domingo, 24 de febrero de 2013

Elites políticas autónomas (III) o la "tabula rasa"

Ayer fue el 23 de febrero, el trigésimo segundo aniversario de aquel otro desdichado 23 de febrero, más conocido como 23F, o como el tejerazo por su más significado participante. Y precisamente en ese aniversario, sin saber muy bien por qué se ha elegido esa fecha, la ciudadanía española se ha manifestado masivamente en las principales ciudades de este país pidiendo un cambio radical en la forma de hacer Política en España. Ha sido un enorme éxito de participación pese a las duras condiciones climáticas del día.

Parece también un poco casualidad que a la vez hayamos vivido en esta misma semana de la Gran Manifestación, las jornadas parlamentarias en las que se dabatió sobre el Estado de la Nación. Desde 2011,  con Rodríguez Zapatero en su último año al frente del gobierno de España no había tenido lugar ese debate anual, ya que nuestro actual Presidente del gobierno, en su habitual estilo de esconder los problemas en el armario o debajo de la alfombra, decidió no celebrarlo en 2012. Y creo que hubiera sido mejor seguir como estábamos, porque la decepción ha inundado mi corazón.  Ya sabíamos que realmente lo que le gusta al señor Rajoy es otra cosa. El año 2012 no hubo debate, pero a cambio nos ofreció una catarata de Decretos-Ley, que vienen a indicar su poquísima fe en el mágico proceso del debate constructivo, sea en sede parlamentaria o en los medios de comunicación o como presentaré más adelante, en algún otro foro a crear o desarrollar si es que existiera.

Es evidente que esa forma de gobernar persigue una falsa imagen de dinamismo político, al más puro estilo ibérico del hacer sin pensar de unos, y del pensar para no hacer nada de los otros. Se trata de cosechar réditos mediáticos lo antes posible, de dar carnaza a los medios afines y que de este modo, que los TTs (tertuliano/as tostones) puedan dedicarse a llenar miles y miles de horas radiotelevisadas de conversaciones intrascendentes y alejadas de la realidad social, trufadas de mentiras y verdades a medias, calumniosas las más de las veces, en las que se puede llegar a superar el límite de la desvergüenza, acrecentado por la tribuna pública desde donde se "sueltan" para ser oídas por los mismos que les pagan. El círculo deprimente y vergonzante de la desfachatez, que componen políticos-periodistas-empresarios, se cierra sobre sí mismo, dando sentido al carácter autónomo que vengo intentando demostrar en esta trilogía que comenzó hace ya unas cuantas semanas.

En este anillo infernal, estos periodistas de trueno y fama, omnipresentes en las mal-intencionadas tertulias y foros de "a-debate" (porque sólo debaten sobre quién se merece el premio al lanzador de improperios más exagerados) siguen el argumentario político establecido al pie de la letra. Normalmente no conocen nada de lo que hablan y lo que es peor aún, son capaces de enmendarle la plana al más cualificado catedrático experto en la materia que les pongan delante en una mesa frente a los focos de las cámaras. Porque ese es su terreno, ahí se mueven como peces en el agua, sin importarles las consecuencias de su genial actuación televisiva o radiofónica, aprovechando los resquicios que la técnica y experiencia te dan, frente al pobrecito experto que no sabe si puede hablar o no puede en un momento determinado, que además en su perfecta educación le impide llegar a suponer que alguien pueda hablar de lo que no sabe, o que se puedan contrarrestar hechos irrefutables con expresiones vagas, genuinamente mediáticas del tipo "eso es algo cuestionable en todo punto". Así, sin más explicaciones, sin aportar otros hechos para cuestionar la palabra del experto. Sin vergüenza ni decoro se convierten en personas omniscientes del conocimiento universal afanosamente adquirido por generaciones y generaciones de pensadores, estudiosos e investigadores. No les hace falta, porque en su formación faltan dos cosas: conocimiento del método científico y sobre todo falta de ética profesional.

Pero poco más podemos decir del punto más débil del círculo "autónomo" del poder actual en España, es decir, de los periodistas "entregados" a la causa, a "su" causa. Sospecho que su adhesión "incondicional", frase célebre e ibérica donde las haya, llega solamente hasta el momento en que el dueño del periódico, radio o televisión que les paga, que les da de comer, cambia o incluso desaparece por cierre patronal. Ahí les vemos mendigando trabajo, con las alforjas laborales llenas de toda clase de armamento mediático de bajo, medio y alto poder de destrucción moral, dispuestos a ofrecer a sus servicios al poderoso que los necesite. Y lo cierto es que hoy por hoy, en España, sigue habiendo trabajo para ellos. Les son necesarios para las otras dos partes del anillo autónomo del poder en España. Alguien debe seguir lanzando botes de humo, alguien debe seguir obturando los desagües naturales de esta sociedad para que se empantane todo, se enturbie el conocimiento y la transparencia se convierta en utopía. Misteriosamente, los únicos periódicos que han cerrado son los de distribución gratuita que vivían de la publicidad y que apenas si tenían artículos de opinión. Aunque seguimos viendo cómo cada día, con pequeñísimas tiradas para el volumen de trabajadores y por tanto de costes laborales y de producción, los otros continúan inundando los quioscos de España.

He realizado una pequeña investigación a través de la web de la OJD (Información y control de Publicaciones) y lo cierto es que la crisis económica está haciendo mucho daño en sus tiradas, lo que se traduce en reducción de la demanda de inclusión de publicidad y finalmente en ingresos.

