente por razones de edad, enfermedades, ausencias prolongadas, etc, y aquello ya fue insostenible para la propia comunidad que decidió "sacudirse el problema" externalizando para todos los vecinos esa labor comunal, convirtiendo el problema de convivencia en un nuevo gasto comunitario.

No iba a contarles que finalmente, yo también extenalizé a finales de los ochenta el lavado del coche familiar. Sí, así es, se lo habrán imaginado. Empecé a trabajar y la tarea se me hacía bastante insoportable. Solución inmediata fue "sacudirme el problema" de encima pagando por ello. Yo mismo también había caído en la tentación.

Recuerdo que en aquellos finales de los setenta y ochenta, fueron desapareciendo los porteros de fincas en las zonas más ricas de las ciudades, aunque sólo lo percibí por la gente que empezó a trabajar en la limpieza de esos portales procedente de las iniciales remesas de parados de primera crisis industrial de esa época.

La cuarta oleada de privatizaciones en mi comunidad fue la propia tarea de administrarla. Parece que los problemas de coordinación entre vecinos empezaron con los problemas de pagos de cuotas. Era un auténtico desafío tener que acudir a la puerta de alguien que no pagaba y que era tu vecino o vecina. Según se fue ampliando el problema, y en la medida en la que hacía falta más cuota mensual para pagar los gastos crecientes de la comunidad, fue necesario traspasar la desagradable tarea a un agente externo. Nuevo gasto comunitario, que todo el mundo acababa por bendecir con tal de no tener que hablar con los vecinos para realizar pequeñas reparaciones, como cambiar la bombilla fundida del tercer piso, o para abrir la puerta del cuarto de contadores. Como pueden ver, siempre hay un hilo conductor, un patrón que se repite: problema inexistente mediante buenas relaciones comunitarias, problema que aparece y va creciendo junto con el deterioro de esas relaciones y crisis final, en forma de búsqueda de un "saco de golpear" como en los gimnasios donde se enseña boxeo.

Por supuesto que en la Administración Pública ocurrió lo mismo en estos años. Recuerdo la plantilla de peones camineros que se dedicaban a hacer pequeñas reparaciones y labores de mantenimiento en las carreteras de Bizkaia. Un  buen día, se corrió como un rumor procedente de "fuentes bien informadas" de que no habría oferta pública de empleo para reponer las jubilaciones de esa categoría profesional. Se iba a "externalizar" el servicio de mantenimiento. Eran los primeros años de los 90. Nadie mostró un estudio de las razones de ese cambio, salvo la consabida excusa de que los peones camineros que había eran muy mayores, y además funcionarios, es decir, que se les presuponía vagos y poco comprometidos en su trabajo. ¿Por qué no se planificó adecuadamente la renovación progresiva de esas personas de modo que con 60 años no tuvieran que arrastrarse por las carreteras de Bizkaia aplicando pegotes de asfalto o barriendo los restos de accidentes de carretera, en definitiva, un plan de recolocación a otros puestos de peones, mantenedores de edificios, ujieres, etc? Nunca se hizo, y creo que nunca se hará mientras no se expliquen las cuentas reales de cualquier privatización o externalización.

Casi a la vez se amortizaron los puestos de limpiadoras (en femenino porque entonces todas eran mujeres) de la plantilla y se externalizó el servicio. Ya he contado en más de una ocasión lo absurdo de la medida, una vez que los Tribunales de Justicia sentenciaron que tenían que tener el mismo sueldo que si fueran funcionarios y además adscritos permanentemente al edificio en el que trabajaban. Da igual la contrata que gane el concurso, ya que deben subrogarse en esos contratos de trabajo, y claro, además añadir el beneficio empresarial correspondiente. Una ruina para los ciudadanos, pero qué les voy a contar a ustedes, un quebradero de cabeza menos para los gestores púbicos y políticos. De nuevo se cumple el patrón antes comentado.

