domingo, 26 de mayo de 2013

Empresarios en España, cerrando el anillo de poder (5ª entrega)

Con esta quinta y última entrega sobre las élites de poder en España se termina esta pentalogía iniciada ya hace unos cuantos meses. Como pueden ver, no he sido capaz de sostener un ritmo de escritura adecuado y  no me extrañaría que se hayan perdido entre tanto párrafo inconexo. Pero esto es un blog, un diario muy personal de un inoportuno, funcionario aguerrido por las mañanas y ciudadano preocupado y consciente por las tardes-noches, y es que el tiempo no da para más.

En cualquier caso, y pese al pequeño batiburrillo que he generado, en algunas de las entradas a este blog de esta serie ya dejé sentada mi hipótesis acerca de la composición de esas élites gobernantes en España: políticos profesionales, grandes empresarios y los representantes de medios de comunicación más entregados (tertulianos adictos, dirigentes de esos medios...). De los primeros y de los terceros ya quedó expuesta mi opinión. Ahora toca hablar de los empresarios, grandes y medianos, altos dirigentes, grandes accionistas, consejeros delegados, y algo menos, prácticamente nada hablaré del pequeño empresario y del autónomo.

Y tengo que empezar por lo que más me molestó, molesta y molestará de ellos: su permanente animadversión a lo público, a la empresa pública, a la cooperativa popular, a las iniciativas sociales que buscan otros modelos de crecimiento, otra forma de rendir cuentas ante la sociedad, ante la ciudadanía en su conjunto. Y dentro de esa inquina constante, el funcionariado se presenta como el gran enemigo a batir, a reducirle a la nada, a masacrarle sin piedad. Esto que comento aquí, es un hecho probado, que tiene su reflejo en numerosas declaraciones de la gran patronal española, la CEOE, y muy especialmente desde la llegada del actual su presidente Juan Rosell, sobre la incompetencia y dispendio que supone para el país el conjunto de personas que trabajamos en las distintas Administraciones Públicas.

Aún resuena en mi memoria la entrevista que le hizo Jordi Evole en el programa Salvados. El resumen de aquella media hora no puede tener otra palabra para describirlo que la de decepcionante. Recuerdo la risotada que me salió del alma al escucharle y verle la cara de circunstancias al decirle al entrevistador que con los funcionarios de este país no se puede, que siempre están en contra de todo, intentando bloquear cualquier mejora, planes de actuación o lo que se tercie. Y para corroborar su tesis no tuvo otra idea que decirnos a todos los que le escúchabamos que un exministro, recién abandonado su puesto, se excusaba delante de él diciendo que no había podido hacer nada por culpa de la estructura interna de poder dentro de su Ministerio. Había fracasado por culpa de los funcionarios, mardito' roedore'  que diría el genial doblaje de los dibujos animados donde el gato Jinks y sus continuos fracasos en labores de caza eran el núcleo de cada guión. Pobre gato Jinks, pobre exministro, pobres todos los ministros, pobres...los funcionarios les hacemos la vida imposible, bloqueando continuamente sus iniciativas. Al menos eso es lo que dicen, y cuando lo afirman en público deberían probarlo, asunto harto difícil si la acusación es falsa.

Tiene que haber una inquina secular y un objetivo inconfesable de gran calado como para utilizar en un programa de máxima audiencia como es Salvados semejante argumento. Si el señor Rosell hubiera pensado en clave privada, sin prejuicios sobre los funcionarios, hubiera podido responderle al exministro de la cita, que era un completo inútil, flojo, falto de ideas y de iniciativa, y que si hubiera sido un subordinado de alguna de sus empresas le hubiera despedido inmediatamente si se hubiera excusado de la misma manera.

Pero no fue así, se lo creyó porque la cara del señor Rosell era todo un poema mientras lo decía, completamente convencido de que tales funcionarios son siervos del demonio, egoístas incompetentes, perseguidores de su propio beneficio, que no es otro que el de vivir plácidamente ajenos a los problemas de la sociedad que les da de comer.

Ahora bien, después de la risotada que me salió del alma al escuchar aquella majadería, eso sí, recitada con gran convencimiento, me vino a la mente la gran pregunta: ¿por qué nos odian tanto los empresarios? ¿Por qué tanta inquina, tanto deseo de hacernos desaparecer del entramado socio-económico del país? Bien, era motivo de reflexión, y aproveché la dichosa entrevista para dar cuerpo a la quinta y última entrega de esa serie de entradas del blog que hablan del poder, de las elites que lo ostentan; en este caso, de los empresarios.

Empezaré contestando a esa pregunta exponiendo mi tesis personal. Nos odian tanto porque suponemos una amenaza, una alternativa a esas elites que nos malgobiernan. Constituimos una formidable maquinaria de actuación, ahora casi inactiva, eso sí, pero que puede ponerse en marcha en cualquier momento en cuanto la ciudadanía eleve hasta el Gobierno a personas que algunos llaman tecnócratas, en sentido peyorativo, pero que no es otra cosa que ciudadanos que saben lo que hay que hacer, y que no necesitan echar a nadie a la calle, que saben que cuentan con personas muy preparadas, conocedoras y respetuosas de las leyes y capaces de hacer funcionar al sector público como si de una maquinaria bien engrasada se tratara, del mejor motor diesel que se puedan imaginar, que cuentan con el mejor personal funcionario de ministerios, cabildos, diputaciones, ayuntamientos para trabajar por la nación.

