lunes, 2 de febrero de 2015

Esto no es un "club", señor Montoro.

Al escucharle decir eso (que Europa es un club)  en el resumen de noticias de las 8 de la noche en la SER, me ha molestado tanto que he tenido que ponerme delante de la pantalla del ordenador y abrir una nueva entrada donde poder desahogarme.

Es evidente que los movimientos sociales y políticos en el Sur de Europa están empezando a hacer mella en el conglomerado de poder político-económico que va abarca el eje B-B, Business-to-Business, o también Berlín-Bruselas. El nerviosismo se extiende por los despachos de las grandes corporaciones y sus delegaciones políticas, antiguamente conocidas como Ministerios. A los ocupantes de los primeros, los que realmente mandan, porque quieren seguir mandando, y a los segundos, porque no quieren perder un retiro dorado que se están ganando a pulso, obedeciendo las consignas de sus jefes en la sombra, de quienes realmente les pagarán sus futuros sueldos y pensiones. Son puestos de trabajo con "sueldo o mercedes en diferido", extraña figura que poco a poco se ha incorporando al imaginario político europeo, sobre todo español, con independencia de cuál sea la comunidad autónoma o ente municipal que queramos considerar.

También es meridianamente obvio que al Sr Ministro Montoro le ha traicionado de nuevo el subconsciente porque tiene muy claro que ese club existe, pero no formado por estados libres e independientes, unidos por mutuo interés para formar lo que conocemos como Unión Europea, y dentro de ella la menos conocida o quizá inteligible Unión Económica y Monetaria. Ese club está formado por quienes han conseguido hacerse con el poder político europeo, imponiendo una forma de hacer política, con unos objetivos realmente alejados de la mayoría de la ciudadanía europea y de lo que se conoce como Estados del Bienestar europeos. Es un "club" de personas poderosas, no de países, algo que debe quedar muy claro para todo aquella persona que piense que lo que ha ocurrido en Grecia es un disparate político que sólo va a traer desgracia a los griegos, y confusión y caos en el resto de Europa, y con ello, la misera extendida a toda la ciudadanía europea, empezando por los más débiles.

Nos dice el Sr Ministro Montoro que cualquiera no puede venir desde un país (le ha faltado indicar que periférico y de poca monta, de poco importancia, con poco "caché") y por ganar las elecciones pretender cambiar las reglas que nos hemos dado todos. Y ambas cosas no son ciertas. No es cierto que no se puedan cambiar las reglas, faltaría más, que como poco, no se pudiera plantear democráticamente un cambio de las mismas, y mucho menos es cierto que esas reglas nos las hayamos dado todos. De nuevo confunde el Sr. Ministro las decisiones tomadas por los de "su" club, con las decisiones tomadas por todos los ciudadanos europeos en unas elecciones democráticas para conformar un Parlamento Europeo en el que se eligiera un gobierno europeo, con una Comisión plenamente democrática y sujeta a todos los controles que cualquier parlamento nacional impone a su propio gobierno. Es una falacia creer que esas reglas nos las hemos dado entre todos los europeos.

Por esa misma razón, el nuevo gobierno griego no reconoce a la Troika. Y hace bien, porque quien debería convertirse en interlocutor entre los socios europeos y los griegos debiera ser el propio Parlamento Europeo, que con tan pocos recursos políticos se ve limitado, y continúan limitándole aún más, siendo testigo impotente de los manejos de ese "club" de poderosos plutócratas europeos, o más bien cosmopolitas, una vez que sus fortunas gozan de la nueva propiedad de la ubicuidad, extendido el concepto a bienes en lugar de sólo a personas.

Claro que podemos cambiar las reglas, y espero sinceramente que la ciudadanía reaccione y compruebe con el ejemplo griego que se puede decir que no, que hay otro modo de hacer las cosas, otro modo de elaborar políticas sociales y económicas y que otro mundo es posible.

Como es habitual en este blog, debo terminar con alguna o varias propuestas. En esta ocasión, mi única propuesta pasa solicitar el adelanto de las elecciones generales al mes de mayo, coincidiendo con las autonómicas y locales. De cambiarlo, lo cambiamos ya y nos dejamos de alargar este asunto hasta que se pudra en los medios de comunicación que tanto ladran en contra de Podemos. Porque si no existiera Podemos surgiría SanQueremos, o no?

miércoles, 14 de enero de 2015

Educación para la villanía

No me ha quedado otra opción que parafrasear, darle la vuelta a mi querido concepto "educación para la ciudadanía", asignatura ya desaparecida de los programas educativos españoles por obra y milagro de los genios populares que nos gobiernan.

Y la chispa de inspiración arrancó el día en el que vi en el Intermedio, el magnífico programa de la Sexta dirigido por el Gran Wyoming, una entrevista con el periodista que destapó el escándalo Granados, el segundo en el escalafón del PP madrileño, justo detrás de Esperanza Aguirre, la autoproclamada "precandidata" a la alcaldía de Madrid.

Fue muy curioso y sobre todo como "agita-conciencias", escuchar cómo, por una parte amenazaron profesionalmente a este periodista, y por otro, continuamente se escabullían con malas artes todos los ahora imputados, y algunos encarcelados, pertenecientes a esta trama de corrupción del PP madrileño. Y la vez, por otra parte, interrumpían la entrevista para mostrarnos la defensa de sí misma que hacía Esperanza Aguirre, siempre aduciendo que no sabía nada de nada de todos aquellos escándalos.

