lunes, 27 de septiembre de 2010

Sobre autónomos y empresarios

Cuando conocí a la que hoy es mi mujer se presentaba como empresaria. No sabía realmente a qué se dedicaba pero aquella palabra ya dejaba marca de algo, y de ese algo es sobre lo que quiero hoy escribir en el blog.

Es ya conocido por los que siguen este blog mi obsesión por la implicación de los ciudadanos en la vida pública, y eso por concreción desde el concepto más general de implicación en la VIDA. A propósito y para que conozcan lo que entiendo por implicación, recordaré un pequeño chiste que nos contaba nuestro consultor de calidad Txomin Basaguren, superviviente de mil batallas y con enorme experiencia en general. Nos decía cuál era la diferencia entre implicarse y colaborar, algo que a veces nos cuesta entender, incluso acudiendo al diccionario del RAE, llevándolo al terreno del día a día. Y ponía el ejemplo de un plato exquisito para muchos de nosotros: los huevos con chorizo. Un manjar de dioses cuando tienes hambre, estás en ambiente familiar y la sombra del colesterol no está persiguiéndote día tras día. Para preparar ese plato, además de la mano del cocinero o cocinera más o menos experto se encontraba el cerdo y la gallina. Pues bien, uno de ellos colaboraba y el otro se implicaba. Adivinen quién es quién...lo dejo a la perspicacia y sabiduría del lector o lectora.

Bien, una vez dejado bien clarito qué entiendo por implicarse, seguiré con el asunto que me ocupa hoy: empresarios versus autónomos.

Vengo escuchando desde hace muchísimo tiempo dos cosas: que la palabra empresario está menospreciada, vapuleada y que acumula ya una carga semántica peyorativa que no puede llevar consigo nadie que está empezando en el mundo de los negocios. A esos valientes les hemos comenzado a llamar "emprendedores". La palabra empresa, por el contrario, no tiene ese carga negativa, salvo que la cualifiquemos con adjetivos como Gran Empresa o incluso peor aún con Multinacional. Entonces ya todo el mundo tuerce el gesto mostrando una actitud reprobatoria, de claro desagrado. Incluso algunos se atreven a soltar alguna lindeza o exabrupto de los que hacen temblar los cimientos del planeta Tierra. Mejor nos va el ánimo cuando hablamos de PYMEs, miniPYMES ( suena a minipimer, verdad, el utensilio eléctrico imprescindible de la cocina ) o incluso más reciente es la aparición en escena de la microPYME. Alguien me dijo que estas últimas son las que no llegan a 5 trabajadores, pero realmente no puedo confirmárselo a los lectore/as porque no lo he visto reflejado como categoría de ninguna estadística oficial. Será cosa de nuestro microdepartamento...

Y he aquí que incluso el término micropyme tampoco sirve para otro gran colectivo de empresarios. Me refiero a aquellos que ni siquiera se reconocen empresarios como tales. Efectivamente, lo han adivinado...son los...AUTÓNOMOS!!! Hace ya unos pocos años, Telefónica, ahora Movistar, nos regalaba con unos anuncios publicitarios relacionados con el tema "plan autónomos", "territorio autónomos"...se habían convertido en objetivo comercial, de tantos que eran, y de tanto consumo telefónico como tenían, y tienen. Lo cierto es que el concepto que utilizan no puede ser más erróneo, porque están confundiendo su relación con la Seguridad Social, es decir, que cotizan por el Régimen de Autónomos, en lugar de cotizar por el Régimen General, con su forma de trabajo, es decir, que son trabajadores por cuenta propia, y vuelvo a explicarme, es decir, que nadie les paga su sueldo a fin de mes, se lo pagan ellos mismos, y eso si se molestan en tener nómina.

A mí me llama mucho la atención lo generalizado del término, y sobre todo lo interiorizado que lo tienen muchos de estos empresarios individuales. Nunca se llaman a sí mismo empresarios, que lo son, lo son pese a quien pese, haciéndolo mejor o peor, sabiendo más o menos de su negocio, de su estrategia, objetivos a largo o corto, casi nada ingeniería financiera, apoyándose siempre en su asesor ( la Gestoría, como lo siguen llamando algunos de ellos ), pero haciendo realidad aquello de que ofrezco un servicio y me pagas por él, la Ley del Mercado, oferta y demanda. Nada nuevo bajo el sol. De modo que confirmado, son empresarios.

