lunes, 10 de septiembre de 2012

Un gobierno de charlatanes (2ª parte)

Ya sé lo que no voy a hacer esta noche después de cenar. No voy a ver en televisión la entrevista al presidente del gobierno, señor Rajoy. Me niego a ver este espectáculo televisivo, parte del circo mediático que nos han construido los medios en la última década. Show must go on , el espectáculo debe continuar, decía Fredy Mercury en su famosísima canción, y así parece que lo quieren programar los nuevos jerifaltes de la Radiotelevisión Española.

Son bastantes las razones que me han conducido a tomar esa decisión. Intentaré resumirlas en este post y así no alargarme en exceso, porque sigo sin poder terminar otro anunciadísimo post sobre Europa, la Comisión, los neoliberales y la democracia parlamentaria. Y ese otro sí que me merece mucha mayor atención y reflexión. Así que continuaré con la segunda parte de mi crítica a este gobierno de charlatanes, hablando de Rajoy.

En primer lugar, nuestro presidente de gobierno no se caracteriza por la facilidad expositiva. Nunca he pensado que fuera un gran conocedor de muchas las materias en las que ha trabajado a lo largo de su ya larga carrera política. En los gobiernos de Aznar demostró querer (o al menos lo que pretendía su jefe) ser (aunque sin serlo) lo que una compañera de oficina llama "todero", es decir, alguien que sabe hacer de todo de mejor o menor manera, y que te saca de un problema con mayor o menor acierto. Por tanto, en cualquier entrevista que le hayan hecho nunca habrá dejado clara la respuesta. ¿Se acuerdan de sus dudas para responder al ciudadano que quería conocer su sueldo? Fíjense que es bien fácil. Lo dices o no lo dices, sin más. Después de varios minutos de conversación intrascendente nos quedamos sin saberlo. Era un mal precedente cuando era un simple jefe de la oposición, previsible candidato a ocupar la presidencia del gobierno de España.

En segundo lugar, y abundando en lo ya comentado en el primer punto, su técnica de debate no puede ser más soporífera. Vuelvo a preguntarles por aquel debate cara a cara con Rubalcaba en noviembre de 2011. Aquello ya no fueron milongadas varias lanzadas por amiguetes de la prensa domesticada de este país a las que responde con alguna  bromita, y luego deja en el aire la contrapregunta, algo que le caracteriza. Su oponente le lanzó encima de la mesa preguntas directas y muy concretas sobre su programa electoral, el del PP, el que debería poner en marcha si ganaba las elecciones (como pronosticaban las encuestas). Ese estilo directo no le gusta a nuestro presidente, y llegó a mosquearse (perdónenme la expresión) públicamente con Rubalcaba, delante de todos los televidentes, por ser tan vehemente en la pregunta, por "insistir tanto" en que explicara con pelos y señales qué iba a hacer, cómo se concretaba el programa electoral. Fallido intento del líder provisional del PSOE (en aquel momento) de sacar a la luz el "programa oculto" (o al menos eso creíamos algunos muchos) del PP. Para mí, fue la peor entrevista de todos los tiempos, no por el conductor de la misma, que técnicamente fue muy neutral, pero que a efectos de conclusiones para el público, inoperante, sino por la testarudez de un futuro Presidente del Gobierno en mostrarse con un perfil oculto. Una especie de "me tomas o me tomas, porque no tienes alternativa".