Pero no es ese el objeto de esta entrada, hablar sobre ese caso concreto de corrupción, por muy importante que sea, sino sobre la falta absoluta de sentido cívico que nos caracteriza a los ibéricos pobladores de esta península del Sur europeo, o sin más circunloquios, a los españoles. Fue realmente trágico recibir la noticia de la absolución de Camps, ahora expresidente de la Generalitat valenciana,  por parte de un tribunal popular. No voy a decir que no me lo esperara, pero la pequeña sospecha que abrigaba mi corazón, dio lugar a un decepcionante reconocimiento de que algo falla en nuestra sociedad. Es algo muy importante, que está en la base de cualquier sociedad verdaderamente democrática: los valores morales y éticos.

La mencionada entrevista a Esperanza Aguirre, además de cierta hilaridad, penosa en cualquier caso, por decirlo también claramente, me creó otra nueva sospecha que no deja de crecer conforme se acerca el gran momento de la verdad, el de las elecciones autonómicas y locales del próximo mes de mayo de este 2015. Una sospecha que de nuevo pasa por la ciudadanía que me rodea. Es cierto que ya no me siento sólo, que hay millones de nuevos votantes hartos de "los de siempre", de escuchar las manidas frases: "no hay alternativa", "Bruselas manda", "o se hace así o nos hundimos", "ya veréis qué mal lo pasarán en Grecia cuando gane Syritza" y así hasta aburrirnos, y lo peor que casi convencer a muchos indecisos.

Y sin embargo, pese a no sentirme sólo políticamente hablando, insisto en que mi preocupación crece porque la ignorancia política y cultural de la masa de españoles que me rodea se ve, en una gran parte al menos, acosada por el bombardeo constante de mentiras, cuentos y falacias que recibimos de los falsamente autoproclamados "medios de comunicación", y que más bien llamaremos a partir de ahora "medios de intoxicación y propaganda", en adelante MIPs.

Creo que hace falta muy poco para que un buen MIP convenza de renovar el voto al PP, a cualquier costa, pase lo que pase, por el bien del colectivo con el que se siente identificados. No he encontrado otra razón lógica, defendible, razonada para explicar esos millones de votos fijos que tiene la derecha española . No es posible que vengan de la Casta, o para mí, simplemente  élites económicas gobernantes (directa o indirectamente a través de los cuadros políticos del PP y del PSOE). Todo ese conjunto de personas no podría pasar de un millón de votos, exagerando la cifra, con un redondeo singular y significativo, fácil de recordar. Pero, ¿y hasta llenar las urnas con los otros 8 millones?

En ese gran conjunto, se amalgaman una gran variedad de personas, por supuesto, con sus intereses legítimos para votar a partidos conservadores, faltaría más, pero insisto, lo que me llama poderosamente la atención es la motivación para tomar esa decisión política, renovada constantemente, como si de un feligrés o parroquiano se tratara.

No creo que sea sólo la religión, en horas muy bajas en este país, con escasa o nula influencia práctica (recordemos por significativo a este respecto el proyecto de reforma de la  Ley del Aborto reciéntemente archivado por el Gobierno y causante de una sonora dimisión y portazo del Ministro de Justicia). Tampoco la política de mano dura o extremadamente dura contra el terrorismo etarra, que tantos réditos políticos le trajo a los conservadores. Incluso ahora sigue utilizándose en el argumentario popular, apareciendo en los medios de comunicación adictos con espeluznantes frases contra el poder judicial por haber acatado la decisión de los Tribunales de Justicia europeos respecto a la "doctrina Parot" pronunciadas por la propia Vicepresidenta del Gobierno Rajoy. No creo que sea nada de esto que he mencionado, aunque sin duda está ahí también contribuyendo positivamente.

En mi opinión, y apoyada en la experiencia del paso de los años y de ir conociendo a más y más ibéricos e ibéricas, tiene que ver con unos principios vitales y sociales que están insertados en el imaginario colectivo mucho más profundamente de lo que nos gustaría reconocer, y que pasa por estar casi completamente de acuerdo con estas frases:

  • Unos tienen que mandar y otros obedecer.
  • Si yo estuviera en su lugar (el del que manda) haría lo mismo (es decir, robar al resto).
  • El más fuerte manda y los demás callan.
  • No protestes si te causan una injusticia, mas bien, tómatela por tu mano sin que te vean.
  • Hay que tener padrinos.
  • Los amigos están para que nos cuelen en los servicios públicos y saltar las listas de espera, y el que no lo haga es tonto.
  • Lo mío no me lo toca ni Dios.
  • Si te hago un favor es para que me lo devuelvas algún día, sí o sí.
  • Yo estoy bien como estoy y que todo siga igual por lo siglos de los siglos amén.
  • Esto de debatir y votar cualquier asunto sólo trae desorden y confusión.
  • Yo de esos temas no tengo ni idea, no me líes con votaciones.
  • Siempre hay que tener un buen fajo de billetes debajo del colchón y el resto en paraísos fiscales porque el dinero lo compra todo.
  • No hay que matarse a trabajar que sólo sirve para engordar los bolsillos del dueño del negocio.
  • Las personas que trabajan para mí no se merecen ni la cuarta parte de lo que ganan porque no dan un palo al agua.
  • Todo es hablar de derechos, y más derechos, pero de obligaciones y de trabajar en serio nadie.
Sí el lector de esta entrada del blog se ve reconocido por creer a pies juntillas en ellas, es casi seguro que será uno de los 8 a 9 millones de votantes del PP. Pero qué me pueden decir de la filosofía moral y ética que se encuentra debajo de todo esto: ¿un liberalismo o neoliberalismo atroz, un corporativismo castizo asfixiante? Ambas cosas en mi opinión, que es la peor combinación que pueda nadie imaginar, y que da lugar a que cualquier emprendedor sin recursos de ningún tipo tenga que vencer miles de obstáculos para competir con las elites económicas y empresariales ya instaladas, que controlan los resortes políticos, financieros, y que quieren evitar  a costa de cualquier intruso o arribista (emprendedor/a)  la competencia, la sana competencia entre los mejores negocios. 