 Alrededor del 25% de las tiradas no se llegan a distribuir, que yo entiendo que quiere decir que son devueltas por los kioskeros por no haberlas podido vender. He aquí unos pequeños ejemplos de la evolución de venta de periódicos:

Periódico
Periodo Tirada Distribución
 DEIA Julio-2011/Junio-2012 21.713 16.256
 DEIA Enero-2011/Diciembre-2011 22.801 17.013
 DEIA Julio-2010/Junio-2011 22.835 17.239
 EL DIARIO VASCO
Julio-2011/Junio-2012 77.782 66.108
 EL DIARIO VASCO Enero-2011/Diciembre-2011 79.984 68.140
 EL DIARIO VASCO Julio-2010/Junio-2011 82.160 69.905
 EL CORREO
Julio-2011/Junio-2012 114.096 94.362
 EL CORREO Enero-2011/Diciembre-2011 117.282 97.313
 EL CORREO Julio-2010/Junio-2011 119.709 99.277
 EL PAIS
Julio-2011/Junio-2012 425.694 345.243
 EL PAIS Enero-2011/Diciembre-2011 461.788 365.117
 EL PAIS Julio-2010/Junio-2011 473.905 369.707
 EL MUNDO 
Julio-2011/Junio-2012 321.019 233.101
 EL MUNDO Enero-2011/Diciembre-2011 344.581 252.770
 EL MUNDO  Julio-2010/Junio-2011 362.284 266.294


La verdad es que me he sorprendido con tantísimos periódicos y revistas que editan regularmente en España,  nada menos que 644. Muchos para una etapa de falta de ingresos publicitarios. No se entiende a primera vista cómo puede ser que sigan aguantando sin cerrar. Hace ya unos cuantos meses que dejé claro que ya no me fiaba de casi ningún medio español, excepción hecha de los del grupo PRISA. Pero poco más se puede añadir para los buenos entendedores...Esta parte del anillo de oro ya no da para más.

Ahora, aunque me gustaria continuar con el lado empresarial, ése que casi nunca deja traslucir sus verdaderas intenciones, me veo obligado a dar por concluida esta entrada. Sin haberlo pretendido inicialmente la trilogía se ha convertido en tetralogía e incluso en mi interior, el General está diciéndome que llegaremos a desarrollar una pentalogía sobre este extraño fenómeno de las elites de poder en la España de comienzos del siglo XXI.

Me adelantaré a las críticas de mis lectores y lectoras respecto a que termino sin propuestas. Quería haberlo hecho en la entrega II, pero me despisté. Por una vez no propuse nada, y eso no debe repetirse en esta ocasión. Hoy propondré algunas medidas que intentarán dar más luz a la parte periodística del contubernio en el que nos han metido en España y creo que incluso en Europa occidental.

Primero. Respecto a los accionariados de las empresas de comunicación, está claro que debe limitarse para evitar los monopolios a lo Berlusconi o lo Murdoch. No benefician en nada a la ciudadanía. Y deben limitarse con absolutas ganas de impedir ese afán monopolizador, sin medidas tibias, sino contundentes. Todavía recuerdo con indignación como el PSOE y el PP diluyeron lenta pero inexorablemente hasta el casi cero los controles previos existentes del máximo del 25% para un accionista.

Segundo. Volver a relanzar la radiotelevisión pública española, profesionalizándola e independizándola de la influencia de los partidos políticos, que deben sacar sus tentáculos de sus consejos de administración, que deben pasar a estar formados por profesionales independientes, rindiendo cuentas a la ciudadanía directamente, sin parlamento. La audiencia es el mejor indicador, junto con las cuentas reales y auditadas que han sido necesarias para producir los programas. Los partidos políticos tienen que marcharse ya mismo de RTVE.

Tercero. Dar a conocer  con absoluta transparencia quién está detrás de los accionariados de los grupos editoriales y de comunicación. La información social, política y económica es un bien público y como tal debe quedar en manos de la ciudadanía, que para ello deberá poder contar con información fidedigna de quien es el responsable máximo de cada periódico, radio o televisión.

Cuarto. Publicar las relaciones laborales de los tertulianos que tanto aparecen en los medios de comunicación. El pueblo necesita conocer quién es el que les da de comer, qué grado de independencia tienen, y también de sus patrimonios. Nadie que que "pontifica" sobre los demás y sobre las bondades o no de cualquier proyecto político, social o económico, puede hacerlo sin dejar claro a los demás "quién es" y "a quién se debe" y "cuánto tiene o cuánto debe".

Quinto. Impedir que quien no sabe nada pueda hablar en los medios de comunicación de cualquier cosa. Al menos, que quede catalogado cada tertuliano con un indicador de conocimiento en la materia en escala 0 a 10, o en colorines, pero que quienes le escuchemos podamos saber de antemano si su opinión merece la pena ser tenida en cuenta o no.

Sexto. Exigir a los responsables de los programas de opinión que muestren con absoluta transparencia cómo ha sido el procedimiento de selección de sus tertulianos, garantizando en todo caso, que siempre habrá expertos en la materia y que se limitará el tiempo a los que no tengan ni idea, para evitar lo que siempre observo, que habla mucho quien poco sabe.

Nos citamos para la cuarta entrega, aunque como siempre, no tengo fecha exacta para su redacción. Mientras tanto sigue nevando al otro lado de la ventana...



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