Ya en tercer lugar, y siguiendo con el repaso histórico a los acontecimientos que le han rodeado en los últimos años de oposición y primeros meses de gobierno, no veré la entrevista por su cinismo. Esta semana de subida del IVA, mejor dicho, de visualización efectiva en los precios de tal subida de impuestos, hemos podido recordar gracias a la prensa independiente algunas frases gloriosas que brotaron de su boca en su faceta opositora (se le daba mejor que la gobernadora): "y los chuches...van a subir el IVA de los chuches". La realidad actual nos muestra a una persona que es incapaz de articular una sola idea y desarrollarla de modo que todos sepamos qué se va a hacer. Realmente estoy aburridísimo e indignadísimo, y con un cabreo creciente, cuando tengo que oír machaconamente su no-decir-nada: "haremos lo que haya que hacer, como haya que hacer", en un ejercicio de transparencia informativa digno del mejor limpiacristales del mercado. porque para dejarlo más claro a los lectores: si sabía lo que estaba ocurriendo en España, en su economía, acosada por los especuladores de las finanzas y por los neoliberales de la Comisión Europea, Bundesbank-BCE y Fondo Monetario Internacional, entonces nos mintió a todos ocultando las medidas "sabidas y pretomadas". Y si no sabía nada de lo que estaba pasando, ha demostrado ser un ignorante supino que no merece el puesto que ocupa y que por tanto, todas las medidas tomadas han sido mal planificadas, gestionadas y puestas en marcha, con total improvisación. La excusa de la herencia recibida se vuelve en su contra.

Y aún peor me parece oírle decir que él no está nada contento con esas medidas, que no le queda otro remedio, que no hay alternativa. Es decir, tenemos a un pesimista nato al frente del gobierno que nos "desgobierna", claramente absentista de la realidad que le ha tocado vivir, en su fuero interno maldiciendo de esta época histórica en la que debe mostrar dotes de liderazgo de los que carece. Tiene razón Rubalcaba cuando dice ayer (pequeño giro hacia una oposición más dura...y que dureeee), que tendrá que pedirle explicaciones del rescate a la Troika, porque Rajoy no sabe nada. Y esto sirve como cuarta razón para no volver a escuchar una entrevista a su persona.

Añadiré además una última razón que ya no tiene nada que ver con el Presidente del Gobierno, sino con el formato de entrevistas en coro, en la que los "elegidos preguntantes" tienen mucho que conservar y poco deseo de arriesgar. Años y años de TDTs variadas pero coincidentes casi unánimemente en el mismo discurso neoliberal y ultraconservador, además de saraos circenses televisivos para que la gente se enbrutezca y atonte, con nombramiento incluso de "reina del pueblo" (esperpéntico), han generado una fórmula televisiva (y en las cadenas de radio también), en la que la tertulia, con o sin invitado, conduce al púlpito mediático a sermoneadores variopintos, las más de las veces desinformados, con argumentaciones poco o nada trabajadas, y que cualquier persona medianamente inteligente e informada considera pura basura informativa con un sesgo político conservador muy claro.

En ese sentido me ha alegrado sobremanera escuchar a Javier del Pino, en su programa "A vivir que son dos días" su intención de no volver a introducir ninguna tertulia, ahora que se ha convertido en conductor (supongo que también director) del mismo. Todo lo contrario que la nueva RTVE que camina hacia un túnel oscuro (algo que ya presumíamos tras el golpe de estado gubernamental). Como dice mi Santa, "algo empieza a oler a podrido en algunos informativos". Me alegro por Pepa Bueno, nuevo fichaje de la SER en las mañanas. Otros muchos buenos profesionales han empezado a hacer las maletas...

En resumen, que no merece la pena emplear un sólo minuto de mi vida en escucharle más. Hace ya unas semanas que me uní a una petición de change.org dirigida a forzar su dimisión lo antes posible (el que quiera puede pinchar en el botón de la columna de la derecha para unirse a la petición). Sigo pensando que esta crisis social, económica, y cada vez tomando más cuerpo, político-institucional,  no se puede resolver sin un gran pacto nacional y europeo, que devuelva la palabra a la ciudadanía y además la capacidad de decidir qué se recorta, dónde se invierte, y cuánto nos endeudamos. Hay alternativas, y muchas, pero las tenemos que decir entre todos y todas. La importancia del momento exige la utilización del referendum. Es mi propuesta.


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