Mala pinta tiene esta sociedad tan dividida entre quienes están en ese gran grupo y el bloque de personas que reaccionaron en el 15-M y que luego apoyaron a Podemos en las elecciones europeas del pasado 2014, a los que llamo ciudadanos conscientes y responsables. Y es que mientras haya personas que tienen ese ideario que acabo de presentar, difícilmente podremos creer en un país desarrollado, libre y avanzado, que es algo muy diferente del "país serio" que constantemente menciona Rajoy en sus discursos insulsos, pero perfectamente dirigidos hacia su colectivo de votantes, no sea que se alejen de su "parroquia". Es la educación para la villanía, justo lo opuesto a lo que tendría que ser. No es de extrañar su obsesión con eliminar la asignatura de Educación para la ciudadanía. Y recuperarla de nuevo es mi única propuesta, urgente, necesaria, indispensable, que puedo hacer.  Esperemos que la reacción ciudadana de  millones de escolares y adultos reeducados consiga batir el muro del inmovilismo ibérico.









domingo, 21 de diciembre de 2014

Del "y tú más" al "...pues yo también".

La idea general para escribir esta entrada del blog rondaba por mi mente desde hacía cierto tiempo. Ha sido la aparición en la Revista Española de Ciencia Política (nº 36 de diciembre de 2014) de una recensión sobre el estudio realizado por Joan Font, Clemente Navarro, Magdalena Wojcieszak y Pau Alarcón, titulado "¿Democracia sigilosa en España? Preferencias  de la ciudadanía española sobre las formas de decisión política y sus factores explicativos", la que ha activado el percutor para animarme a desarrollarla.

Tras leer la recensión y apuntarla como "de interés especial" en mi pequeño dietario de buenas propuestas y trabajos varios, aprovechando la no disponibilidad de un disco duro olvidado en algún ordenador, y un tiempo atmosférico poco propicio para el paseo exterior y para realizar labores de mantenimiento agrícola, pude realizar la búsqueda del citado informe. Lo encontré en la propia web del Centro de Investigaciones Sociológicas, de donde pude descargármelo en varios formatos, totalmente libre (nada es gratis, salvo los regalos, y el CIS en este caso, ha hecho un buen regalo de Navidad a todos los españoles), entre ellos en formato epub, lo que también es de agradecer.

Debo reconocer que no he tenido tiempo para leerlo completamente, con sus 213 páginas, y que más bien me centré en el capítulo 6, donde supuse habría algo de información sobre lo que tanto me estaba preocupando últimamente: la ya inasumible desconfianza en la clase política profesional española. Y así ha sido porque, si bien el informe se basa en la reproducción de una encuesta adaptada a España que diseña originalmente para Estados Unidos y si además la fecha de realización se retrotrae a febrero de 2011  (anterior al fenómeno Podemos e incluso al propio movimiento 15M), anticipan en mi opinión los resultados de lo que ha ocurrido y suponemos que ocurrirá en el esperado año macro electoral de 2015.

Los resultados de la encuesta relacionados con las capacidades y los valores de los políticos profesionales por una parte, y extendiendo la misma pregunta con un foco mucho más amplio, el resto de los ciudadanos, incluyéndose el propio entrevistado, conduce a algo poco sorprendente a primera vista, porque en el fondo, algo barruntábamos todos: la notable desconfianza que tenemos también de nuestros vecinos, de nuestros compatriotas.

En una tablita sencilla aparecería:
  • Un 30,9% de los entrevistados confían en la capacidad y valores de los político, pero también creen que los ciudadanos poseen esa capacidad y catadura moral.
  • Un 23,7% considera que los políticos no son de fiar, pero sí los son sus compatriotas, sus vecinos, la gente que conoce.
  • Un 19,8% confía en los políticos pero no en sus compatriotas, y
  • Un 25,6% no se fía ni de los unos ni de los otros.
Sólo el primer grupo parece no estar sujeto a dilemas morales, lo que conocemos popularmente con la frase popular "to'r mundo é güeno". Pero saliéndose de ese grupo que se acerca al tercio de la población, nos encontramos con los otros dos tercios en que aparecen desconfianzas hacia unos y hacia otros o incluso hacia ambos (nada menos que un cuarto de la población). Y debo insistir, que son datos de febrero de 2011. Tras el último año del 2º gobierno Zapatero y los 3 años horribles del gobierno Rajoy, cuatro años más tarde, no quiero ni pensar cómo quedarían modificadas las cifras, especialmente de quienes tienen un fuerte dilema institucional (es decir, no confían en los políticos, ni por sus capacidades para conseguir mejorar el país, ni tampoco por sus valores morales).