Podríamos elucubrar sobre la razón de esta preponderancia del un término sobre el otro, y yo me voy a atrever a lanzar una hipótesis razonada que además espero que sea razonable para el resto de lectores. Me retrotraigo unos años atrás y me sitúo en un momento en que las grandes empresas e incluso las medianas tienen grandes plantillas y baja productividad, mezclados buenos y malos trabajadores, injusticias salariales por la ley del rodillo del convenio sindical de turno ( "todos iguales o no conseguimos la unidad para poder presionar"), a lo que se unirá después la competencia internacional despiadada. Una solución fue la externalización de diversas áreas de las empresas, ofreciendo relaciones "empresariales" en lugar de "laborales" a algunos de ellos. Te haces "autónomo" y yo te contrato para hacer lo mismo, te pago más porque no cargo con tus cotizaciones sociales, y además no tengo ya las limitaciones del convenio, y tú te encargas de facturarnos pudiéndote compensar el IVA. Parece un negocio redondo, y muchos entraron por el aro, más o menos forzados, sin una clara mentalidad de empresarios, pero con la palabra "autónomo" metida a sangre y fuego en su cerebro. ¿Qué hubiera pasado si esta oferta se hubiera descrito como "te ayudamos a montar tu propia empresa"? No negaré que habrá habido casos que se describirán así, pero sin estadísticas oficiales en la mano, ni encuestas o estudios sociolaborales o socioecómicos conocidos, mi intuición me dice que la primera opción fue la más utilizada.

Y es una pena que tantos autónomos no se reivindiquen como empresarios, individuales la mayoría de ellos, pero empresarios al cabo, porque la propia palabra no debe llevar ningún signo peyorativo, sino que es el adjetivo que añadamos el que calificará al empresario de bueno o malo, sinvergüenza o cumplidor, exigente o canalla, explotador o responsable. Así que como no podía ser terminar este post de otra manera, sin una propuesta clara, propongo que los autónomos utilicen la palabra empresario/a para definirse y que los demás al oirlo respondamos, si así lo queremos preguntar: "¿de los buenos o de los malos?", porque de todo hay en la viña del Señor.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Ciudadanos pasotas.

Leía esta mañana la cabecera de un artículo de la revista Eroski Consumer a Joan Miquel Piqué, director general de Localret, en el que éste afirmaba que los ciudadanos nos hemos desentendido demasiado de nuestras administraciones. Me picó la curiosidad y empecé a leerlo. Comentaba a modo de resumen en qué consistía esta iniciativa de los ayuntamientos catalanes y de también hacía algunos comentarios generales sobre el impacto de las nuevas tecnologías de la información en la gestión de nuestras Administraciones Públicas.

He releído el artículo intentando encontrar algún desarrollo del titular del artículo, pero en vano. Algo toca aquí y allá, pero no he conseguido hilvanar adecuadamente cabecera con contenido y me he desilusionado un poco al concluir mi corta investigación. Porque si algo me interesa profundamente desde hace bastantes años en mi carrera profesional como funcionario local es el de la modernización administrativa. Recuerdo aún el impacto que causó en mí y en bastantes compañeros del IVAP y otras administraciones públicas la llegada al poder de Bill Clinton y de su vicepresidente Al Gore con su bestseller "reinventando el gobierno".

Para mí, y creo que para muchos, que seguimos con la misma ilusión en la brega diaria "funcionaril" pese a quien pese y mande el que mande, aquello no fue una moda pasajera, como suelo oír de otras cosas, por ejemplo, la calidad hasta hace pocos años, o ahora, la moda de la innovación. En otro momento abordaré este tema de las modas en las Administraciones Públicas, con sus vaivenes, mareas y pequeñas tormentas en la monótona vida de las personas que forman sus plantillas.

Con lo que acabo de comentar, creo que queda claro al lector o lectora, el motivo por el que me picó la curiosidad al leer esa cabecera. Y es que desde ya hace algunos años vengo sosteniendo la afirmación de que el tiempo pone a cada uno en su sitio, y también que cada pueblo tiene la Administración Pública que se merece. No he ocultado en posts anteriores mi sana envidia por el modelo social nórdico, con una implicación activa en los asuntos públicos, y no tanto en su faceta política ( que también...). Así me lo dice habitualmente mi buen, luchador e inteligente amigo Ramón B. "aquí no hay nada que hacer, que estamos rodeados de borregos...".