Nos odian, porque el sistema de selección del personal funcionario es mucho más exigente, justo, equitativo que cualquier otro que se haya inventado, y hace que miles de personas ilusionadas por trabajar en la cosa pública opten todos los años por dejar el sector privado, drenando sus bases de reclutamiento de los mejores.

Nos odian porque nunca serán tan igualitarios como es la Administración Pública en materias de género y de clasificación profesional, con una diferenciación salarial entre el peor pagado y mejor pagado que tendría que causarles sonrojo. A buenas horas nos vienen con pautas y comportamiento ético desde la CEOE.

Nos odian y es algo compartido con muchos políticos que nos gobiernan, porque no estamos en venta, porque mantenemos una independencia social y política que es la base de la neutralidad administrativa. No lo entienden y no lo quieren entender. No pueden comprarnos.

Nos odian porque las empresas públicas creen que tienen que servir a los ciudadanos como primera norma, quedando el beneficio económico en otro orden de preferencia, lo que hace que ellos sólo vean una buena cantera de beneficios desperdiciados inútilmente, que deben ser privatizados y repartidos entre ellos cuanto antes.

Y  mientras tanto, se nos presentan como adalides del mejor comportamiento social y político posible, animando "ahora" a que ellos mismos se denuncien ante la CEOE cuando su imagen pueda quedar manchada. Realmente ya no tienen en el mercado ningún quitamanchas efectivo dada la negrura de sus almas corruptas, obsesionadas con el lucro personal a cualquier precio y de cualquier modo. Expongo a continuación algunos ejemplos de ese atroz comportamiento:

1. La puerta giratoria. Hoy soy político, mañana soy empresario, pasado mañana seré de nuevo político y así en un baile de engaños, donde el concepto de incompatibilidad ha dejado de tener el más mínimo interés para ellos.  La cuestión es conseguir violentar la maquinaria administrativa que vela por el interés público. Los funcionarios son un estorbo para...

2. Los contratos públicos sucios, amañados, conseguidos con malas artes, utilizando todo tipo de influencias. El caso Gürtel no es más que uno de los grandes, pero continuamente vemos en los medios, empresarios mencionados en escándalos que dieron el paso de ir por la puerta de atrás del despacho del político o del partido en el poder para violentar otro gran principio democrático "la libre competencia"...

3. Las subvenciones. Continuamente hablan mal de la Administración Pública y de sus funcionarios, pero no paran de visitarles para pedirles ayudas y subvenciones. Se ha desvirtuado completamente la labor de promoción pública de las Administraciones, sea el nivel que sea.  Ya ha dejado de tener sentido, mientras que otros grandes bloques de poder siguen campando a sus anchas, sin que los ciudadanos podamos hacer nada. Estoy hablando de:

4. Los mercados cautivos. Aquí tengo para hablar muchísimo, pero me limitaré a hacerles llegar mi más completa decepción acerca de las grandes privatizaciones de empresas públicas "rentables" durante los últimos 20 años. ¿En qué nos ha beneficiado por ejemplo  la privatización de Telefónica o de Argentaria?Ahora carecemos de una empresa pública que pueda luchar contra la concentración de empresas en esos sectores. Nos dicen ellos, los mismos que nos malgobiernan, que es bueno tener fuertes empresas para competir. La realidad ha demostrado que es una gran mentira. Ahora nos imponen los precios que quieren y sólo las pequeñas que entran en el mercado son capaces de hacer creíble el concepto de libre competencia. Si esto es así, ¿por qué se permitió esa concentración empresarial? ¿Por qué se vendieron los grandes paquetes de acciones a unos pocos sin publicidad, a escondidas?

Y ya me extenderé más en este último punto, ya que en el último número de la revista ICE del propio Ministerio de Economía nos  habla de la nula competencia en el mercado de carburantes en España. Entre tres empresas se lo guisan y nos lo preparan para que tengamos que comérnoslo, esté rico o esté apestosamente malo, como es casi siempre. Obtienen en cada litro de carburante mucho más beneficio que el que obtienen las empresas alemanas de su mismo sector, precisamente porque no tienen competencia.

Y mientras tanto el Gobierno, la otra parte del círculo de poder, sin mover un sólo músculo para poner en marcha iniciativas que fomenten esa competitividad, por ejemplo, fomentando el coche eléctrico, el transporte ferroviario (masivamente electrificado) o simplemente subvencionando la apertura de más gasolineras por parte de autónomos y pequeñas empresas, construyendo nuevos depósitos en puertos españoles, de utilización pública (bajo peaje, por supuesto) que sean alternativa real a los depósitos de combustibles de las tres grandes empresas del sector de España. En definitiva ayudando a generar ese mercado competitivo.

Ah, ya sé por qué el Gobierno de España no ha hecho nada de lo que propongo...seguramente porque en los ministerios hay funcionarios que bloquearán cualquier iniciativa de este tipo. Al menos eso le contará de Guindos, Montoro y Soria al siguiente jefe de la CEOE. Y para su vergüenza se lo creerá y se lo contará al sucesor de Evole...


1 comentario:

emme dijo...

NECESITO MAAAAAS!!!!!!!