El estudio continúa con algo muy relacionado directamente con el fenómeno Podemos y su insistencia en el cambio de modelo de participación política de la ciudadanía: desde la delegación absoluta mediante la representación política (10 en la escala), hasta los movimientos asamblearios permanentes en las que todo, absolutamente todo se decidiría por votación previa deliberación de todo el mundo (0 en la escala). De nuevo nada sorprendente en principio, aunque para mí, lo verdaderamente sorprendente es la centralidad de las respuesta en los cuatro grupos:
  • El primero grupo se sitúa en el 4,44 es decir, un poco más cerca de la participación que de la representación, pero muy centrado.
  • Los que desconfían de los políticos, que tienen un dilema institucional, se sitúan en el 3,91, más favorables a la participación, pero sólo medio punto más a la izquierda.
  • Los que desconfían de sus compatriotas (dilema cívico) se sitúan en el 4,79, casi en la mitad del continuo representación-participación.
  • Los que tienen doble dilema, porque no confían en nadie, sorprendentemente se quedan también casi en la mitad, con el 4,60, sólo un poquito más volcados hacia la participación que los anteriores.
Vuelvo a insistir en que los datos de partida para este análisis son de febrero de 2011, pero habida cuenta de la evolución social, política y económica de España en los últimos 4 años, desde febrero de 2011 hasta diciembre de 2014, y con numerosas encuestas parciales realizadas mediante barómetros políticos  trimestrales, podemos intuir que los porcentajes de desconfianza hacia los políticos habrán crecido en gran medida. Pero lo que me hace pensar es el más que creíble porcentaje de personas, de ciudadanos, que desconfían de las personas que componen lo que llamamos el pueblo, la ciudadanía en general, y que a consecuencia de ello, "entregan" el poder a otro pequeño grupo, el de los políticos profesionales, a los que consideran ligeramente más capacitados pero moralmente inferiores a ellos, porque o bien, no tienen tiempo para "la política" o consideran (o consideraban) que no tenían problemas graves que la política pudiera resolver, y que tal vez, era un quebradero de cabeza más involucrarse en actividades políticas en tu barrio, en tu asociación, o en cualquier campañas de movilización general con la que pudiera tener alguna relación favorable.

La gran pregunta por tanto es "¿qué nos hace pensar tan mal de la gente que nos rodea?". Es un martilleo continuo el que recibo a diario..."esos políticos son unos sinvergüenzas, pero no vayas a creer que entre los 'nuestros' no los hay también". Pero peor aún es escuchar esta mañana en la radio a un entrevistado casual en la calle si defraudaba algo, y acaba reconociendo que sí, pero que le importa bien poco porque los que tienen que dar ejemplo defraudan a paladas, a carretadas,..La respuesta al político no es "quítate de ahí y devuelve todo lo que has defraudado o robado", sino "pues yo también lo haré, cuando pueda y como pueda".

Es precisamente esa pataleta social del ciudadano la que conduce a una situación de descomposición social, e incluso, una vez ya descompuesto el nivel moral medio de la ciudadanía, a la casi desconfianza absoluta respecto a tu vecino, porque llegas a tener la certeza de que eres el más tonto de la villa si no te comportas igual, o que si no lo haces es porque no puedes.

Y con estos mimbres "sociales" tenemos que construir un país democráticamente avanzado. Yo lo veo imposible, y conduce a que a muchísimos de los que nos situamos en el cuarto grupo, los del doble dilema moral, desconfiando de unos y otros, sintamos un vértigo indescriptible cuando la medicina que se nos ofrece para curar los males patrios pasa por incrementar la participación política de los ciudadanos.

Es bien cierto que escuchar constantemente a los peones políticos de la casta, de la élite o como queramos llamarla, decirse auténticas barbaridades que siempre terminan en el conocido "y tu más", nos hace inclinarnos al menos durante este futuro próximo, muy próximo por el alejamiento del modelo de representación política clásica, de ese "vale, te voto y hasta dentro de 4 años". Un voto a una siglas, donde sabemos que se encuentran bien arropados, representantes de cierta clase, élite o casta que no está haciendo nada por los más desfavorecidos, y más bien, está convirtiendo en desfavorecidos a los que anteriormente la Vida había sonreído de alguna manera.

 Lo que está claro, es que la respuesta del tipo "...pues yo también" sólo conduce al envilecimiento general de la ciudadanía, al cinismo social generalizado que hipoteca continuamente nuestra capacidad de movilización y de denuncia permanente de aquellos representantes políticos que han perdido descaradamente su vinculación con quienes le votaron y depositaron su confianza en él, directamente o a través de una siglas.

La cuestión clave que surge de todo este tinglado socio-político-económico es la manipulación interesada de las élites gobernantes en mantener embrutecido y moralmente destruido al pueblo llano. No les interesa la persecución del fraude fiscal menor, por ejemplo, ya que, además del costo económico que podría tener perseguir a los pequeños defraudadores del  IVA, a los ciudadanos que se ahorran unos euros en facturas fácilmente escamoteables al fisco, tendría el coste político de ver cómo eso amortizaría la hipoteca del "pues yo también", liberando enormes recursos morales de la ciudadanía que no dudaría en exigir lo mismo de quienes quieran ser sus representantes, y por tanto, impidiendo mantener a la élite (o casta) dirigente su actual proyecto de refeudalización social.