Reconozco que estas expresiones pueden sonar fuertes, pero a mí me sirven para centrar el problema en el ciudadano, así, sin adjetivos, como mucho añadiría el ciudadano corriente, el que trabaja, paga sus impuestos, disfruta de su ocio y ... poco más. Por desgracia, poco más se puede añadir a la gran mayoría. Para apoyar sus ideas, hace tiempo me recomendó un libro titulado "Democracia vergonzante y ciudadanos de perfil" de Ramón Soriano y Luis de la Rasilla. Confieso que comencé a leerlo y me gustaba pero no es un libro de lectura fácil, y por la dichosa crónica falta de tiempo que padecemos no pude terminarlo con una lectura sosegada y un redactando un pequeño resumen ( un mapa mental, que son los que a mí me gusta más hacer ). Ahora lo he retomado y descubro para mi decepción interior, que estamos incluso peor que estábamos. Confirmo una de las tesis de los autores: CIUDADANOS AUSENTES, o como dicen ellos también CIUDADANOS DE PERFIL.

Ahora bien, la pregunta que me hago a mí mismo y para el resto del que me siga en este blog es si realmente alguna vez ha habido ciudadanos presentes, activos, interesados en la res publica, en la cosa pública, y por tanto en el funcionamiento de las Administraciones Públicas. Sólo puedo aportar mis impresiones fruto de mi experiencia laboral en la Administración Pública y también de mi propio perfil de ciudadano más o menos activo social y políticamente, que me conducen a sostener la negativa de tal existencia. No creo que haya habido suficiente "masa crítica" en cuanto a ciudadanía activa en este país desde la Ilustración. Podemos recordar todos los vaivenes políticos en el siglo XIX y la trágica guerra civil del XX que cercenaron violentamente una y otra vez cualquier evolución lógica del paisano en ciudadano. Y así estamos ahora, de ahí partimos...Por eso no es de extrañar que los paisanos estén de perfil, y renuncien a convertirse en ciudadanos activos...por si las moscas!!!

Pero como no quiero terminar de un modo persimista, que no haga honor a mi conocido voluntarismo con aportación de propuestas positivas y realizables, permítanme que termine de leer el libro citado, para a mi vez, repasar sus propuestas y hacerlas mías o criticarlas y reformularlas en su caso. Tiempo muerto!! Gracias.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Presupuestación pública: totum revolutum...

Siguiendo la línea de artículos sobre presupuestación pública, como ciudadano "iniciado" en este concepto, quería sacar al ruedo de la discusión pública, un aspecto del mismo que desde hace cierto tiempo me preocupa: presupuestación de los ingresos y presupuestación del gasto.

Nos dicen los expertos que están casados por el régimen de separación de bienes, basado en compromisos legalmente establecidos por aprobación de los respectivos parlamentos o ayuntamientos. Sin esa aprobación, únicamente puede el gobierno de turno, prorrogar los últimos presupuestos votados favorablemente con la mayoría legal exigida. Ingresos por un lado, que van a la caja común, de la que ya se han hecho pequeños trocitos de tarta con objetivos más o menos generales, demasiado generales la mayoría de las veces. Esto último puede ser bueno o malo, según se mire. La generalización del concepto al que se puede destinar un trocito de tarta está íntimamente relacionado con la flexibilidad de actuación. Cuanto más específico es el destino, mayores dificultades tienen los gobernantes y altos funcionarios en "redirigir" esos dineros públicos hacia otros destinos, más o menos necesarios, con mayor o menor urgencia en ser dotados de fondos para su realización. Es el eterno dilema al que no es fácil darle solución, sobre todo cuando la responsabilidad de quien gobierna y administra esos fondos empieza a ser una "rara avis" en nuestro entorno político y social.

Intentaré abundar más en la idea. Si carecemos del adecuado nivel de capital social, lo que tanto envidio de los países nórdicos, con una gran implicación de los ciudadanos en la cosa pública, me veré obligado a optar por un modelo de presupuestación restringido, que permita a los funcionarios responsables de las finanzas de todos, que se vean acarreando agua en cestos de mimbre, llenos de agujeros por donde se escapa nuestros euros, porque haya mucha flexibilidad para "redirigir" los pequeños trocitos de tarta presupuestaria que los Parlamentos aprueben, en un acto de ABSOLUTA CONFIANZA en que los Gobiernos correspondientes cumplirán al pie de la letra. Y esto sí que es muy, muy peligroso cuando la irresponsabilidad política campa a sus anchas por nuestra geografía político-gubernamental.