Y para no aburrirles más, suponiendo que también recordarán casos parecidos en sus vidas, voy directamente al último caso que he detectado: la externalización de los servicios informáticos y de consultoría. En el caso de la consultoría es evidente que la peculiar combinación de político exigente, escurridizo y manifiestamente "irrespondiente" (de nuevo un palabro que tengo que inventar para no utilizar otro como irresponsable que se me hace demasiado tibio por su carácter de probable), junto el de funcionario/a avezado, lo que se viene a decir vulgarmente "con el culo pelado en mil batallas", que ve venir de lejos el nubarrón y la consiguiente tormenta, con todo tipo de rayos y otros peligrosos fenómenos atmosféricos, repito, esa peculiar combinación da lugar a la necesidad de externalizar en una consultora, da igual cuál, la realización de esos trabajos, informes o lo que nos pidan. De esta manera, si la cosa va mal, le daremos unos buenos palos al saco y nos relajamos. Pero si la cosa va bien, es decir, que podemos sacarlo en prensa, en la prensa adicta y poco exigente, le daremos publicidad a bombo y platillo. Recuerden ustedes cuántos artículos, apariciones en prensa, tienen detrás a un político que nos cuenta bondades, maravillas y proyectos extraordinarios en los que acaba citando a una empresa consultora que lo haya hecho. Las más de las veces es sólo para la presentación de la feliz idea de alguien en el poder o manipulado por los grupos de interés más insospechados, comprando de alguna manera la justificación de lo injustificable, dando un aire de sofisticación y buen criterio técnico lo que no se sostiene de ninguna manera en cuanto alguien con método y desvinculado del mismo comienza a estudiarlo con datos objetivos no cuestionables.

No es de extrañar que haya tanto consultor avezado que no crea ya en nada respecto a la Administración Pública y a sus dirigentes políticos. Es un negocio más y deben pujar para sobrevivir en esta jungla que hemos cultivado entre todos y todas, pero bien saben que da igual qué análisis se haga de la situación, porque la respuesta viene dada, ya está en el propio pliego de contratación. Lo que importa es vestir esa respuesta, rodearla de una falsa argumentación que permita al contratista, en este caso al político irrespondiente, decir en público que una consultora contratada al efecto avala el proyecto. Claro, luego aparecen aeropuertos donde no hay  compañías aéreas porque no hay suficientes viajeros, y estaciones de AVE donde no hay ciudadaes, sino pueblos...¡Pero qué fácil se lo ponen a Jordi Evole!

Y si ya nos metemos en el área de organización e informática, donde intento desplegar mi experiencia y conocimientos desde hace ya unos cuantos años, acabamos en lo mismo. Intento comparar mi estrategia con la de otras Administraciones y acabo observando el mismo patrón. ¿Para qué te vas a comprometer en desarrollos propios, sometido a la presión ciudadana cuando tienes responsabilidades de oficina virtual, por ejemplo, o a la propia presión de tus dirigentes políticos que sólo quieren salir en la foto, dando publicidad a sus políticas huecas sin pensar nunca en cómo hacer operativos esos planes, con qué herramientas informáticas y sobre todo en los plazos mínimos necesarios para ponerlas a punto? Llega un momento en el que consiguen hartarte y acaba susurrándote  tu miniYo que eres el tonto del pueblo, el más tonto de la Feria  y que vas a terminar muy mal. Y llegado ese momento, tiras la toalla como otros tantos antes, y te  unes al club de los más pasotas o de los más "listos" que hace tiempo decidieron comprar el paquete informático de moda, sirva o no sirva, y si no sirve, ya nos lo adaptarán a nuestra "Desorganización Administrativa" sea del nivel territorial que sea y al coste que sea. Has encontrado por fin el saco de los golpes que necesitabas para descargarte de tanta tensión acumulado. De repente ves la luz al final del túnel...te has convertido a la fe privatizadora, has agachado la cabeza (A.C. en la jerga de mi Servicio) pero recobrando tu equilibrio emocional y laboral.

Triste final, no les parece, para tantas ilusiones y tantos proyectos de mejora y modernización administrativa. Pero alguna solución habrá, me preguntarán los más jóvenes que acaban de empezar en esto. No puede ser que todo acabe así 25 años después. Danos alguna esperanza, General, algo...Pues bien, habrán adivinado los que siguen este blog que ha llegado la hora de las propuestas que intenten remediar esta desgracia de país en el que vivimos. Ahí van algunas:

Primera propuesta. Es evidente que la primera tiene que pasar por eliminar o al menos reducir en un 90% (sí, sí, tanto, tanto y seguramente sobrá partida presupuestaria) el monto total de la partida de Consultoría y la de Otros trabajos externos, y por supuesto, desvinculándola del resto de partidas del capítulo II del presupuesto de la correspondiente Administración Pública, en cualquiera de sus programas presupuestarios, es decir, sin esconder nada. Si no hay fondos para este tipo de gastos "superfluos" de autobombo y de "preconfirmación" de cualquier medida política por muy disparatada que sea, tanto mejor. Así no podrán contratarlos y evitaremos el dispendio económico. A cambio, el personal fijo de las Administraciones Públicas tendrá alguna oportunidad de que les llamen los altos cargos políticos para realizar esos trabajos, que en muchas ocasiones sólo tendrán que desempolvarlos y actualizar la información.

Segunda propuesta. Por supuesto que no se podrá desviar ese presupuesto ahorrado en la primera propuesta a la entidades públicas dependientes para que lo hagan ellas (es decir, que lo subcontraten a su vez). Como pueden observar, ya se lo estamos poniendo más difícil. Pero es más, ni desviarlo, ni permitirles que lo presupuesten ellas, porque tal vez ya lo hayan hecho.

Tercera propuesta. Endurecer el procedimiento de contratación para que sea necesario justificar al detalle por qué no se dispone de personal capacitado en la propia administración para realizar esa labor de estudio, análisis, consultoría, etc. Estamos llegando a extremos no sostenibles, en el que queda claramente manifiesto que es más prudente y barato contratar a personal propio capacitado o ya integrado en la plantilla que necesite actualizar conocimientos para que pueda hacerse cargo de esas labores que son ya "de tracto continuo"...¿por qué los fiscalizadores no escarban más en esa parte del procedimiento de contratación? Lo digo siemper, la Ley de Contratos es más que suficiente, lo que ocurre es que no se aplica.

Cuarta propuesta. Derivada de la anterior, y que supone un cambio "revolucionario" (y lo entrecomillo para dejar claro que ya es algo comprobado, ensayado y que funciona en el sector privado y también en alguna Administración Pública a la que sinceramente envidio) en la forma de gestionar los recursos humanos, sus plantillas de funcionario/as: la gestión por competencias. Cada Administración Pública debe dotarse de un mapa competencial completo de lo que necesitan saber sus empleados y de lo que realmente saben. Ya sé que esta propuesta lleva a un proyecto de largo recorrido, de gran calado, pero no por ser difícil debe dejarse a un lado. Es ya muy urgente avanzar en este sentido.

Quinta propuesta. Auditar técnica y operativamente los grandes desarrollos informáticos y los grandes proyectos de inversión en general,que fueron aconsejados o confirmados por empresas consultoras contratadas. De alguna manera, tenemos que ser capaces de determinar científica y profesionalmente qué es lo que funciona correctamente de acuerdo con las previsiones y qué no funciona de ninguna manera. No podemos admitir que quienes promovieron esos proyectos fallidos y quienes fueron contratados para avalarlos, se vayan de rositas, es decir, sean irresponsables los primeros, y arresponsables los segundos. Y mucho menos cuando esos políticos cambian de cartera, ministerio o departamento como de camisa, dejando "marrones" a su paso, enterrando en silencio cómplice los de sus compañeros, y agitando cuando les interesa las aguas cuando el proyecto fallido es de otro partido político que les precedió.

Sexta propuesta. Con los resultados de esas auditorías técnicas y operativas, valorar a las empresas consultoras y que esas puntuaciones se asocien a los registros de contratos del Estado, de modo que sea fácil obtener una lista ponderada de mejores y peores en estas lides. Una vez que dejen de tener apoyo político y que se vean examinadas por técnico/as competentes que responden ante la opinión pública y ante los Parlamentos correspondientes, será fácil que dejen de prestarse al juego del chanchulleo y compadreo, dignificando la actividad de consultoría, pero de la auténtica, no del sucedáneo al que últimamente nos tienen acostumbrados.

Y concluyo, para llegar a estar SALVADOS necesitamos salvar previamente a quienes siguen luchando para que lo público no sea objeto de botín. Si, definitivamente es así, yo también necesito que me salven...No quiero pecar.






1 comentario:

emme dijo...

Plas, plas, plas, plas, plas, plas...Aplaudo hasta desollarme las manos