La alternativa a ese sistema político ya fallido, totalmente periclitado, al que la ciudadanía ha vuelto la espalda de una forma muy clara, nos dicen que tiene que venir del incremento de la participación ciudadana. Recuerdo a este respecto unas palabras de un compañero de trabajo que me comentaba que "lo de las asambleas permanentes" tampoco funciona y que las soluciones encontradas no siempre son las mejores ni con mucho, además de lo que consumen en tiempo y energía. Y es que por otra parte, sólo hace falta recordar nuestras reuniones o asambleas de propietarios del inmueble al que pertenecemos para que nuestras ilusión en el segundo modelo se pinche.

Mi experiencia personal en proyectos en el que hace falta llegar a un consenso siempre ha sido buena, por ejemplo, en labores de evaluación bajo el modelo EFQM. Pero no debemos olvidar que en este último caso, el modelo aparecía establecido, era una premisa,  y además, el número de personas participantes era bajo y además, por lo general, entrenadas, y sin que tuviéramos un límite de tiempo excesivamente corto para deliberar, debatir, explicar, razonar y llegar al consenso final. El resultado final respecto a lo que inicialmente pensábamos  cada uno de los participantes en esas reuniones de consenso, mejoraba siempre y habitualmente, la mejora era considerable.

Es difícil por tanto llegar a su vez a un consenso sobre el modelo de participación política, pues los miedos, las dudas nos atenazan. Pero posiblemente quienes estamos dentro de la jaula mental del doble dilema de desconfianza cívica e institucional tengamos que dar una oportunidad a nuestros compatriotas, a nuestro vecino y esperar que por una vez, el cambio llegue verdaderamente hasta el último rincón de nuestra sociedad. Contad conmigo.






sábado, 6 de diciembre de 2014

Lenin, Bolívar, Podemos y la NEP soviética y bolivariana.

Se me hace cada vez más evidente el enorme nerviosismo que se ha instalado en las oligarquías financieras nacionales y en cierta medida internacionales cuando se ha conocido el impulso que ha cobrado el movimiento político de los indignados españoles, visualizado en el partido político PODEMOS. Las encuestas más fiables indican que seguramente, si sigue todo igual, si sigue esta progresión en el incremento de futuros votantes a PODEMOS, que lleguen al poder en la mayoría de autonomías y hasta incluso el gobierno central a finales de 2015, fecha probable para convocar elecciones generales al CONGRESO y SENADO.

El programa económico que lleva en su cartera debe ser leído.
Tiene mucho de revolucionaria, de cambio drástico, de luchar contra los privilegios de la casta parasitaria.

Me trae recuerdos de los primeros tiempos de la revolución rusa, del nivel de indignación acumulada en el pueblo, que en aquel caso se agravó con la mortandad causada por la guerra mundial, a raíz de la defensa del imperialismo.

La economía debía ponerse en marcha de nuevo, y los bolcheviques tuvieron que ceder provisionalmente ante el ideario totalitario de nacionalización masiva. Tuvo efectos beneficiosos, recuperándose en tres años a los niveles de 1913, pero el ala de extrema izquierda consiguió tumbarla.

martes, 28 de octubre de 2014

Pobreza energética: ¿alguien me presta unos kilovatios-hora para freír un huevo?

Prometo que se los devolveré en cuanto tenga un trabajo digno con el que ganarme el sustento. Y ahí es donde  podemos fiar la devolución lejos, bien lejos en el tiempo. Lo cierto es que este cuento o mal chiste, según como lo quiera clasificar quien lea esta entrada, podía parecer exagerado o increíble hace unos pocos años, y sin embargo, la terca realidad, negada por los dirigentes políticos teledirigidos a su vez por la alta clase empresarial española, lo ha convertido en motivo de debate de altura y de mucho interés para el común de los mortales que habitan este país, y afirmaría incluso que de gran parte del Occidente empobrecido por esta recesión económica que no quiere o no la dejan terminar.

El cuento-chiste anterior me trae a la memoria viejas prácticas del mundo rural español en las que garantizar un mínimo de energía en forma de leña para calentar  la casa, especialmente la cocina mediante un fuego bajo que servía también para preparar la sencilla comida de entonces, era un derecho reconocido. Todo el mundo sabía que necesitaba acopiar leña para el invierno, y como la madera siempre fue un bien común vecinal, salvo los poderosos de entonces que tenían sus bosques privativos, había que ponerse de acuerdo en el reparto. No era cosa de talar a tontas y a locas. El pueblo llano de entonces sabía organizarse en "círculos" municipales o de pedanía. En el de mi abuela materna, en el frío norte de la montaña burgalesa era conocido como el reparto de las adras, en el que hay un monte conocido como Ladrero, y que según mi tío es una deformación de Adrero, es decir, donde se reparten los lotes de leña anuales. En el diccionario de la RAE aparece descrito como turno o lote, sea de agua de riego o de otra cosa. En el frío Norte, no interesaba repartir agua (que también en verano) sino las fuentes energéticas con la que superar las copiosas nevadas para no morir de frío e inanición.