Y si no, que les pregunten a las compañías eléctricas, o a las telefonía, para que nos cuenten el nivel de morosidad que tienen con las Administraciones Públicas. Es cierto que algunas lo hacen muy bien, pero es que otras...¿Cómo es posible que a mediados de año se agoten las partidas presupuestarias para pagar la energía eléctrica del alumbrado público? Pues algo sé de cómo se puede llegar a eso, y es precisamente por un exceso de generalización de destinos, llámemoslo mayor flexibilidad presupuestaria ( lo que ya he dicho antes que no es malo ) unido a una nula responsabilidad política y económica de quien destina esos fondos a otros menesteres, sin preguntar nunca si hay suficiente para pagar la luz, el agua, el teléfono, y digámoslo incluso más contundentemente, las nóminas de los funcionarios o incluso las suyas propias, las de los gobernantes políticos, porque también su sueldo viene de ahí, aunque lo olviden muchas veces.

De modo que si la flexibilidad en la ejecución presupuestaria es lo bueno, y a la vez, no podemos confiar en quienes tienen que decidir el momento y destinatario final de esos fondos públicos, ¿en qué callejón sin salida nos hemos metido? Tal vez, no sea un callejón sin salida. Está oscura la calle, y no vemos algunas bocacalles que conducen a un avenida luminosa y fluida. En buena medida, la premisa de carecer del capital social y político en España sea la clave para hacernos con las linternas que nos permitan atisbar la salida del callejón.

Y aquí es donde propongo dos medidas: impulsar el conocimiento entre los ciudadanos de las cuentas generales, lo que realmente se ha hecho, exigiendo que la Cuenta General sea fiscalizada políticamente en los Parlamentos para conseguir la mayor publicidad posible y que los ciudadanos y ciudadanas se vayan mentalizando de lo importante que es saber la "verdad" final de lo que se ha hecho, de lo que cuesta todo, de si se ha ahorrado donde se podía ahorrar, o si alguien ha dilapidado lo que no debía dilapidar. Es absolutamente increíble para mí, comprobar cómo los voluminosos ejemplares de la Cuenta General que cada año, allá por junio editan los diferentes Ministerios, Consejerías o Departamentos de Hacienda, pasan sin pena ni gloria por los medios de comunicación, sin el menor comentario de los tertulianos de aquí y allá, sin la menor mención a que exista algún político de la oposición que se moleste en leer los datos finales del gasto y del ingreso y que al menos, dirija alguna pregunta o interpelación al Gobierno de turno responsable para sacarle los colores, porque seguro que se los sacaría con una lectura "en diagonal". Falta mucho aún para incrementar ese capital social y político mediante la dinámica interna de control en los Parlamentos. No hay tensión fiscalizadora, no hay conocimiento del proceso presupuestario entre nuestras señoría, y es realmente una pena.

Y en segundo lugar, propongo avanzar en la "visualización" de los costes de los servicios públicos ante los ciudadanos. Existe un gran oscurantismo ( siendo optimista ) y tal vez, espero equivocarme, una gran falta de esfuerzo administrativo mediante el adecuado impulso político, por conocer la estructura de costes real de todos y cada uno de los servicios públicos. Detecto una especie de miedo escénico a que los españolitos no nos enteremos de lo que vale un peine... o un parto con cesárea, o el mantenimiento de portaeronaves Príncipe de Asturias, o el consumo de combustible de la Guardia Civil, o el reasfaltado de las carreteras provinciales de Burgos, y así con todo. Algunos atisbos se observan, pero muy lentamente. Me gustó conocer a grosso modo lo que ha constado la campaña de vacunación de la gripe A. Y no ha pasado nada, somos ya mayorcitos y sabemos que no sale gratis. Hemos demostrado madurez, y no he percibido ninguna protesta social, ni siquiera que haya sido utilizada la información por la oposición para desgastar decididamente al Gobierno. Siempre se intenta, por supuesto, pero en esta ocasión con la boca pequeña, sin hacer sangre, como se suele decir en la calle.

Aquí quedan mis propuestas, y si en algo sirven para hacernos más sabios como ciudadanos responsables, tanto mejor. Así lo espero.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Neoliberalismo...KAPUT !!!!

Releyendo en esta primera mañana de septiembre mis suscripciones en el Reader de Google, me encontré con un artículo de hemeroteca de mayo pasado en el que el Diputado General de Bizkaia pedía al Lehendakari que se alejera del "fracasado" modelo socialista (el entrecomillado aparece en el propio artículo). Y al leer esa vieja cabecera saltó la chispa en mi mente: había olvidado comentar en este blog personal mi opinión sobre los grandes modelos económicos y especialmente, hacer una crítica feroz (ya lo adelanto) al "viejo" modelo neoliberal que aún estamos padeciendo, a la vez que proponía (que es lo difícil realmente) algunas ideas a aplicar lo más urgentemente posible.