Ahora no hay vecinos, ni por tanto, necesidades energéticas que cubrir. La madera abunda, y como decía una revista del sector especializada, en el Norte hay más madera que nunca en forma de arbolado adulto que no tiene visos de ser cortado, ni siquiera para las papeleras. Ya no es negocio, teniendo en cuenta que además de derribar los árboles, hay que limpiarlos, cortarlos en trozos utilizables, transportarlos y almacenarlos. Y qué oportunidad estamos perdiendo de utilizar esa biomasa.

Y sin embargo, en las ciudades la escasez e incluso la penuria energética de muchas familias tocadas por la desgracia de no tener trabajo está a la orden del día. Es evidente que vivimos en un país desarticulado y descoordinado, y además profundamente desigual entre clases sociales y entre territorios. Pero lo peor es que esta maldita clase dirigente se empeña en ver negocio donde no lo ha habido ni habrá nunca. Y también mucho podríamos hablar de las malísimas prácticas de consumo energético que tenemos todos, sean empresas, Administraciones Públicas y de las familias en general. La energía barata ha sido

La ignorancia energética del españolito medio, de la empresita media española y por no hablar de cualquier Administración Pública a la que queramos señalar al azar, es evidente. Nadie sabe de memoria cuántos kw-h consume al año de promedio, por no decir si sabe diferenciar entre kw de potencia y kw-h de consumo. Pocos consideran práctico y realizable reducir la potencia contratada sacrificándose a utilizar los electrodomésticos más potentes en momentos no concurrentes. Tampoco controlan el tiempo de ducha o baño, ni a qué temperatura sale el agua del grifo, ni tampoco la razón por la que tenemos que estar en cueros en casa en pleno invierno y cuando llega el verano ponernos un jersey para no coger una pulmonía con el aire acondicionado que habremos consignado a 18ºC. Es la eterna pelea en las oficinas compartidas por varias personas: ¿cuál es la temperatura ideal en cada estación? Nos importa una higa cuánto estamos despilfarrando, porque, o no lo pagamos directamente, o bien consideramos que ahorrarnos 20 euros al año en la factura es una tontería que no merece la pena ni considerarlo. Insisto, nos hemos convertido en un país de ignorantes energéticos desde hace una o dos generaciones. Para el que quiera tener una visión resumida del consumo medio en el hogar puede curiosear en este documento elaborado por el IDAE.

 Es nuestro problema diezmil uno o incluso más atrás en la lista de cosas que nos preocupan. Pero cuando, por azares del destino, por una confabulación judeo-masónica o por la terquedad impasible e inconmovible de los neoliberales germano-céntricos y de sus acólitos sureños (gobierno Rajoy y compañía), caemos en el paro prolongado y finalmente descendemos por debajo de esa línea roja de la pobreza,  la cuestión alimentaria básica y la energética se convierten en el GRAN PROBLEMA. Y sin son varios millones de paisanos los que han cruzado esa línea, entonces, ese gran problema individual se convierte en un GRAN PROBLEMA SOCIAL

Son varias las iniciativas que algunas organizaciones políticas y de ciudadanos han tomado. La Generalitat catalana por ejemplo rompió el fuego con una medida criticada y en mi opinión poco realista, incompleta, pero sin lugar a dudas, que sirve para comenzar a trabajar en la buena dirección como era aplazar el pago de las facturas de energía de los meses de invierno. Lamentablemente Rajoy y Cía han comenzado el acoso y derribo de la iniciativa. En un breve plazo de tiempo la veremos desmontada. En los medios vemos al presidente de la patronal eléctrica UNESA decirnos que "le aterra" la propuesta energética de PODEMOS (comentado en esta entrada de un blog amigo). Este señor fue entrevistado por Jordi Ebole en alguno de sus magníficos programadas de SALVADOS, y a mi Santa le tuve que reconocer que si yo fuera alguno de la CASTA, le pagaría el doble o el triple de sueldo, porque hace falta tener un nivel de cinismo muy alto para conseguir aguantar las preguntas de aquella entrevista y no rizársele ni un solo pelo de su magnífico tupé, y eso no lo tiene cualquiera, sumado a una cierta facilidad labial (que no verbal) a lo De Guindos para no decir nada utilizando un gran número de frases.

Es decir, que el tema está al rojo vivo, gori-gori como dicen los vascos, y por tanto, merece la pena que nos preocupemos de buscar el nudo o piedra angular del mismo: los derechos energéticos básicos del ciudadano. Poco dice la Constitución española al respecto. Se supone que con trabajo y vivienda, tienes garantizado lo segundo, es decir, energía a precios asequibles. Pero no es así, ni trabajo, ni vivienda, ni en consecuencia un maldito fuego bajo para preparar la comida o para calentarte en las frías noches de invierno. Y es tan absurda la situación que somos capaces de colapsar los hospitales por ciudadanos que enferman "de frío" pagando por curarles grandes sumas del presupuesto de Sanidad, cuando lo más lógico habría sido "invertir" en energía básica y mínima para evitar esas enfermedades

Es evidente que no hemos pensando seriamente sobre este asunto, que sigue siendo objeto de enriquecimiento de algunos, sea lo sea, pase lo que pase, dejando en el camino a millones de compatriotas. Es el momento por tanto de definir el derecho a  un lote de energía básica imprescindible para vivir.

Pero debe ser bien definido, bien articulado y bien llevado a la práctica o acabaremos creando un problema de gestión de derechos. Debe tenerse en cuenta las peculiaridades de cada familia, en cuanto a número de miembros, salud invidual, edades, estación del año, temperaturas promedio de cada mes, edad de los electrodomésticos, clasificación energética de la vivienda, etc. O  contemplamos todos estos factores y le damos una solución de mejora o ahorro energético familiar y social a medio plazo, con ayudas, por ejemplo, para sustituir electrodomésticos  poco eficientes, con un baremos progresivo de ayudas en función de la renta, o acabaremos creando un mercado negro del Kw-hora subsidiado. No podemos actuar con ligereza. Se trata de un derecho ciudadano más que debe aflorar y consolidarse pero también ser especialmente controlado para que el resto de los ciudadanos, actualmente rico-energéticos, sepamos que se está haciendo tan bien, tan bien como en la Sanidad Pública o en la Educación Pública.

Sumando podemos, al menos calentarnos y prepararnos la comida, lo que no es poco ;-))

viernes, 1 de agosto de 2014

Despilfarrando conocimiento: la falta de liderazgo organizativo en las Administraciones Públicas

La lectura del artículo de Juli Ponce "Ciencias sociales, Derecho Administrativo y buena gestión
pública. De la lucha contra las inmunidades del poder a la batalla por un buen gobierno y una buena administración mediante un diálogo fructífero" recientemente publicada en la revista GAPP, editada por el MAP (o como se llame ahora porque ya no me dan las neuronas para tantos cambios de adscripción orgánica), me ha servido de inspiración a un viejo asunto que considero que está en la raíz de muchos de los problemas que tienen la mayoría de las Administraciones Públicas españolas (no me atrevo a extenderlo a otros países): la falta de liderazgo organizativo, y que podría acumularse a la falta de liderazgo tecnológico, además de dudar cada vez más intensamente de la existencia de un liderazgo político y social de altura.

El autor nos introduce en un debate apasionante para los que creemos en la necesidad de modernizar absolutamente la gestión administrativa en las oficinas del gobierno, cualquiera que sea su nivel: local, autonómico, estatal...Y todo ello lo aborda desde una reinvención, renovación y ampliación del campo del Derecho Administrativo, saliendo de su clasicismo actual. En sus propias palabras "...la lucha jurídica contra las inmunidades del poder debe evolucionar hasta convertirse en la lucha por la buena administración.que incluso van más allá en la siguiente frase "... debería conducir a un replanteamiento epistemológico del Derecho Administrativo, cuando éste entra ya en el 'siglo de la buena administración' (las comillas son del autor) o incluso esta otra mucho más clarificadora: "no nos debiera bastar ya con que la actuación pública no sea arbitraria; es posible exigir además que respete el derecho a una buena administración que posibilite la calidad de la gestión". Las negritas son mías porque quiero remarcar el cambio genético y revolucionario que pretende incorporar al Derecho Administrativo español.

Pero sin avanzar más en esta parte del debate, núcleo del artículo de Juli Ponce, quiero presentar algunos conceptos que se mencionan relativos a esa Nueva Administración, acompañada de ese Nuevo Derecho Administrativo: gobernanza, MAC, calidad...y a los que podríamos añadir incluso otros que está incluso más "de moda" como el de innovación pública. Porque de esto va esta entrada del blog, de cómo dilapidamos, de cómo despilfarramos continuamente conceptos, sin lugar a dudas, necesarios, útiles, implementables y generadores de conocimiento, de buenas prácticas. En resumen, de una Buena Administración.

Y es que los años van minando progresivamente mi moral alcoyana respecto a la posibilidad de que algún día consigamos reformar y modernizar estas Administraciones Públicas españolas. De tanta ola de va y viene, creo haberme convertido en un marinero de primera con derecho a una buena jubilación, a ser posible bien alejado de la costa, porque siento que necesito tener los pies firmes sobre la tierra.

Lamentablemente la terrible moda practicada por casi todo el mundo político que conozco de:

- primero: "presentar a bombo y platillo el anteproyecto del futuro proyecto X" que de respuesta al nuevo concepto X (donde X puede ser sustituido por  NGP, calidad, cartas de servicio, externalización y más recientemente innovación pública permanente, MAC, gobernanza, etc), porque cada 4 años aproximadamente "sale" algo nuevo.
- Segundo: "subcontratar a una consultora conocidísima la elaboración de unos pliegos de contratación".
- Tercero: "contratar a precios de mareo permanente la puesta en marcha del proyecto  a cuatro años vista" ya que es algo "muy, muy complejo de abordar".
- Cuarto: "intentar recepcionar el contrato sin conseguirlo ya que el político que lo contrató ya no está al frente de ese organismo. Y por supuesto, ningún funcionario fue incluido en el proyecto para hacer el seguimiento.
- Quinto: "guardar bien guardado todo en uno de los múltiples cajones y archivos de ese organismo", normalmente porque se lo pasan a otro funcionario que no tiene ni idea de qué hacer con eso,

conduce al consabido "todo sigue (y seguirá) igual por siempre jamás". Los veteranos de la Función Pública suelen decirlo, y más se alegran cuanto peores funcionarios son. Se les nota en el tono de voz y en el aire de suficiencia con el que nos lo restriegan por la cara a los pobrecitos funcionarios que queremos cambiar este triste sino.