Y es que esta ya larga crisis económica que venimos padeciendo ha tenido, tiene y tendrá muchos comentaristas, expertos economistas muchos de ellos, que intentan explicar su origen e incluso proponen medidas para salir de ella. Pero sí que echo de menos leer un buen artículo sobre el fracaso del modelo económico neoliberal. Tengo como un regusto amargo en la boca cuando observo cómo no se revisan los modelos económicos neoliberales, cómo no se critican en toda su dureza en los medios de comunicación, para decir a todo el que quiera escuchar que el libre mercado no existe en la práctica, que es un concepto de salón, académico si me lo permiten, con algunos ejemplos que pueden acercarse en alguna medida a su "ideal". Ni siquiera los mercados callejeros tienen ya garantizada la etiqueta de "libre".

Precisamente ayer mismo, viendo el programa de La Primera "Españoles en el mundo" oí un comentario a uno de los españoles que nos guían por la ciudad en la que viven que me impresionó. Hablaba el caballero de los mercados al aire libre de Kuala Lumpur y de la técnica del regateo. Nos confesó que todas las tiendas realmente eran del mismo propietario y que había un sistema de intercomunicadores entre los distintos vendedores "callejeros" a través del cual se pasaban "los precios" que habían ofertado al turista en cuestión, que inocentemente creía que recorriendo de parte a parte el mercado, negociando aquí y allá, conseguiría el mejor precio posible. En resumen, les engañaban...

Y es que nos engañan, a todos, yo al menos, me siento muy engañado con la política de liberalizaciones de los diferentes mercados que ha habido en las últimas dos décadas. Todavía recuerdo mi primera pequeña victoria sobre la poderosa Telefónica cuando en 1991 conseguí librarme del contrato de alquiler del terminal telefónico. Pero creo que fue la única o al menos no recuerdo que a la larga haya percibido algún beneficio para el consumidor. De hecho, si no fuera por el Tribunal para la Defensa de la Competencia, tanto el español como el comunitario, estaríamos absolutamente perdidos, dominados, esclavizados por las grandes compañías, por los nuevos "señores del mercado", parafraseando conceptos medievales, de aquella Edad Media tan oscura.

Para muestra vale un botón, un botón eléctrico por más señas. La liberalización del sector eléctrico ha resultado un auténtico fiasco para la mayoría de los pequeños consumidores. ¿Cómo van a organizarse miles y miles de ciudadanos para formar una cooperativa de consumo y negociar como un gran cliente? Aún estamos muy, muy lejos de ese momento. Mientras tanto, el ritmo de la liberalización lentamente nos ha alcanzado. Parecía que estaba lejos esa amenaza, pero ahora vemos como nuestra factura se complica de un modo increíble, con lecturas de contador estimadas, con una jerga ininteligible para la mayoría de la gente. Y lo digo yo, que tengo formación universitaria y me molesto en intentar comprender cada término, y hasta en hacer las cuentas para ver si no me han timado. Por ahora, parece, parece...que está todo bien, pero no me quiero ni imaginar qué haría si viera un error de digamos 10 euros en mi contra. ¿Cómo reclamar?¿A quién y dónde dirigirme?¿Merece la pena la pérdida de tiempo? Porque en los tiempos que vivimos, el tiempo es oro, así de claro, sin exageraciones. Me temo que seguramente lo dejaría estar, esperando a que el error no alcanzara ese límite que me forzara a "movilizarme" en busca de la corrección y devolución de lo que es mío. O peor aún, que de repente tuviera tiempo libre, que en los tiempos de crisis que vivimos significaría algo muy malo, muy malo para mí.

Pero volviendo al hilo del asunto, las liberalizaciones. Si seguimos repasándolas veremos que ninguna nos ha beneficiado, al consumidor final quiero decir. Empezando por los combustibles de locomoción, el gas butano, el teléfono, el móvil...Espejismos por aquí y por allá. Pero lo que más me sorprende es que aún haya personas que se empeñan en buscar la mejor oferta, que se creen lo que los vendedores de puerta en puerta les dicen sobre mágicas rebajas del 5% en su consumo si se cambian a su compañía. La letra pequeña del contrato...bueno, eso no lo lee nadie, empezando por los que tenemos algo de presbicia, y al poco tiempo, descubren que no han notado nada de rebaja. Yo siempre insisto en que la mejor rebaja en facturación es el ahorro en su consumo, pero eso no nos gusta oírlo en una época de consumismo desaforado.