Es un terrible círculo vicioso. Los téoricos de la Administración Pública, sobre todo provenientes del mundo científico anglosajón, estudian y plantean mejoras, apareciendo nuevos conceptos que se hacen populares (trending topic lo llaman ahora), e incluso algunos se atreven a hablar de cambio de paradigma en el sentido de Kuhn (siempre con esa coletilla...). Luego la ola renovadora llega a las universidades españolas, normalmente empezando por las catalanas, que desde hace mucho tiempo están siempre al tanto de todo esto, y sin saber cómo, en los congresos científicos sobre la materia son presentados a  algunos políticos que extrañamente se han quedado para ver el espectáculo, o bien personal de su gabinete (los famosos funcionarios eventuales que tanto han crecido en las últimas décadas) y que se quedan estupefactos ante la idea de lanzar "algún programa o plan" en su correspondiente Administración para impresionar a la audiencia o incluso a la ciudadanía en general.

Y ahí acaba todo el liderazgo organizativo, porque en un breve lapso de tiempo, distintas empresas consultoras se van dejando caer para visitar a ese político o al personal de su gabinete, ofreciendo sus servicios, ya que "oyeron que el 'tema' había gustado mucho en las altas instancias". Y ya si tenemos abundancia presupuestaria (hasta 2010 podemos darlo por seguro), ¿dónde está el problema? Se contrata en un paquete llave en mano, por supuesto, y a darle publicidad inmediatamente en todos los medios.

El círculo se cierra cuando, pasados los años, el paquete llave en mano se entrega e inmediatamente se guarda, o peor aún, se intenta poner en marcha a cualquier precio, malgastando el tiempo de funcionarios y profesionales de la consultoría y finalmente, ante la terquedad del mundo administrativo real español, se deja en "stand by" (hay que ver cómo nos gusta el término anglosajón, que suena mejor que nuestro "lo dejamos morir de asco"), a la espera de un cambio de gobierno, con llegada de alguna persona con la cabeza bien amueblada que decida dar por finalizada la aventura modernizadora. Por supuesto para intentarlo con otra...

Mientras tanto, el ciclo PDCA se convierte en una realidad no buscada cuando algún departamento universitario decide analizar el fracaso de los planes modernizadores españoles, o incluso para más alucinación esperpéntica, es contratado por el propio político que lo organizó todo, y que para su desgracia no ha conseguido cambiar de puesto a los cuatro años, huyendo de la quema, como hacen los más afortunados. No olvidemos que este país tiene a bien mostrar los currículos de muchos "ilustres" con la sola mención de los muchos puestos y administraciones por dónde han pasado, pero por supuesto, sin mencionar jamás los logros conseguidos (entendiendo que aceptados como tales por el común de los mortales).

Y así, cerrado el círculo vicioso del mal liderazgo organizativo, los buenos funcionarios con intención y voluntad modernizadora real nos limitamos a recoger los restos aprovechables de tanto despropósito, procurando poner en marcha alguna iniciativa de bajo nivel pero duradera, o bien intentando mantener en marcha el motor de alguna otra que ha llegado a avanzar más de lo que nadie hubiera sospechado al no ver delante, a los mandos de la locomotora a ningún maquinista...

Ideas, conceptos espléndidos, teóricamente impolutos, si bien en la práctica administrativa de difícil acomodo, o cuando menos con una necesidad mucho mayor de lo esperado de liderazgo técnico funcionarial, además del demandado liderazgo político organizativo. Y sin esos liderazgos, totalmente despilfarrados, gastados antes de tiempo, es decir, malgastados o peor aún, deformados por un mal uso, y como los medicamentos mal usados, creando "resistencias a largo plazo".

Llegados al momento de las propuestas, me viene a la mente sólo una: ¿tendrá razón el autor del artículo con el que encabezo esta entrada del blog y será necesario que se reconozca el derecho, reivindicable ante los Tribunales de Justicia, a una Buena Administración? ¿Podremos así demandar a los políticos que, en el paso por puestos de gobierno en alguna Administración Pública, han desbaratado una buena estructura organizativa o que han malgastado los fondos públicos (por supuesto sin mala fe...) en alguna aventura contractual de las que todos conocemos alguna? Seguro que se lo tomarían más en serio y preguntarían más a los que más sabemos de esos temas. Ganaríamos todos.

Pero en ese caso,  ¿les podríamos exigir responsabilidad patrimonial por el daño causado? Y entonces, ¿qué compañía de seguros se atreverá a firmar un contrato? ¿Y a qué precio? Y peor aún si me pregunto ¿de dónde vendrán los fondos para pagarla? Por favor, que nadie responda que de los Presupuestos generales del Estado :-((





jueves, 31 de julio de 2014

La utopía republicana: elementos necesarios


La clave la muestra PRATS, J en su frase "no hay república sin ciudadanos virtuosos, republicanos...

El mal ejemplo de la entrevista de Pedro Blanco a Alfred Bosch, representante de ERC en el Congreso. Ejemplo de rollo político liante, oscurantista, sin horizontes, sin nada de nada detrás. Asalto al poder local. No se dedica a la futurología, puff

El calentamiento de la ciudadanía con malos políticos que no tienen ningún interés real en favor de la ciudadanía.