Así que, resumiendo en lo más básico lo dicho hasta aquí, el modelo neoliberal no funciona para el consumidor final, el pequeño consumidor, aislado, sin enchufes, sin formación avanzada, sin tiempo material para investigar los mercados...en definitiva...el libre mercado no existe para ellos, mejor dicho, para nosotros, los pequeños consumidores. Por tanto, algo hay que hacer y algo tengo que proponer: RENACIONALIZAR todas las commodities, o en profano, la luz, el agua, el teléfono, ADSL, móvil, el butano, la gasolina, el gasóleo, los peajes de autopista...

Ahora bien, renacionalizar bien, pero cómo. Desde luego, si tenemos que luchar contra las poderosas multinacionales, no queda otra que poner enfrente a poderosos gobiernos, que al menos hayamos votado los ciudadanos. Situándonos en España, ni siquiera el Gobierno central, Gobierno de España como suele anunciarse ahora ( ya hablaremos del conflicto territorial en otro momento ) puede ser capaz de sustraerse a la presión inmensa de las multinacionales. Me queda un pequeño rayo de esperanza con la Unión Europea. El conflicto con Microsoft, su pulso de años, parece que tuvo un resultado favorable para el ciudadano, incluyendo unas cuantas fuertes multas que a todos nos alegraron.

Ya sé que algunos me dirán que los lobbies en Bruselas son también poderosos, pero al menos, hablando de lobbies y de su labor, sabemos que los habrá de todos los colores y objetivos, tanto de los favorables a las grandes empresas como de aquellos que defienden a los consumidores.

Por concretar aún más, mojándome como dirían algunos...propongo que se renacionalice el sector eléctrico y el de las telecomunicaciones, pero a nivel comunitario europeo. Dos grandes empresas comunitarias que presten el servicio de energía eléctrica y de telecomunicación a todos los consumidores europeos, controlada su gestión por la Comisión Europea y el Parlamento Europeo.

El plan de inversiones podría asegurarse económicamente y racionalizarse la ubicación de las plantas generadoras, y lo que empieza a ser más importante, asegurar el desarrollo y mantenimiento de la red de distribución o de las redes de telecomunicación. ¿No les parece absurdo que tengamos planes energéticos a nivel estatal en la Unión Europea, dando lugar a que en Francia apuesten por la energía nuclear a gran escala y a pocos kilómetros de la frontera, no podamos decir nada los que recibiríamos el escape radioactivo en caso de fallo de esas centrales? ¿Tiene sentido que los alemanes puedan pagar más caro el gas ruso, y los ucranianos en el medio del camino, con el gasoducto pasando por su territorio, corten el grifo diciendo que si no hay para ellos no hay para nadie? ¿Podemos seguir así mucho tiempo? ¿Tiene sentido que cada Estado nacional europeo tenga que buscarse la vida en el mercado mundial para conseguir petróleo barato...para asegurar su supervivencia?

Si hablamos de las telecomunicaciones, las grandes empresas como Telefónica y Vodafone, nos empieza a advertir de que la tarifa plana está en entredicho, que es insostenible económicamente para ellos. Nos la ofertan, nos la proponen como un gran avance, y luego...nadie es capaz de invertir en hardware, en instalaciones, para hacer sostenible el nuevo modelo social que nos han invitado a crear. Si es tan necesario, y yo así lo creo, tal vez, o casi seguramente, será el momento de pensar en retomar entre todos estas inversiones tan necesarias para el crecimiento y desarrollo económico y nacionalizarlas. Quizá una tasa especial por descargas masivas permita hacer más sostenible el modelo. Quien más use las descargas, más deberá contribuir a las arcas de Hacienda para que se invierta más en telecomunicaciones. Creo que nos mereceremos un ancho de banda de 200Megas como poco o incluso mil si me apuran...El falso libre mercado que los neoliberales nos indujeron a creer que existía nunca lo desarrollará, o no para los mercados secundarios de los que somos parte, queramos o no queramos aceptarlo.

O nos unimos como consumidores o no tenemos nada que decir ni influenciar. Y qué mejor manera que asociar consumidor con votante...la clave está por tanto en renacionalizar los mercados básicos para tener voz y voto.